CAPITULO 55
ZANDER
Estabamos justo frente al gran portal en el infierno que nos llevaría a la tierra prometida. Era una masa nebulosa, cristalina e inquieta, que se movia a cada pulsación de mi congelado corazón. Estaba al frente del ejercito, con mi daga firmemente agarrada en su funda y una espada de empuñadura azul oscuro, con una hoja larga y brillante.
Kalem estaba a mi lado. Nosotros no eramos la clase de demonios que necesitábamos un discurso de motivación, porque la motivación necesaria se encontraba del otro lado de aquel portal. Un mundo listo para ser conquistado, listo para ser atado de manos. Un mundo sumiso, que habia pasado años, esperando que llegara alguien que los reinara.
Hillary y Harley se encontraban a mi lado, con los ojos de color rojo y una sonrisa picara en sus labios. Kalem habia logrado lavarles el cerebro, y ambas nos habían jurado mansedumbre. Las alimentamos y curamos sus heridas, ahora ambas lucían radiantes y listas para asesinar.
Todos estábamos listos para asesinar.
Kalem levanto su brazo, y todo se callo en el mas completo silencio. Despues cerro el puño y corrió directo al portal, con sus patas dejando un sonido hueco detrás de el.
Todos gritamos con furia y corrimos hacia nuestro líder. Hacia nuestro maestro.
Hacia nuestro imperio.
***
Llegamos a un claro grande y tranquilo. Era un pasto de color verde chillon y lilas por todo el jardín. El sol acababa de ocultarse y corria un viento fresco, que cada vez se hacia mas helado. Pudo haber sido placentero, si los guardianes no se encontraran del otro lado. Esperandonos, por supuesto.
No estaban solos. Habia angeles, tal como lo habia predicho Kalem. Sus alas blancas se extendían, cautelosas y cada uno de ellos empuñaba una espada. Nos miraban con odio y rencor, y me alegro tener el honor de poder enfrentarme contra tan antiguos enemigos de los demonios.
Era un cielo sin estrellas, por lo que todas se encontraban debajo. Todas y cada una de ellas eran color azul y blanco, y despedían un brillo puro y pacifico. Rodeaban a los guardianes en una perfecta formación, y todos estaban armados. Era como una masa redonda que rodeaba a los guardianes, en su nucleo. Que cobardes.
Entonces, antes de siquiera saberlo, la pelea comenzó.
El ruido de las espadas chocando me erizo el pelo de la nuca. Los angeles fueron los primeros en atacar. Flechas llovían sobre nosotros y los demonios rugían, enseñando sus filosos dientes y agarrando a mordiscos a esos angeles vengadores.
Parecia una escena digna de ser pintada.
Me encamine a la batalla con la espada en mi mano, sin embargo, no la necesite. Caminaba a paso normal entre las filas de enemigos, dirigiéndoles miradas cargadas de poder, rompiendo las venas de concentración en sus mentes y haciéndolos caer, en el mas profundo dolor. Gritaban, suplicándome que los matara y sus gritos sonaron como música para mis oídos. Las voces en mi cabeza, rugían hambrientas, y por supuesto, saque mi pequeña daga y la incruste en los corazones de los angeles.
Una oleada de energía invadio mi sistema, como ninguna otra. Su alma era probablemente de las mas puras que habia saboreado en toda mi existencia. Asi que corri, zigzagueando rápidamente entre todas las masas, haciendo caer a los angeles y absorbiendo sus almas.
Las estrellas parecían casi incorpóreas, aparecían y desaparecían en segundos. Una estrella me agarro desprevenida por la espalda, pero logre desviar su ataque. El filo de su espada me rozo la chaqueta negra. Voltee a verla, encolerizado.
-¿Tienes idea de cuanto me gustaba esa chamarra?
La estrella me sonrio.
-Mis disculpas, majestad.
En el momento en que entrecerré la mirada, esa mujer me interrumpio.
-¿Tan cobarde eres, que no te atreves a pelear como un hombre?
Me quede quieto, sorprendido por su atrevimiento y le lance un golpe con mi espada. Ella lo desvio y me guiño un ojo en respuesta. Empece a lanzarle estocadas, pero era sorprendentemente agil...lo cual me resultaba un poco familiar.
-¿Eso es todo lo que tienes?-me pregunto en determinado momento, con su brillo titilando por el esfuerzo.
-Apenas estoy comenzando, cariño-repuse en respuesta. Lance mi espada con un golpe dirigido a su pecho, y ella lo intercepto. Aproveche ese momento para darle una patada en las piernas y hacerla caer. Dirigi mi espada a su corazón y ella rodo, esquivando el ataque y haciéndome caer a mi. Debia admitir que era buena, pero me estaba aburriendo.
Senti algo liquido y caliente derramarse por mi labio, y comprobé que era sangre.
Matala.
Toma su alma.
Asesinala ya.
Con fuerza renovada, le dirigi mas estocadas, ahora si en serio. La estrella se alarmo por la rapidez y fuerza de mis golpes y trato de esquivarlos uno a uno, sin embargo logre derribarla. La noquee con varios golpes y mis puños desnudos. Su brillo azulado se estaba apagando y sonreí, desquiciado, apunto de clavarle mi daga y disfrutar del alma de una estrella.
Sin embargo, alguien consiguió taclearme.
Era otra maldita estrella, pero era un hombre. Por su vestidura, pude deducir que probablemente era de la realeza. Al fin un oponente decente.
-Dejala en paz-me dijo, cegado por la furia de ver a la estrella en el suelo, desfalleciendo.
-Obligame-lo rete, empujándolo y empuñando mi espada.
El príncipe me ataco en respuesta. Ambos peleamos con nuestras respectivas espadas, reluciendo a la luz de la luna roja que nos acompañaba. Pude haberle seguido el juego, y ser un oponente justo, pelear hasta que uno de los dos estuviera suficientemente herido como para continuar. O muerto, dependiendo el caso.
Pero yo era Zander Lane, yo no jugaba limpio.
Entrecerre mis ojos, dirigiéndole una oleada de dolor tan intensa, que el príncipe solto su espada y se inclino en el suelo, a mis pies. Las venas en su cuello se marcaron violetas y su brillo se apagaba con rapidez.
-Inclinate, ante tu nuevo rey-le dije lentamente, viéndolo con intensidad.
Quiza me pase con el dolor, porque después perdió la conciencia, no se si murió.
Ni me interesa.
-Ahí esta su salvador, mi lady-le dije a la pobrecita estrella, que también habia cerrado los ojos.
Voltee a los lados, viendo esta caotica escena de sangre y muerte. Mis poros respiraban, enfebrecidos con tanta locura. Respire el aire tranquilo, a sabiendas que era una pelea que definitivamente no podíamos perder.
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Nightmare
FantasyHace mucho tiempo, dos grandes deidades nacieron. Una guardiana de la vida y un guardián de la muerte. Ambos vivos en cuerpos mortales, sin conocimiento de quienes eran, ni de donde vinieron. El destino ya estaba escrito. Jamás se encontrarían en su...