Fuego.

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CAPITULO 36

ZANDER

Habíamos regresado al palacio y mis hermanas habían desaparecido corriendo, llorando. No querían que nadie las viera, pero como siempre, Opal fue con ellas a consolarlas.

Rodé los ojos y metí los brazos en mi chaqueta. El mármol del suelo reflejaba mi rostro. Tenía las fosas nasales dilatadas y mis ojos rojizos. Desvié la mirada. No debía afectarme la muerte de Damon.

Aunque algo me causaba, era cierto. Hice una mueca mientras recordaba ver la vida desaparecer de los ojos de mi padre. Él ahora vivía dentro de mí y por mi culpa jamás encontraría el camino hacia el cielo o el infierno. Cualquiera de esos lugares le había sido privado para siempre.

Al recordar el infierno, la imagen de Kalem llego a mi mente y me puse en alerta. Por primera vez, estaba solo.

Me eche a correr, tratando de encontrar la biblioteca. Derrape en el suelo, mientras recorría los pasillos a toda velocidad. No debían de notarme, porque entonces el estúpido de Lisandro me volvería a poner esas horribles esposas. Y necesitaba tener las manos libres para tomar ese libro y entregárselo a Kalem.

Pasaba las puertas, pero la mayoría eran habitaciones. Y la mayoría estaban vacías. No sabía para qué demonios había tantos cuartos, pero siendo sincero, me importaba una mierda. Entonces llegue a la última puerta del pasillo-la única que había visto cerrada-y me detuve.

Voltee a los lados, pero mis instintos me decían que estaba solo. Por una vez estaba solo. Las puertas, grandes, de alrededor de 5 metros de alto por 3 de ancho, se burlaban de mi tamaño. Era alto, pero esas puertas eran monstruosas.

Gire las manijas y las puertas se abrieron.

Nunca en mi vida había visto tantos libros. Eran estantes gigantes, descomunales. Algunos libros incluso se perdían en la distancia, pero había cientos, miles. Y ni siquiera estaba exagerando. Camine en la habitación y cerré las puertas a mis espaldas. Había en el centro una mesa grande, con algunos libros desparramados y unas 5 sillas alrededor. No había luz, pero si un gran ventanal que permitía que la luz solar iluminara esta habitación.

Todo estaba en silencio y mis pasos resonaban por la habitación. Apenas me acerque a la mesa y apoye mis manos en ella para examinar los libros, todos estos se levantaron. De un brinco, salte hacia atrás, sorprendido. Y los libros se movieron y se acomodaron en sus estantes. Uno de ellos se fue hasta arriba y escuche el sonido de su lomo, deslizándose. Los otros se acomodaron en estantes más abajo.

Me quede con la boca abierta, pero rápidamente me incorpore. Necesitaba encontrar la profecía.

Empecé a buscar frenéticamente en cada estante, empezando desde abajo. No era lo más inteligente del mundo, porque siendo matemáticos, pasaría alrededor de 5 años inspeccionando cada maldito centímetro de esta biblioteca y apenas abarcaría la mitad.

Si los libros se movían, quizá pudiera minimizar mi búsqueda.

-Profecía-murmure en voz baja.

Todos los libros se mantuvieron quietos por un instante. Sin embargo, poco después, se empezaron a mover. Libros de abajo volaron disparatados hasta arriba y libros de arriba abajo. Se acomodaron los unos a los otros en una perfecta sincronía, sin ningún error. Me mantuve en silencio, viendo el espectáculo.

Después de unos segundos, los libros se quedaron quietos. Me acerque al estante más cercano y me incline para leer.

La profecía del ayer, ¿Cómo ser un profeta? Profetizar el mañana.

Ninguno era lo que buscaba. Solo tres malditos libros en toda la biblioteca, debía ser una broma.

Entonces un destello plateado cegó mis ojos por completo.

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora