Leah Moore es la perfecta definición de libertad e independencia. Aunque muchos la acusen de egoísta por haber abandonado todo para encontrar su felicidad.
Nathan Rymer es descarado y seguro de si mismo como nadie lo ha sido. La música es su pasión...
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Leah
Flashback
Los niños podían ser muy malos, pero nada daba más miedo y terror que tu hermano mayor al darse cuenta de que te molestaban en el colegio.
No sufría de bullying, solo era un chico que se había encaprichado conmigo y no me dejaba en paz. Mateo tampoco estaba enterado, pero eso no era algo relevante para mí en ese momento. Lo que si me importaba era que el idiota me había molestado y mi hermano lo había visto. Acto seguido, el chico que me molestaba tenía un ojo morado y mi hermano había sido enviado a la oficina del director.
—Mamá no me castigó, le dije por qué lo golpeé, y lo dejó pasar esta vez —dijo a través de la puerta— Pero hoy no puedo salir de mi habitación, solo hasta que termine el día.
—Eso es injusto —me quejé.
—Tranquila, tengo televisor, mis juegos y una ración de frituras que tenía oculta para estas emergencias.
—Sigue siendo muy injusto, tú tampoco debiste pelear con ese chico.
La razón por la cual no le había dicho en un principio era porque sabía que esto iba a pasar.
—Ese imbécil se lo merecía.
—No es importante.
—Nadie debe meterse con otros porque si, por placer y poder victimizar a las personas. Y no iba a dejar que te hicieran eso a ti, a ninguno de mis hermanos. Soy el mayor y debo cuidarlos.
—Eres un loco por formar ese alboroto, pero por eso eres mi hermano favorito de este mes —sonreí al escucharlo reír detrás de su puerta.
—Ya llegamos, me enteré. Te felicito hermano castigado —Lore hacía que cada una de sus entradas fuera épica.
—Es injusto —se quejó Lana, que venía con ella y con Luca.
—El ganó la pelea y defendió a nuestra hermana, debería recibir un premio, no ser encarcelado —protestó Luca.
—No estoy castigado, mamá dijo que podía salir al final del día.
Algo en mi mente ingeniosa hizo click.
—Uhm... Ella no dijo nada de dejar entrar a alguien a tu habitación, ¿verdad?
Todos me miraron, entendiendo mi punto.
—Toca la puerta si eres una salamandra —dijo Leo y yo reí porque ese era apodo de Lore y ella lo odiaba bastante.
Rodó sus ojos y tocó.
—Toca la puerta si eres una pulga —Lana sonrió y tocó la puerta— Toca la puerta si eres un desalmado — Luca dudó un poco, pero tocó la puerta —Toca la puerta si eres la estrella rebelde de la casa.