Alguien tira de un extremo de mi franela y no puedo evitar pegar un brinco. No por la sorpresa, no porque el tirón haya sido muy fuerte; sino porque por un fugaz segundo tuve la sensación de que se trataba de mi hermano.
Parpadeo con fuerza tres veces para salir del entumecimiento y bajo la mirada hacia Dan. Sonrío en cuanto lo veo porque no luce para nada como el pequeño niño asustado que me rogó para que lo ayudara. No, la piel de su rostro y brazos ya no está cubierta de ceniza y arena, su cabello está mucho más corto de lo que recuerdo y tiene un ligero destello en los ojos que no había visto antes.
Está bien.
Dan está bien.
Casi tengo que contener la respiración para evitar lagrimear, pero aun así me toma varios segundos poder encontrar mi voz.
—Hola, pequeño.
Dan me observa por un segundo sin parpadear y, antes de que me de cuenta, envuelve sus delgados brazos alrededor de mi cadera.
Estoy sorprendida, pero eso no impide que le devuelva el gesto. Un par de segundos después, le revuelvo el cabello cuando se separa.
—Mi mamá quiere verte, ven.
Tira de mi brazo con tanta fuerza que tropiezo con mis propios pies cuando me toma desprevenida y ni siquiera me permite decirle que aún no he terminado mi turno de trabajo. Sigue tirando de mi brazo hasta que salimos del ala médica y doblamos por el túnel de la derecha. Avanzamos hasta el ala de los dormitorios y, cuando se detiene frente a una de las puertas, me dice antes de abrir.
—Mi mamá dice que eres nuestra heroína.
Se me atascan las palabras en la garganta y todo lo que hago es mirar como abre la puerta y tirá de mi hacía el interior. Lo primero que veo al entrar es un juego de bloques de construcción en el suelo, de seguro se lo han dado a Dan para que se entretenga mientras se adapta al lugar.
—Perla.
Desvio la mirada hacia la izquierda al escuchar mi nombre. Julia me devuelve una mirada conmovedora y triste. Ella no se ve mucho mejor de lo que estaba aquella noche, no como Dan. Es comprensible, desde luego, fue la más afectada de todo.
Sentada sobre el borde de la litera, extiende una mano hacia mí. Me acerco a ella con calma y sostengo su mano, de inmediato, al igual que hizo su hijo, tira de mí con la poca fuerza que tiene para darme un abrazo.
Entonces...
Comienza a llorar.
No sé qué hacer y es por ello que me tardo casi un minuto en presionar mis manos contra sus hombros. No sollaza con fuerza en lo absoluto, sino que las lágrimas caen con una lentitud tan mortal que debo parpadear para no llorar también.
No sé dónde se ha metido Dan, pero no está en la habitación. Ni siquiera me he dado cuenta de que me dejó sola con su mamá.
—Le dije que corriera —dice Julia cuando se separa de mí. Limpia sus lágrimas con las mangas de su suetér y clava la mirada en la pared frente a ella. No comprendo a qué se refiere, así que espero hasta que tenga la fuerza suficiente para volver a hablar—: A Dan, cuando el fuego comenzó le dije que corriera, que yo iba a estar bien, que iba a encontrarlo, que siempre estaría con él —El dolor de su voz hace que se me forme un nudo en el estómago.
—Él no iba a dejarla ahí, hizo hasta lo que no podía por salvarla.
—Lo sé —Se sorbe la nariz—: Es un niño maravilloso, ¡Oh! Vaya que lo es, él y su hermana se adoraban —Julia me mira durante un par de segundos antes de bajar la vista a su regazo—: Mi hija, se la llevaron hace casi cuatro semanas. Son mellizos, Dan quedó con el corazón destrozado y... Intenté seguirlos, intenté recuperarla y me encerraron ahí. Dan se escondió hasta que se marcharon.
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PERDIDA EN TINTA ROJA ✓
Science FictionVENINT I La regla principal para sobrevivir en Venint es huir. Esconderse de los monstruos que viven en las montañas es crucial; sin embargo, cuando sus padres mueren y el gobierno recluta a su hermano pequeño, Perla no solo deberá emprender un peli...