Reflejo.

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CAPITULO 26

ALEXANDRA

No podía dejar de pensar en las advertencias y reglas de Lisandro. Técnicamente había roto dos de las tres reglas que me había dicho y me sentía mal y culpable. Pero definitivamente no podía estar en la misma habitación de Zander.

Zander.

Me provocaba escalofríos y hacia que mi corazón emprendiera una carrera suicida fuera de mi pecho. Era una atracción que hacía que el vello de mi nuca se erizara y me revolvía el estomago.

Era un sentimiento desconocido para mi, algo similar a la adrenalina. Y yo no estaba acostumbrada a la adrenalina. Por lo tanto la evitaría a toda costa.

El piso era demasiado extenso y ni siquiera sabía a dónde ir. No sabía dónde estaba. La luz de la luna se filtraba por los enormes ventanales y me hacia entrecerrar los ojos. ¿Por qué brillaba tanto la luna?

Un cuarto tenía la puerta entreabierta. La luz de la luna se reflejaba y me cegaba. Una puerta entreabierta significaba que había alguien dentro. Rece porque fuera Lisandro o la niña de ojos violeta. Quería decirles que alejaran a Zander de mi habitación.

Camine hacia la puerta y me asome lentamente. No podía haber algo peor que Zander, ¿o sí?

Adentro reinaba un silencio sepulcral pero con un ambiente distinto. Un aroma que no supe identificar hizo que me mareara y que la sangre se me bajara de la cabeza. Mareada y desconcertada entre a la habitación, esperando que alguien me ayudara.

El cuarto era mucho más grande que el mío. Era tan alto que ni siquiera podía ver el techo, que se desvanecía en una negrura profunda e inquietante que me recordaba a Zander. Todo el cuarto estaba cubierto de espejos. Espejos grandes, chicos, medianos, redondos, cuadrados, rectangulares, de todo tipo.

Camine despacio, mientras el mareo se me pasaba. Me asombre al ver que caminaba y ningún espejo me reflejaba. Me detuve tratando de que imitaran algunos de mis movimientos. Pero los espejos estaban ahí, intactos, como si yo no estuviera en frente. Como si fuera invisible.

-Interesante, ¿no es así?-escuche a alguien decir.

Me estremecí y voltee hacia los lados. Buscando el origen de esa voz.

Una figura alta y delgada se me acerco desde un espejo. Abrí los ojos sorprendida mientras veía a una joven salir del espejo a mi costado. Me veía consternada y un poco confundida, pero sonreía con alegría y malicia.

Su cabello negro y  lacio le caía como una cascada hasta las caderas. Sus ojos azules eran…hipnotizantes. Me volví a sentir mareada en segundos.

-¿En serio eres tú?-pregunto desviando la mirada mientras yo trataba de estabilizarme-¿eres Alexandra?

Cerré la boca en cuento me di cuenta que la tenía abierta y asentí frenéticamente. Era de mala educación.

La vestimenta de la joven era de lo más extraña. Llevaba una túnica de color esmeralda larga hasta el suelo, intentándole dar la forma de un vestido, pero ceñido al cuerpo. Llevaba muchos collares y pulseras e incluso tenia joyas pequeñas en los brazos, no sabía si incrustadas o no.

Su mirada era impactante. Feroz y atemorizante. Lisandro tenía razón. No quería tener problemas con ella.

-Un gusto conocerte-respondió sonriendo. Su voz era fría y quebradiza, como hielo-me llamo Percival. Hija del ayer.

-Yo…yo soy Alexandra-extendí mi mano para que me la estrechara pero se me quedo viendo de una manera extraña. La baje.

-Sé quién eres-camino rodeándome y se dirigió al fondo de la habitación. La seguí, esperando que me ayudara a regresar a mi habitación-por supuesto que lo sé. Yo te cuide por casi un siglo mi querida.

-¿Nos conocemos?-le pregunte confundida. Observe a los espejos, que todos reflejaban cada uno de los movimientos de Percival. Sin embargo no la reflejaban de la misma manera. Uno mostraba a una joven de cabello rapado y ropa rasgada. Otro a una pelirroja de cabello rizado y ojos verdes. Otro a Percival con un vestido similar al mío y cabello castaño.

-Claro que nos conocemos. Yo te vi nacer, técnicamente-murmuro en voz alta. Yo cruce las manos en mi espalda y fruncí el ceño.

-¿Por qué hay tantos espejos?-pregunte curiosa. La pregunta se escapo de mis labios antes de que la pensara mejor.

Percival se detuvo y se dio la vuelta, viéndome fijamente.

-¿Por qué tu cabello es más claro? ¿Por qué tus ojos son azules? ¿Por qué llegaste conmigo?-me pregunto esperando respuesta.

-Este yo…-tartamudee sin saber que contestar.

-Este cuarto es mi santuario mi querida-musito extendiendo sus brazos simulando abarcar todo el lugar-es mi casa. Y tú eres mi invitada. Una invitada no esperada.

Era la segunda vez en la noche que escuchaba la palabra santuario.

-¿Qué es un santuario?-le pregunte.

-Es tu casa, con tus elementos-respondió tocando nostálgicamente un espejo-mi casa es de espejos porque cada uno tiene un recuerdo.

Entonces recordé lo que ella me había dicho. “Hija del ayer”.

-¿Tu eres…?

-Soy la guardiana del pasado-murmuro en voz baja-es fácil vivir el presente y esperar el futuro, pero si no superas el pasado este te perseguirá siempre.

-¿Tienes los recuerdos encerrados aquí?-pregunte mientras veía un espejo.

-Así es, no te refleja porque no son tus recuerdos. Son de otra persona-respondió mientras se paraba a mi lado.

-¿Y porque te reflejan a ti?

-No me reflejan a mí. Reflejan a la persona de quien son estos recuerdos. Pero como yo los cuido, soy la única que los puede relacionar. Así que los espejos me ven con el aspecto de la persona que tiene sus memorias aquí.

-¿Tú tienes…? Tienes mis… ¿memorias?-le pregunte mientras veía el reflejo de Percival en el espejo. Era de una niña pequeña, con grandes ojos verdes y cabello color miel.

-¿Para que quieres verlas?-me pregunto apartándose.

-Yo…bueno…me gustaría…-suspire-me gustaría ver el día en que nací. Quiero descubrir un poco mas de mi misma, quiero saber más de mi. Por favor, necesito saberlo.

-¿Necesitas o quieres saberlo? Son dos cosas diferentes.                  

-Para ver el futuro necesito saber el pasado, superarlo, lo dijiste. Por favor-suplique apenada.

Percival lo pensó unos segundos y después asintió. Comenzó a caminar hacia el fondo de la habitación y la seguí un tanto temerosa del resultado. ¿Qué vería en ese espejo? ¿Cómo sería mi pasado? ¿Sería bueno o malo? ¿Habré hecho lo correcto al pedirle esto?

No paso mucho tiempo para que Percival se detuviera. Se detuvo frente a un espejo de estatura de cuerpo completo, con un marco de madera con detalles tallados en el. Eran gardenias y…

-Violines-susurre mientras veía el marco.

-Te advierto algo-me dijo interponiéndose entre mi reflejo y yo-cuando te veas aquí, te veras transportada a tus recuerdos en carne y hueso. Las personas no podrán verte, escucharte o sentirte. Serás incorpórea. El espejo te reconocerá y reflejara por unos segundos quien eres Alexandra. Los espejos mienten, te muestran el exterior. Pues bien, este será honesto. Te dirá la verdad. ¿Aun quieres hacer esto?

Inspire profundamente mientras me armaba de valor.

-Estoy segura.

Percival se movió del espejo y me quede con la boca abierta al verme en el reflejo.

                                                 

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora