52. AYURNAMAT

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—Tenemos nueve horas antes de amanecer —Julian apoya ambas manos sobre la mesa de metal cuya única iluminación proviene de un solo bombillo que cuelga del techo. Nueve personas están paradas a su alrededor mirando el pergamino estirado de punta a punta sobre la superficie de la mesa.

Por lo pronto, yo me mantengo alejada del grupo lo suficiente como para que no puedan notar mi presencia alrededor de la mesa, pero sin dejar de prestar atención. No llevarme otro regaño, aunque ya no me importe. Ya tengo bastante fuego sobre mí como para echarle más leña al fuego.

Tal parece que han trazado un nuevo plan. No sé si Julian le dijo al comandante sobre la explosión porque no hemos hablado en lo absoluto, así que he intentado no preocuparme por ello. En su lugar, no dejo de pensar en la ubicación de ese edificio y una forma de llegar hasta ahí cuanto todos se marchen mañana por la mañana.

El tema es el siguiente: Cada uno irá a algún lugar distinto vestido como la gente de la capital a recolectar información, yo me quedaré en el Hangar y nos comunicaremos por radio por si surge algún problema.

—El reloj corre rápido, no lo olviden. Cada diez minutos tienen que reportar su ubicación por la radio. El centro de control lo registrará y nos enviará las coordenadas de cada uno a estos relojes. Así sabremos dónde estamos —A continuación, alguien procede a entregarlos y me sorprendo cuando me dan uno a mí. Supongo que para prevenir por si alguien sale herido—: Intentarán interceptarnos por drones si nos descubren, por eso debemos mezclarnos entre la gente. Iremos en grupos de a dos nos veremos aquí a las mil docientas horas, ¿entendido?

—Sí, señor.

Miro la hora en mi reloj: las doce y veinte minutos.

Solo un poco más.

«Resiste un poco más, Callum».


 

 

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PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora