Cayendo.

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CAPITULO 39

ALEXANDRA

Opal me había llevado a mi recamara. No había perdido la consciencia pero fue la primera y única vez que así lo desee.

No escuche con exactitud acerca de lo que hablaron, pero vi la mirada de Zander, cargada de furia y de un sentimiento que me resulto raro encontrar en su expresión. Era como si vieras un carruaje jalado por tigres. No tenía sentido.

Vi tristeza en sus ojos y decepción.

Quería disculparme, quería explicarle todo, pero mi lengua estaba entumecida y mis parpados luchaban por cerrarse, sin embargo resistí. Y permanecí medio consciente aun cuando Opal, Percival y Fedora me dejaron en la cama. Quise detener a Fedora y preguntarle lo del espejo, pero ya no me quedaban fuerzas.

Las horas pasaron y muy pronto anocheció. No podía levantarme por más que quisiera. No quería dormirme porque sabía que soñaría.

¿A quién engañaba? Iba a soñar con él.

Me daba vueltas y vueltas en la cama tratando de rehuir ese momento. Ese momento que experimente más emociones de las que sabía que existían. Jamás había sentido eso con nadie, ni siquiera con Robert. Era algo diferente.

Ojala Chloe estuviera aquí. Ella sabría exactamente que decirme, me ayudaría a olvidarlo, pero aquí sola, era casi imposible.

Confiada por ese pensamiento me levante de la cama y abrí las puertas al pequeño balcón que había en mi recamara. Era noche cerrada y no había estrellas, todo estaba sumido en la mas profunda oscuridad, pero no sentí miedo. Recordé aquellas noches en Londres, con mi familia. Contuve el aliento y baje la mirada.

-Es una linda noche.

Me estremecí del susto y me voltee. Zander estaba recargado en la puerta de cristal, viéndome. No sonreía, si no que desviaba la mirada.

-¿Qué haces aquí?-le pregunte.

-No lo sé-respondió mientras se acercaba. Se puso en el otro lado del balcón y suspiro-siempre que busco un lugar tranquilo, pienso en ti. Así que aquí estoy. Y aquí estas.

-Lamento mucho el desafortunado incidente que...

-Opal ya me lo dijo-me interrumpió-y no tienes por qué disculparte-ahogo una carcajada-no hace falta.

-¿Cómo que no hace falta?

-No significo nada para ninguno de los dos-se encogió de hombros-¿o sí?

Una oleada de furia me invadió ciegamente. Cerré las manos en puños y entorne los ojos, ¿Cómo se atrevía a decir semejante...?

-No-la mentira quemaba como acido en mi garganta-en absoluto. Siento haberte besado. Pero tengo una duda.

Zander asintió.

-¿Por qué me devolviste el beso?

Volteo la cabeza bruscamente y me quede quieta, observándolo. La respiración de Zander se había acelerado considerablemente. Me incomode un poco.

-No te devolví el beso-pronuncio cada palabra con una acidez y entonación tal, que me remontaron a aquel día, en el que lo vi por primera vez.

-Sí, si lo hiciste-respondí.

Volteo a verme con sus ojos grises encendidos. Pero no de furia. Estaban cargados de emociones encontradas fuertemente arraigadas, como conteniéndose por dentro, queriendo decirme algo que yo no alcanzaba a comprender.

-Alexandra-termino mi nombre con un suspiro-lo siento.

Baje la mirada y tome mis propias manos. Zander estaba aceptando lo que le reclamaba y no sabía si sentirme victoriosa o asustada. No sentía ninguna de las dos cosas, me sentía inexplicablemente contenta.

-No importa-conteste rehuyendo su mirada-no hay que hablar de ello, ya no.

Paso un minuto de silencio en el cual Zander y yo vimos juntos a las nubes que se alejaban lentamente para dejar paso a la luna brillante y las estrellas que iluminaban el firmamento como gotas cristalinas.

-Cuando era niño-comento Zander-acostumbraba observar el cielo en la noche. Pensaba que cada estrella era un deseo y que si deseaba algo con mucha fuerza, esa estrella iba a caer y mi deseo iba a cumplirse.

-¿Y qué deseabas?-le pregunte en un susurro, sin atreverme a romper la quietud y calma que nos rodeaba a los dos, como un aura.

-Dejar de ser Zander-suspiro bajando la mirada.

Entonces ahí, los dos solos en el balcón de mi habitación fue cuando me di cuenta de todo lo que sentía, de todo lo que me rehuía a cada minuto, relacione los cabos sueltos y me asombre al darme cuenta de que en realidad, en todo este tiempo, desde el minuto mismo en que lo conocí.

Yo me había enamorado de él.

Me había enamorado de este chico roto, tan roto por dentro, que las fisuras eran irreconocibles por fuera. Estaba devastado, completamente solo, y tenía miedo de sí mismo. ¿Cómo nadie podía notarlo? ¿Cómo todos lo evitaban como si fuera un demonio?

Él era una persona. Y supe en ese instante que aun cuando ambos fuéramos humanos, sin relacionarnos jamás con el mundo sobrenatural yo habría terminado igual que como lo estaba en este momento. Total e irremediablemente atraída a él.

Me acerque para abrazarlo y lo estreche entre mis brazos, apoyando mi cabeza en la base de su cuello. Su familiar olor a incienso me recorrió entera y cerré los ojos, sintiéndome más segura que nunca.

Zander me apretó contra sí, fuertemente. Me sentía como un pegamento, tratando de reunir todas sus piezas y juntarlas para crear otro ser humano.

-Alexandra-susurro mi nombre.

-Aquí estoy-murmure en respuesta mientras me separaba lentamente-¿estás bien?

-Si-contesto incorporándose y poniéndose nuevamente esa mascara de crueldad y sarcasmo-ahora lo estoy.

-Zander sé que yo probablemente no te agrado así que...

-¿Bromeas?-me interrumpió-eres la única persona con la que hablo aquí-ahogo unas risas.

-Sé que tu quizá no quieras ser mi amigo, pero...

-¿Me estas pidiendo que seamos amigos?-pregunto incrédulo-¿Le estas pidiendo al príncipe de la muerte que sea amigo de la guardiana de la vida?

-Le estoy pidiendo a Zander Lane que sea amigo de Alexandra Taylor-le conteste en voz baja.

De pronto una mirada de cariño y ternura recorrió los ojos grises y fríos de Zander. Fue un espasmo repentino, inmediatamente se recobró, lo que me llevo a pensar que había sido solo mi imaginación.

-Tienes razón-concordó-tienes toda la razón. Iba a decirte que pensaba que ya éramos amigos.

-Genial entonces.

-Alex...-dudo-quiero advertirte que yo no soy un buen amigo. Es por eso que yo...no tengo. Puedo apuñalarte por la espalda y mentirte, delatarte...

-Calla-lo silencie- aprenderás. Yo te enseñare como.

-Es que, tu...-su voz ceso.

-¿Yo que?

-Nada-sonrió-nada en realidad.

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NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora