Memorias.

18 1 0
                                    

CAPITULO 23

ALEXANDRA

Día 1.

Me desperté temprano y me quede un largo rato sentada en el borde de mi cama, viendo hacia la ventana. Si Lisandro estaba en lo correcto este era mi ultimo día aquí. Mi último día en mi casa, con mi familia.

¿Pero regresaría no? Vendría a visitarlos, ¿no es así?  

Me vestí y me peine como cualquier otro día. Me mire al espejo y unas lagrimas se derramaron por la comisura de mis ojos. No sabía si debía o no de decirles a mis padres, o a Edmund. Pensé en Robert y un sollozo se me escapo de mi pecho.

Me colgué el collar y lo apreté con tanta fuerza que temí romper el fino cristal que rodeaba el elixir. Una furia ciega invadió cada vena de mi ser y me arranque el collar, rompiendo la cadena y lanzando el pequeño tubo a la pared de mi recamara. Sentía furia por esto, por ser la elegida, por no tener padres, por dejar a mis padres…

Me puse de rodillas en el suelo y ahogando el llanto recogí el frasco, que no presentaba ninguna fisura y estaba intacto como siempre. Me tome unos minutos para calmarme y después deje mi habitación.

Mi papa no estaba, pero mi madre comía con Edmund. Pase toda la mañana ayudando a mi madre y jugando con mi hermano. Recuerdos antiguos regresaron a mi memoria, de cuando Edmund y yo molestábamos a mi madre con nuestros juegos de guerritas. Siempre estuvimos a la par, porque mi papa desde pequeña me enseño a pelear, pero Edmund siempre fue fuerte.

Aproveche para abrazarlos cada vez que podía, sin que ellos supieran que quizá fuera la última. 

Después de eso mi padre llego cansado del trabajo. La familia Montgomery estaba haciendo una escultura de tamaño real de su primera hija, por lo cual mi padre estaba tiempo completo en esa mansión, trabajando hasta tarde.

Cenamos a la misma hora de siempre y después nos salimos al jardín, a escuchar a mi hermano tocar la guitarra.

-Alexandra, ¿Por qué no sacas tu violín?-sugirió mi padre, sonriente.

Siguiendo sus deseos, fui por mi violín y Edmund y yo tocamos sincronizados la misma canción. Hacía demasiado que no hacíamos esto. Tocar juntos no por dinero, sino para el público más importante de todos. Nuestros padres.

Mi mama se tomo de la mano con papa y se miraron a los ojos. Mi mano casi se resbala del violín.

Mi madre pertenecía a la clase alta de la ciudad de Londres. Había visto pinturas de ella y era hermosa. Aun lo era. No pasaba de los 30 años y la luz aun no abandonaba sus ojos. Su cabello enmarcaba sus rasgos delicados y frágiles. Es una mujer bondadosa pero fuerte. Realmente no pudo haberme tocado mejor mama. 

Por otra parte, mi padre, es apuesto, fuerte. El siempre vivió en el campo, y jamás fue rico. Sin embargo fue el afortunado de ganarse el corazón de mama. Ella me conto una vez, que se enamoro de papa por su timidez y renuencia a acercarse a ella. No se creía lo suficiente bueno para ella así que jamás se arriesgo.

-Y eso-me dijo mama aquella vez-fue lo que me dio la certeza de que era suficientemente bueno para mí, quizá más. 

-¿Por qué?-le conteste confundida.

-Cuando alguien cree que no es lo suficiente para ti, significa que te estima más de lo que se estima a sí mismo. ¿Y cómo dudar de alguien que te quiere más que a sí mismo?

Tenía razón. Ellos seguían enamorados. Y probablemente seguirán enamorados hasta la muerte. Siempre he soñado con encontrar un amor así, tan fuerte y tan extenso.

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora