CAPITULO 12
ALEXANDRA
Su voz era horrible. Profunda y con eco. Quizá tendría pesadillas con esa voz de ahora en adelante.
El chico de ojos grises volteo a verme, horripilado. Parecía como si acabara de ver un accidente o ver morir a alguien. No, cuando el asesino al tipo del bar, no tenia expresión en su mirada. Pero, si de algo estaba segura, era que él me veía asustado.
Y enojado, si un poco enojado.
-¿Qué haces aquí?-pregunto, realmente paranoico.
-Te dije que no me iría sin respuestas-le conteste en un susurro.
El monstruo color cereza empezó a reírse fuertemente. Como si esto le causara mucha gracia.
-¡Pero qué divertido!-murmuro riéndose- Niña, ¿sabes donde estas?
Lo mire, seria, sin saber que responder. No sabía dónde estaba, eso era cierto…
-Cállate-espeto el chico de ojos grises- a ella déjala en paz. La sacare de aquí…
-No, no, no-se apresuro a negar el animal de color cereza-que se quede.
-Esto no estaba en el trato-el chico de ojos grises se levanto-a ella déjala ir. No tiene nada que ver con esto. El dinero ya lo tienes. Déjame en paz.
-No puedo dejarte en paz-musito Kalem, viéndolo sornamente-esto, es tan solo una pequeña cantidad de lo que tú me debes. En cuanto a ella…-volteo a verme-creo que la conservare. Es demasiado bonita para dejarla ir.
-¡No!-exclamo el aplastando la mesa.
-Llévensela-murmuro Kalem, apuntándome a mí.
Mi respiración se quedo atascada en mi fuero interno. El chico de ojos grises me vio asustado. En ese instante todos los animales-monstruos que había en el lugar se levantaron. Todos dirigiéndose a mí. Todos dispuestos a apresarme.
El chico de ojos grises se posiciono frente a mí. Tratando de protegerme, pero eran demasiados. Ni él, con su fuerza sobrenatural, podría detenerlos a todos. Estábamos atrapados e íbamos a morir.
Entonces, algo sucedió.
Uno a uno, se fueron derrumbando. Era algo gracioso pero impresionante, como semejantes bestias se caían. Se escuchaba el terrible estrepito de sus cuerpos al caer. Apoye mi cabeza en la espalda del chico de ojos grises. El no me prohibió hacerlo como esperaba.
Entonces, una figura menuda, aterrizo en el suelo. Era una chica. Una joven. Tenía el cabello largo y liso. Los ojos de un característico color violeta. Su piel era tan pálida como la mía y era total e irrevocablemente hermosa. Traía un arco colgado en su espalda y un carcaj lleno de flechas.
En seguida de ella, llego un joven, unos 5 años mayor. Tenía una barba y pelo color café claro y unos apacibles ojos verdes. Era alto y fornido, traía una espada en su pantorrilla. También era muy apuesto, y protegía a su compañera.
Ambos voltearon a vernos, y nos traspasaron con la mirada para ver a Kalem. Que ya se le había borrado la sonrisa de su rostro.
-En nombre de Catriel, te ordeno que te detengas-musito el joven de ojos verdes-no puedes someter a una criatura de la legión de los dioses en tu territorio. Tú más que nadie sabes que eso está prohibido.
Su voz sonaba como las esquirlas del hielo. Era fuerte y serena. El podría mantener a toda una audiencia cautiva, solo hablando naturalmente.
Kalem se levanto, con la mirada severa.
-Es mi territorio. Ella- me apunto-llego sin invitación. Las reglas dicen…
-Ella-repitió el chico de ojos verdes-es Alexandra, hija de la luz.
Todos en la sala, ahogaron un suspiro. Kalem se quedo anonadado, justo como yo había estado al entrar a este lugar. El chico de ojos grises seguía tieso. Me sentí bien, al menos no era la única que no entendía de que estaban hablando.
-Yo…yo no sabía…-Kalem tartamudeo.
-Claro que no sabias-interrumpió la niña, con sus ojos violeta brillando- ni siquiera viste lo que ella lleva colgando del cuello.
¿Mi collar? ¿Ellos conocían a mi madre?
-No lo vi-admitió Kalem.
-Eso parece-murmuro la niña con una voz delgada y tenaz.
Kalem no contesto.
Entonces ese par de héroes, o dioses, angeles. No sabía que palabra aplicarles. Eran tan hermosos como encantadores. Ellos se voltearon a vernos. El joven se planto frente a nosotros y nos murmuro.
-¿Nos vamos?
Nos tomo la mano, y un destello cegador, ilumino toda la sala.
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Nightmare
FantasyHace mucho tiempo, dos grandes deidades nacieron. Una guardiana de la vida y un guardián de la muerte. Ambos vivos en cuerpos mortales, sin conocimiento de quienes eran, ni de donde vinieron. El destino ya estaba escrito. Jamás se encontrarían en su...