Juegos de azar.

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CAPITULO 3

ZANDER

-Tus deudas están en números rojos-murmura Kalem viéndome con los ojos teñidos de furia- ¿Cuándo planeas saldarlas?

-Luego-respondo automáticamente guardando mis cosas.

Camino con la cabeza gacha y los hombros caídos. Una vez más me han estafado. Nose cuanto tiempo durara esto.

-¿A dónde vas?-pregunta Kalem prohibiéndome la salida.

Levanto la cabeza, frunciendo el ceño. Estoy totalmente consciente del efecto que tienen las personas al observarme con el ceño fruncido. Sin embargo, a los ojos de Kalem, solo soy un niño.

Odio que me consideren así.

-¿Planeando intimidarme Zander Lane?-pregunto burlón Kalem-sabes que no me aterras. No puedes matarme-remarco con una sonrisa-estas en desventaja porque yo que puedo herirte, y lo hare si no me pagas.

-Te pagare-murmure entre dientes con mi daga quemando en mi pantorrilla-te prometo que lo hare.

-Tus promesas no significan nada para mí-respondió siseando- te daré mas tiempo, pero no demasiado. Cuídate las espaldas.

Pasó a mi lado golpeándome el hombro y salí tratando de calmar mi respiración, azotando la puerta a mis espaldas.

Siento el azote de aire congelado y al instante sé que he llegado al mundo real. Estoy nuevamente en el callejón vacio y oscuro. Ha anochecido. Estando en el infierno el tiempo pierde significado. No significa que en la tierra deje de pasar. Me siento con la espalda apoyada en la pared hasta llegar al suelo y pongo la cabeza entre las rodillas.

Nose que voy a hacer. Fui un estúpido imbécil al aceptar esa clase de propuestas. ¿Apostar contra los inmortales? ¿En que estaba pensando? Trato de calmar mi respiración pero es imposible. Una vez más, comienzan las voces en mi cabeza. Grito y forcejeo tratando de callarlas y golpeo la pared de ladrillos.

Abro un agujero del tamaño de mi puño. Tengo que callar esas voces, esas voces susurrantes que viven en mi mente. Mi daga arde con ímpetu y fiereza. Siento la necesidad insaciable en mi sistema. Quiero alimentarme, y lo necesito ahora más que nunca. Necesito distracción.

Salgo trotando del callejón. Nadie me presta atención. Aminoro el paso en la acera. Oculto mis ojos con mi cabello y observo mi ropa. Todo está bien, no hay nada fuera de lo normal.

Desde la noche pasada no puedo pensar con claridad. No puedo siquiera respirar sin ver detrás de mis parpados la imagen de ella. La viva imagen de ella.

Me tomo el cabello con mis manos y me detengo recargando mi hombro contra un edificio color tierra. Cierro los ojos y normalizo mi respiración. Mi daga arde en mi pantorrilla solo con recordarla. ¿Cómo lo soportare viéndola a los ojos?

Lo más sensato seria, ir tras ella y acabar con esto de una vez por todas. ¿Entonces porque no lo hago?

No lo hago porque no puedo hacerlo. No puedo.

El solo verla, tan frágil, tan vulnerable. Jamás había odiado tanto la idea de asesinar a alguien. Jamás. Me carcome por dentro la necesidad de matarla. Debo hacerlo y necesito hacerlo. ¿Pero quiero?

Las palabras de Kalem se reproducen en mi mente. “Tus deudas están en números rojos”. Lo están, yo se que lo están. En el mundo de los mortales puedo ser temido y en el menor de los casos respetado. En el infierno no soy más que un niño, un niño que puede morir y no puede matar.

La gente pasa a mi lado, viéndome de reojo. Conozco esa expresión. “Es peligroso, no lo veas a los ojos”. Esbozo una sonrisa maliciosa. El mundo de los humanos es tan frágil…

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora