Aviso.

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CAPITULO 40

ALEXANDRA

Me desperté temprano y con un vestigio de un sueño muy raro que asomaba por los límites de mi consciencia. Confundida, tome un vestido y unas zapatillas. Me amarre el corsé demasiado distraída y me hice un moño despeinado sin estar consciente. Abrí la puerta y casi me caí de espaldas al ver a Zander apoyado en el marco.

Se veía como un príncipe de cuentos. Con su saco, sus pantalones de punto y unas botas negras. Su cabello siempre despeinado lo hacía ver como un ser fantástico, con belleza rayando en lo extremo y sus ojos grises, que por lo general se mostraban cautelosos, estaban llenos de energía.

-Buenos días Alex-recito notablemente contento-¿vamos a la estancia?

Entonces no había sido un sueño. Zander en realidad se había colado a mi habitación y ahora éramos amigos. No simples compañeros. Amigos.

Mi corazón se aceleró un poco al verlo, pero hice caso omiso y tome su brazo, que cordialmente lo había extendido.

-Vamos-le dije sonriendo y con las mejillas llameando.

Al lado de Zander, los pasillos se me hacían menos anchos y más cortos. Más pronto que tarde, ambos empezamos a charlar de cosas sin importancia.

-¿Cuál es tu color favorito?-me pregunto mientras doblábamos hacia la derecha.

-El plateado-respondí sin dudarlo.

-¿Plateado?-pregunto, confundido.

-Bueno, no especialmente plateado si no...una especie de gris, como el de tus ojos...-me calle de pronto mientras me maldecía por ser tan obvia en su presencia-¿y el tuyo?-me apresure a preguntar.

-El negro, naturalmente-se encogió de hombros-¿Cuál es tu animal favorito?

-Los caballos-murmure en respuesta mientras bajábamos las escaleras-en casa yo tenía uno. Se llamaba Ocean. Mi...amiga, me lo dio de cumpleaños-dije en un susurro quebrado.

-¿Cómo era ella?-me pregunto sentándose en la estancia.

-¿Chloe?-le dije sentándome frente a él.

Asintió.

-Era la niña más irracional, idiota y mal hablada que existía en toda la costa este de Londres-dije entre risas-no podías molestarla solo un poco, porque se alzaba en tu contra, te cortaba todas las palabras y hacia que te confundieras con lo que decías. A muchos les disgustaba su actitud, siempre de superioridad y arrogancia pero...-suspire-por alguna razón que no puedo explicar...yo la quería. La quería muchísimo. Nos conocimos en el Támesis y...jure que estaría a su lado hasta el día de nuestra muerte. Me gusta pensar que cumplí esa promesa.

Zander soltó un suspiro que no sabía que retenía.

-¿Cómo murió?

-Asesinada-solté entre dientes- soy de las personas que no le deseo la muerte a nadie. Pero te juro, que el día que sepa quién lo hizo...-apreté mis manos en puños-lo matare. Voy a matarlo.

-Son pensamientos impropios de la guardiana de la vida-corroboro Zander, confundido-por lo que supe de Lisandro, tú la reviviste, ¿no es así? ¿No deberías estar contenta de que ella está viva? ¿De qué le salvaste la vida?

-Todo lo contrario-negué con la cabeza-ella ahora no está...no es la misma de antes-apreté los labios-Chloe es desgraciada por mi culpa. Debe de sentirse tan mal-ahogue un sollozo-quizá no debí haberla traído de vuelta, cuando estaba mejor muerta. Fue puro egoísmo lo que me hizo revivirla. Nada más que egoísmo.

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora