Ansiedad.

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CAPITULO 20

ALEXANDRA

Día 4.

Seguía lloviendo terrible en Londres. El cielo estaba negro aun cuando era medio día. Quería salir a tocar, pero estaba recluida en casa. No porque me obligaran, sino porque la tormenta era demasiado fuerte. Extrañaba a Chloe con todas mis fuerzas y moría por ir a verla.

El tiempo se me escapaba de las manos, y yo me sentía inútil.

Tome mi violín y toque como no había tocado antes. Estaba destrozada, desesperada y muy frustrada. El sonido de las cuerdas del violín se mezclaba con los rayos del cielo, que iluminaban mi cara de un momento a otro. El viento casi rompía la pequeña ventana de mi habitación y toque más fuerte. Lagrimas surcaban mis mejillas y me apoye mas en el.

Después de unas horas, tuve que bajar a comer. Acomode mi violín en su estuche y me arregle el vestido el cabello. Baje apresurada las escaleras, con los ojos limpios y una expresión de aburrimiento.

La mesa de la cocina se encontraba ocupada por mi madre y por Edmund. Escuchaba a lo lejos el golpe del martillo de mi padre y supe instantáneamente que estaba enfrascado en un trabajo.

Jale la silla de madera y me senté, recogiendo mi vestido. El candelabro estaba encendido, y la luz de la vela dibujaba diseños de sombras en la cara de mi hermano.

-Mama, ¿puedo ir a visitar a Chloe?-le pregunte nuevamente, por decima vez.

-Ya te dije que no-me respondió lanzándome una mirada severa-Alexandra, compórtate por favor.

-Mama…-volví a intentar en vano-necesito ayudar a que se recupere.

-Bien, te dejare ir-contesto comiendo-solo si me confiesas porque pintaste tu cabello.

Baje la mirada y me tome las manos debajo de la mesa. Fruncí los labios y no supe que contestarle.

-Mama yo…-mi voz se apago.

-Lo que temía -respondió en tono deprimido-me has desobedecido.

-Mama, yo no te desobedecí…es solo que…-exprimí mi cabeza tratando de encontrar alguna explicación.

-Por favor-nos pidió Edmund a mi lado-por favor, cálmense.

El tomo mi mano debajo de la mesa y le dio un ligero apretón. Esboce una media sonrisa.

Mi madre suspiro y siguió comiendo, en un silencio que hizo que me estremeciera.

Quería gritarle que me iría en 4 días. 4 miserables días. Que los dejaría. Que ya no los vería. Que no quería que nos peleáramos en el poco tiempo que teníamos. Quería confesarles todo, pero no sabía por dónde comenzar.

-Mama-la llame de nuevo-¿Por qué no me parezco a mi hermano?

Atisbe por el rabillo del ojo como mi madre se enderezaba y abría los ojos alarmada. Fue un movimiento sutil que no habría percibido si no la hubiera estado supervisando de cerca. Mi madre fingió no haber escuchado la importancia de mi pregunta y me contesto con otra.

-¿Por qué lo dices?-me pregunto en tono dulce. Un tono dulce disfrazado de histeria.

-Alexandra, no digas tonterías-musito Edmund, sin verme en absoluto. Me soltó la mano y observo su comida.

-Bueno, mi hermano tiene el cabello café y los ojos verdes. Lo lógico sería que nos pareciéramos un poco, pero, no es así-corrobore en voz baja.

-Te pareces a tus abuelos-respondió mi madre con los hombros tensos.

-Nunca he visto un retrato de ellos.

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