Constelaciones.

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CAPITULO 52

ALEXANDRA

Pasaron los segundos y no sentí nada.

No me sentía con el suficiente valor como para abrir los ojos, pero termine haciéndolo, mas por curiosidad que por cualquier otra cosa.

Lisandro se encontraba frente a mí, ensartado entre los cuernos de Kalem, desangrándose, con su espalda totalmente destrozada.

Me incorpore rápidamente y poco después, los otros guardianes aparecieron. Opal soltó un grito desgarrador y fue Eider, la que al final de cuentas, se aproximó con la espada en mano para asesinar a Kalem. Pero no hacía falta, él ya se había esfumado.

Lisandro cayó al suelo, con un sonido ensordecedor y todos nos arrodillamos junto a él. Emplee mis poderes sanadores y coloque mis manos contra su pecho, tratando con todas mis fuerzas de curarlo, pero sus heridas no se cerraban. Seguía tratando y tratando, pero Lisandro no dejaba de sangrar, ¿Por qué no se curaba? Él era inmortal. Él no podía morir.

-Es inútil-dijo Eider mientras se arrodillaba a mi lado-los cuernos de Kalem son una de las pocas armas contadas en esta dimensión que pueden asesinar a un guardián. Contienen veneno demoniaco capaz de matar hasta a un ser celestial.

Lisandro tenía los labios blancos y estaba realmente pálido. Los agujeros en su tórax estaban abiertos y estaba totalmente empapado en sangre. Mis manos también lo estaban. No escuche a Eider y seguí intentando curarlo, pero me frustraba que no funcionara.

Opal lloro y toco sus cabellos. Lisandro la observo en silencio y recordé aquella historia que Fedora me había contado. La luz y la paz en los ojos de Lisandro al observar a su amada era tan hermosa, que nos quedamos en silencio, viendo como la luz poco a poco desaparecía de sus ojos.

Cuando Lisandro cerró los ojos, su cuerpo empezó a emitir un brillo suave y tenue. Un resplandor similar al mío rodeo su cuerpo inerte y poco a poco, fue difuminándose, desapareciendo justo frente a nuestros ojos. Al final solamente quedo una mota de luz, similar a una luciérnaga totalmente blanca. La luciérnaga se dirigió hacia Opal y se internó en su corazón.

Opal cerró los ojos y respiro profundamente. Después de un momento de silencio ella los abrió, con una sabiduría y una tristeza que muy pocas veces había visto embargar sus ojos violeta.

-Lo recuerdo.

Opal bajo la mirada e hizo aparecer su arco y su carcaj lleno de flechas. Apunto hacia el cielo y disparo una flecha que voló directo hacia arriba, y jamás bajo.

Nunca.

***

El funeral fue muy rápido en el palacio en Berlín. Me estremecía pensar que era mi segunda vez en un funeral, y me hacía sentir pésimo reflexionar en que estas muertes habían ocurrido exactamente cuando supe en que estaba metida. Cuando supe que era una guardiana las cosas en serio se complicaron.

Toque el violín en su funeral y le rece en silencio, agradeciéndole una y otra vez por haberme salvado la vida. Eider me había contado, que Lisandro en realidad, siempre había sabido que su final sería aquel. Siendo el guardián del destino había muy pocas cosas que podían sorprenderlo.

Cumplió con su misión, la cual era mantenerme a salvo. Eider me dijo que no era mi culpa, pero aun así, una parte de mi me reclamaba por ello.

Y luego, ver a Opal en un estado tan malo, me partía el corazón.

Al terminar la ceremonia me dirigí con paso cansado al lago de lágrimas. No veía a Fedora por ninguna parte, así que lo tenía para mi sola. Me senté a meditar en silencio y más pronto que tarde, Opal me siguió.

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