Mentira.

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CAPITULO 37

ALEXANDRA

-Puedes venir conmigo, si quieres-escuche una voz suplicante, triste, tratando de ser alegre.

Opal estaba frente a mí, con las manos agarradas en su espalda y la cabeza baja, simulando una sonrisa. No me había dado cuenta de lo pequeña que era, media como 1.50. Parecía una muñeca,

-¿Estas bien?-le pregunte, aproximándome a ella.

-Si, no es nada-se apresuró a contestarme-las emociones que me rodean, tienden mucho a afectarme. Estoy bien.

-¿Cómo están las...niñas?-no sabía cómo referirme a ellas. ¿Brujas? ¿Hechiceras?

-Están muy mal, tuve que llevarlas con Damian para que les preparara un brebaje para dormir-musito haciendo una mueca.

-¿Brebaje?

-Sí, el conoce unas flores que hacen que te duermas como por unas doce horas seguidas. Solo espero que no tengan pesadillas.

-Ohh- respondí imaginándome el dolor que las gemelas Lane debían sentir. Algo similar a lo que experimente hace unos días, cuando supe que mi familia no me recordaba. Sin embargo, esto debe ser peor, al menos sé que ellos están vivos, pero su padre está muerto.

-¿Tu estas bien?-me pregunto, viéndome a los ojos.

-Claro-le dije sin parpadear.

-Escucha, sé que esto debe ser difícil para ti, tantos cambios, tantas cosas nuevas...-se encogió de hombros-aun así, debo decir que eres valiente. Cuando supe quién era y me entere que no volvería a ver a mi familia otra vez, no salí de mi habitación en semanas, me la pasaba llorando, encogida del miedo.

-No soy valiente-le dije negando con la cabeza-he perdido la cuenta de las veces que he llorado.

-Llorar no significa que seas cobarde. Significa que sientes y por lo tanto que eres humana. No tienes por qué avergonzarte.

Ella me estaba agradando. Realmente me estaba agradando.

-¿Tienes algo que hacer?-me pregunto curiosa.

-Lisandro me abandono-dije medio sonriendo-así que no sé qué hacer.

-Vamos, te llevare a mi santuario.

Ambas entramos al palacio y ella se dirigió por unos cuantos pasillos que yo jamás había notado. Caminaba a un ritmo rápido y constante, así que me esforcé en seguirle el paso.

-¿Cómo esta Zander?-no pude reprimir la pregunta, se escapó de mis labios antes de lo previsto.

-Zander...-repitió mientras torcía a la izquierda-no lo sé. Cuando regresamos él estuvo muy serio y después se fue. No sé dónde este-hubo una pausa-¿Por qué preguntas?

Me llego por sorpresa. No esperaba que fuera tan directa. Me quede callada unos segundos, pensando una respuesta, pero preferí decirle la verdad. Nunca se me había dado bien mentir.

-Me preocupa-respondí-era su padre después de todo.

-No lo era, pero lo crio como si lo fuera. Era una buena persona, una de las pocas almas puras que quedan en el mundo. Solo que su llegada al infierno, cambio su destino.

-¿Cómo lo cambio?

-Bueno...-murmuro Opal, esta vez torciendo a la derecha-cualquiera que entre en contacto con un demonio, se ve influenciado por él, no sé cómo explicártelo...su aura, te afecta. Por eso todos están recelosos con Zander porque tiene en su sangre, la sangre demoniaca. Y ni que hablar de sus hermanas que son mitad demonio. Si estas mucho tiempo a su alrededor terminas cayendo en sus redes. Estés consciente o no.

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora