Leah
¡Me rindo!
Me molesta no poder hacer esta estupidez, en realidad nunca la he hecho bien. Debí aceptar y contratar a alguien para que me maquillara a tiempo. Ahora estoy a punto de salir a un importante evento y no estoy lista.
Reparo mi atuendo una vez en el espejo y me agrada lo que veo. Estoy usando un vestido negro, holgado y de manga larga que cae de forma estratégica para que no se note del todo mi panza. No es que no quiera presumir mi embarazo, pero debido a que no está muy grande, se ve extraña, y no tiene la imagen maternal que normalmente veo en fotos. El collar que Nate me regaló adorna mi cuello, junto a unos aretes del mismo color, haciendo juego. Unos lindos zapatos elegantes, sin dejar de ser cómodos, son los que traigo. Me hice un moño, recogiendo todo mi cabello, alejando cualquier rastro de cabello de mi rostro.
Cuando era más joven hice una cantidad de cursos para aprender las técnicas correctas para el maquillaje, era la época en la que quería ser modelo. Se me da bastante bien, obviando el hecho de que jamás de los jamases me ha salido bien el delineado. Es mi talón de Aquiles del maquillaje.
Resoplo y siento que el llanto viene de nuevo.
—Preciosa —me llama Nate desde la puerta.
Está listo desde hace tiempo. Se ve más que impresionante con su traje.
—¿Ya tenemos que irnos? —pregunto alarmada.
Me toca irme sin delineado.
Niega con la cabeza y se acerca a mi dejándose caer en mi cama. Me repara sin decir nada. Me siento intimidada ante su atenta mirada, que me inspecciona con sumo cuidado, deteniendo su escaneo en mi rostro. Sonríe y se levanta quedando sentado.
—Ven un momento —palmea la cama. Sin entender y frunciendo el ceño, me dejo caer a su lado, siendo cuidadosa de no arrugar mi vestido.
Él toma mi rostro con su mano y pega sus labios a los míos, calmándome de una dulce manera. Le sigo cada uno de sus movimientos, relajándome y dejándome llevar en este beso dulce y suave que me hace perder la cordura. No es como los besos que nos acostumbramos a darnos, pero no me quejo de ello.
—Tranquilízate, preciosa. Tu súper novio viene al rescate —besa mi cuello repetidas veces.
—Sí, claro ¿Sabes hacer delineados? Por qué si no es así no creo que seas de ayuda, de hecho creo que ya estoy lista, porque no me va a salir, y no quiero hacerte llegar tarde. —le doy una media sonrisa.
Él niega con la cabeza y me quita el delineador de la mano. No recordaba que aún lo tenía.
—Cierra los ojos.
—¿Qué? Nate, mejor vámonos, no quiero que llegues tarde por mi culpa.
—Nada de eso. Cierra los ojos. Se obediente —lo último que dice me hace reír.
Termino cediendo y cerrando los ojos, con una boba sonrisa.
—Leah la obediente. No sé si me agrada la idea —lo molesto y aunque me sorprende sentir lo que hace con el delineador, me quedo tranquila.
—No lo sé, deberías obedecer más seguido —murmura y su voz sale tan seductora que me eriza la piel— Lista, más preciosa de lo que ya eres.
Abro los ojos, y sonrío al verlo. Me levanto con rapidez para ver mi imagen en el espejo y me impacta lo que veo. ¡Un jodido delineado perfecto! Lo miro, lo miro, y lo miro y no lo creo.
—¿Cómo hiciste para que se vean exactamente iguales? ¡Te amo cariño! —recuerdo la vez que estábamos en el museo y salté sobre él para abrazarlo. La misma sonrisa que vi esa vez, la estoy viendo justo ahora.
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Inefable (Editando)
DragosteLeah Moore es la perfecta definición de libertad e independencia. Aunque muchos la acusen de egoísta por haber abandonado todo para encontrar su felicidad. Nathan Rymer es descarado y seguro de si mismo como nadie lo ha sido. La música es su pasión...