36. CONTROL

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Nadie ha dicho nada respecto a lo que sucedió hace dos días.

Al abrirse las puertas del refugio, se nos informó que todo había sido una falsa alarma. Algunos se lo creyeron, otros simplemente lo ignoraron. Yo no entré en ninguno de los dos bandos, pero no me quedó más remedio que fingir que así era. No estaba segura de si tendría entrenamiento esa mañana, pero de igual forma me dirigí hacia el gimnasio. Cinco minutos después, Julian apareció y comenzamos con la sesión del día.

No mencionó nada, no le pregunté nada.

Hay algo que la resistencia nos está ocultando, pero ir tras ello cuando aún hay una pista por seguir no es la mejor de las ideas.

—Pásame el Frazier.

Estiro la mano hacia la bandeja a mi lado derecho y tomo el objeto por la punta. Evito tocar cualquier otra cosa con mis guantes y observo con detenimiento el corte que el doctor hace. El chico hace una mueca, casi como si estuviera a punto de desmayarse.

—Mirame —le pido—: Terminará pronto, solo falta suturar.

Treinta minutos después, tiro los guantes, el tapabocas y todo lo demás que traía puesto al cubo de basura. El doctor me dejó terminar de cerrar la herida y aunque no fue perfecta, estoy conforme con el resultado.

—Has avanzado bastante —me dice una vez sentado detrás de su escritorio.

—Aprendo del mejor —respondo, sonriendo.

Un lateral de sus cosmisuras se eleva. Por un segundo, en el reflejo de sus ojos veo a mi padre y un nudo se asienta en mi estómago. Bajo la mirada hacia mis brazos y veo un par de moretores repartirdos por estos a causa de los entrenamientos. No tenía ni idea del desgaste físico que conllevaba; no obstante, de alguna manera de siente bien.

Luchar es mejor que dormir eternamente.

Un carraspeo de garganta me hace levantar la mirada solo para ver a uno de los guardias de pie bajo el umbral de la puerta.

—¿Perla?

Asiento.

—El comandante quiere verte.

...

—¿Qué hace ella aquí? —Julian habla en cuanto pongo un pie dentro de la sala donde hay al menos unas cincuenta personas reunidas.

—Julian —dice el comandante Milo con firmeza—: He decido que es tiempo de que Perla se incorpore a nuestro equipo de espías.

¿Perdón? ¿Acaso escuché mal?

Julian voltea a verme.

—Con todo respeto, comandate, ella no está lista para esto.

El comandante Milo da un paso hacía mi.

—Señor, será un honor —respondo. Este se limita a hacer un gesto de asentimiento.

—Muy bien —espeta hacia todos en general. Los músculos de sus brazos están contraídos. Mickalina está a su lado con las manos juntas detrás de la espalda, sin una pizca de extroversión en su rostro. Nos mira como si fuéramos macetas con plantas—. Iré directo al grano porque no tenemos mucho tiempo. Necesitamos vigilar mucho más de cerca al gobierno, seguirles el paso a los vigilantes y lo haremos en persona. No podemos darnos el lujo de enviar drones. Esto es código azul.

Trago saliva con fuerza, según el manual que tuve que leer, el código azul indica una misión de alto rango.

—Pero, señor... —intenta decir alguien. El comandante Milo niega.

—Esta misión requiere de sigilo, requiere que veamos las cosas en primera persona. Nos vemos obligados a salir y no voy a permitir que le hagan daño a mi gente, sobre mi cadáver —Da un par de pasos hacia el centro—: Necesito diez personas listas para partir mañana por la tarde. Julian, Mikhalina, encárguense de eso —dicho esto, se abre paso entre el circulo formado a su alrededor y desaparece entre la gente. A pesar de no entender muy bien lo que sucede, asumo que todo está ligado al comunicado que sacó el gobierno.

—¡Muy bien, escuadrón! —grita Mikhalina—: Los iré nombrando de uno en uno, no me hagan perder el tiempo.

—Thomas Roe, Kallum Mendes, Nesly Roe, Amador Záenz, Regina Quinn, Edwin Butler y Perla Frank. Estarán dentro del primer grupo y en el segundo...

—No —espeta Julian—: Frank no irá.

Me toma un segundo darme cuenta de que se refiere a mí. Bien, Julian, no eres al único que tomaron por sorpresa.

—Son los elegidos —Mikhalina se mantiene firme.

—De ninguna manera —Julian sacude la cabeza—. Necesitamos gente con experiencia y Frank no la tiene, no para esto.

—El comandante ya la aprobó, no hay nada más que hacer.

—Oh, sí la hay —Eleva la mirada hacia ella—. Yo soy el encargado y me corresponde a mí decidir quién va o no. No voy a arriesgar a todo el grupo por alguien que no tiene la suficiente experiencia, alguien quien aún no ha terminado su entrenamiento. Es mi última palabra —Gira la mirada hacia nosotros, sin ver a nadie en particular—. Los quiero aquí a todos a primera hora mañana —dicho esto, se gira para irse.

Me quedo boquiabierta, ¿cómo se atreve...?

Mis pies parecen tener vida propia, porque les ordeno algo, pero ellos se mueven sin control siguiendo los pasos de Julian Brock, a quien alcanzo justo al final del túnel.

—Espera —digo mientras me posiciono frente a él—. Si el comandante quiere que vaya, creo que...

—No —me interrumpe antes de poder completar la frase—. El comandante no sabe cómo va tu entrenamiento, llevas muy pocas semanas y no tienes la suficiente destreza para ir.

—Puedo demostrarte que sí —hablo con firmeza.

—Te falta aprender muchas cosas y eso no se aprende de la noche a la mañana. Si vas... —se detiene por un momento—. Lo único que harás será retrasarnos o peor aún, hacer que nos descubran, lo que terminaría con la muerte de todos. Así que no, digas lo que digas, hagas lo que hagas, la decisión está tomada —Intenta caminar, pero no me muevo de mi sitio.

—Pero, ¿qué te pasa?

—Me pasa —Se acerca a mí, tanto que tengo que elevar la cabeza para mirarlo a la cara—. Que la vida de muchas personas está en riesgo. No puedo permitir que alguien muera bajo mi mando y mucho menos por la falta de disciplina de alguien como tú. No vas a ir Perla, ya está dicho. Ahora, vete.

—Pero...

—Es una orden.


...

Relájate un poco, Julian. 

Teorías aquí <3

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