CAPÍTULO 23

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Leah

No es un secreto para nadie que ese ser con cabello teñido, no es poseedor de mi gracia. ¿Qué hace aquí? ¿Por qué Nate la dejo pasar?

Alto, ella tiene la culpa, él no.

Pienso cuando las dudas pretenden ganarme.

—Lo sabía, sabía que estabas con esta zorra.

Lleva un chaleco impermeable y un bolso colgando de su hombro. Su cabello está suelto de manera impecable, toda ella luce impecable. Sin importar lo que traiga puesto aún se pueden ver sus curvas y su enorme trasero ¿Será operado? No sé, pero mi autoestima se hubiera caído por completo si no supiera la clase de mujer que es.

—¿A quién llamas zorra? —digo. Nate está detrás de ella y se ve bastante molesto. Trato de no arrojarme sobre ella, ya que el recuerdo de lo que le hizo a Des viene a mi cabeza.

—Nate, sácala de aquí antes de que Des se levante —digo poniéndome de pie para salir de ahí y alejarme de ella.

No pretendo ponerme a su nivel. No voy a armar un escándalo con los niños aquí, así no. No sé qué vino a buscar, pero una pelea conmigo no encontrará. No hoy. En mi intento de salida, siento como me jala del brazo, logrando detenerme.

— Me vas a escuchar —me hace girar quedando frente a mí— Así que lograste lo que querías, zorra. Pero esto no se quedará así, ya lo verás.

—No le vuelvas a hablar de esa forma —dice Nate, y la toma del brazo para apartarla de mí— Vete antes de que llame a la policía.

—No me iré, tú y yo tenemos que hablar.

¿Cómo se atreve? Que se largue de una vez. ¿Creé que tiene derecho sobre Nate, sobre mi Nate? ¡Ja! ¡Está loca! Y eso solo hace despertar a la maníaca que vive en mí.

Muy bien, es duro de admitir, pero todas, absolutamente todas las chicas somos celosas, tal vez en diferentes escalas, pero en nosotras está el instinto de "defender" lo que consideramos nuestro. Yo no llego a nivel maníaco o celópata, pero al ver como pone una mano sobre él con la clara intención de manosearlo más de la cuenta, exploté.

Cuando veía a Nate con otras chicas, no le daba razones para pensar que estaba celosa, pero cuando llegaba a casa, terminaba lamentándome por no decirle lo que sentía, solo me tragaba mis sentimientos, y lo aceptaba. Él era mi amigo, y yo su amiga. Mi mente entendía eso, pero lo que sentía no. No sé si es mi corazón, o como sea que le digan, pero me dolía, no quería lidiar con ello, no quería sentir.

¿Cómo vas y te enamoras de tu amigo? Un total cliché, y aún peor ocultarlo por tanto tiempo. No me arrepiento, no estaba preparada. No soy de las que les gusta un chico de forma sentimental y se entregan a él sin pestañear, aunque debo admitir que cuando lo vi, yo sentí eso, eso de lo que he escuchado tantas veces. Después de tanto tiempo, es que puedo hablar hasta cierto punto de lo que siento por él en voz alta, y sigue siendo muy poco.

¿Cómo explicas con simples palabras lo que sientes? Tal vez para mí ninguna es suficiente, pero no puedo hablar de otras personas.

—Suéltalo ya —digo cuando veo que el toque persiste en él. Nate quita su mano, pero ella se aferra a él y creo que puedo hacer una estupidez si sigue haciendo eso.

—Vete o llamo a la policía —dice Nate, apartándose de ella.

—Ya los llamé, vienen en camino a llevarse a esta mujer —una tercera voz nos sorprende, y se trata de Shane, que está parado detrás de Nate con el teléfono en la mano.

—¿Qué? Nate, dile que deje de decir mentiras. ¡Yo vine porque tenemos que hablar! ¡Solo te estás divirtiendo con esta zorra!

Nate la toma del brazo mientras le repite que no me llame de esa forma. Me vale absolutamente nada los insultos de tan despreciable ser humano. Cuando él la toma de la cintura, ya que la muy estúpida no tiene dignidad y no quiere irse, la sigo junto a Shane hasta la puerta.

Inefable (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora