27. SOMBRA

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Quizá esto no era una buena idea. No, era definitivo; esto no era una buena idea, pero no había tiempo para retractarse, no había cavidad para el miedo.

—Tienes que entrar por esa ventana... —Julian señala un punto por encima de mi cabeza. Giro un poco y levanto la mirada—: Estos edificios tienen las escaleras de emergencia en el lado oeste, así que, lo más probable es que no estén muy lejos de ahí. Baja a la primera planta e intenta abrir una ventana desde adentro.

Mientras habla, quito la liga de mi muñeca para atar mi cabello en una cola alta. Está demasiado enredado y siento como comienza a pegarse a mi nuca a causar del sudor; sin embargo, estoy temblando.

—No sé qué tan destruido puede estar el lugar, pero juzgando como está la parte de arriba, no tenemos mucho tiempo antes de que caíga —El intenso color de sus ojos resalta en la penumbra cuando posa sus ojos en mí—. Ten cuidado.

Asiento.

—¿Cómo se supone que suba ahí?

La ventana me saca al menos cuatro metros y medio de altura.

Un segundo después, escucho el irritante sonido de la fricción de un metal contra otro metal. Kallum tira de una escalera empinada que se sostiene desde una plataforma a la mitad del edificio que da paso a otra escalera más arriba.

—Las damas primero —Kallum hace un gesto de reverencia en mi dirección, señalando con una mano hacia el extremo superior de la escalera.

Recorro con dos grandes zancadas los pocos centímetros que me separan de ella y coloco un pie sobre el primer escalón mientras agarro otro de los peldaños con mis manos para comenzar a subir. Mis manos están sudando y el hierro oxidado se me pega a la piel de las palmas que tiemblan como un cachorro asustado.

«Tengo que hacer esto, tengo que lograr esto».

Termino de subir los últimos peldaños y me detengo justo frente a la ventana, examino con cuidado la diminuta plataforma que tiene, antes de apoyar uno de mis pies sobre ella. Hago un poco de fuerza y cuando compruebo que está lo suficientemente firme como para sostenerme, suelto la escalera.

De inmediato, me agarro del marco de madera de la ventana. Calculo la anchura del agujero. Es tan pequeño que por un segundo pienso que no voy a poder entrar por ahí. Hago un poco de presión sobre el vidrio, pero entonces la plataforma en la que estoy apoyada cruje. Me quedo quieta y contengo la respiración por un par de segundos.

—¡Ten cuidado! —grita Kallum.

Tomo una respiración profunda antes de meter medio cuerpo por la abertura, primero paso una pierna y la mitad de mi torso, luego el resto de mi cuerpo. Doy un brinco y caigo de pie sobre el piso de la habitación. Me llevo una mano a la nariz y boca cuando el humo me da de golpe en la cara e intento respirar con calma, aunque sea casi imposible.

Me cuesta unos segundos acostumbrarme a la oscuridad y al picor del humo en los ojos. Cuando lo hago, descubro que estoy en una habitación llena de cajas de cartón apiladas y un montón de objetos más. Con rapidez aparto lo que puedo con mis pies mientras me abro camino hasta la puerta. La abro con brusquedad y la ráfaga de aire hace que no pueda controlar mis bronquios y toso con fuerza.

Recorro las paredes del pasillo de lado a lado con la vista y distingo una luz verde al final del pasillo, justo donde deberían estar las escaleras de emergencia. Corro hacía la derecha y me golpeo el hombro contra la puerta de las escaleras cuando la abro. Bajo las escaleras casi volando y cuando estoy en el primer piso, el suelo tiembla.

El pasillo en el que me encuentro está lleno de cajas y objetos tirados en el suelo. No me detengo a observar mucho más y comienzo a correr mientras el humo continúa llenándome los pulmones y ruego porque la mamá de Dan esté con vida.

PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora