De la nada, el oxígeno que circula a través de la mascarilla parece mucho más pesado, mucho más difícil de inhalar y creo que olvido cómo respirar.
La voz es muy suave. Es apenas un ligero susurro poco perceptible que llega hasta mis oídos, pero a la vez es lo suficientemente fuerte como para que todo mi mundo tiemble. Con toda la cautela que mi cuerpo no tiene ahora mismo, giro la cabeza un poco para recorrer con la mirada la dirección de donde proviene el sonido sin moverme de mi posición ni un solo milímetro.
Y entonces, lo veo.
Me cuesta todo un esfuerzo sobrehumano hacer que el aire entre a mis pulmones. Una gota de sudor me recorre la espalda y siento que mi garganta va a colapsar en un estallido radioactivo que dejará secuela. Algo parece detonar de golpe en mi cerebro y sin pensarlo dos veces, recorro la habitación dando grandes zancadas hasta el borde de esa cama; dónde todo parece comenzar y terminar a la vez.
Mis labios se secan al punto de que puedo sentir las grietas pagarse entre ellas, pero no hago nada por reparar la sensación.
—¿Katie? —repite y es todo lo que necesito para que las lágrimas se acumulen en mis ojos. Con rapidez, mis ojos captan un movimiento veloz de una tela siendo arrojada con fuerza y luego, todo lo que puedo sentir es una presión alrededor de mi cintura.
«Callum».
«¡Es Callum!» «¡Está aquí!»
No reacciono de inmediato, de hecho, me toma toda una eternidad alejarme un poco para inclinarme hasta quedar a su altura. Su cabello está corto, viéndose mucho más oscuro. Parece estar más alto y sus mejillas ya no están tan regordetas, no obstante, sus ojos siguen siendo sus ojos; grandes, grises, tan expresivos como siempre, brillando como si hubieran estado apagados por mucho tiempo.
—Callum... —susurro y ésta vez, soy yo quién lo enfunda en un apretado abrazo.
No sé en qué momento comencé a llorar, pero dejo que un torrente de lágrimas caiga por mis mejillas porque no puedo evitarlo, porque está vivo, porque estoy viva y porque muy en lo profundo de mi alma pensé que jamás volvería a verlo.
Me separo solo un poco y paso mi pulgar por sus mejillas húmedas. Sus largas pestañas también están húmedas y caen con delicadeza sobre sus mejillas ahora teñidas de un ligero color rojo que me parece el más hermoso que he visto en mi vida.
—Te extrañé —susurra con esa voz tan tierna que sigue vigente. Mi voz se corta al intentar hablar.
—No tienes idea de cuánto te extrañé yo —Vuelvo a darle un pequeño apretón y llevo una mano hasta el auricular para hablar.
—¡Lo encontré! —exclamo a medio tono.
—¿Qué dices? —la voz del otro lado suena cortada.
—¡Lo encontré! ¡Está aquí! —digo con euforia.
—Dios —pronuncia muy bajito—. ¡Es increíble! —exclama, pero guarda silencio por un segundo—. Salgan de ahí, ahora. Acabo de ver a un guardia despierto, estaba a punto de decirte.
—En seguida.
—¿Quién es? —pregunta Callum.
—Se llama Chad, es un amigo. Me ayudo a encontrarte —Vuelvo a presionar mis manos sobre su rostro para asegurarme de que es real—. Tenemos que irnos, ¿está bien? —Me quito la mascarilla para ponérsela a él.
Asiente y mira hacia el resto de la habitación.
—¿Y mis amigos? —pregunta.
—Lo siento, cariño, no pueden venir con nosotros —Presiono mis labios entre sí. De pronto, recuerdo a la hermana de Dan y lamento mucho no tener una fotografía o al menos una descripción precisa. Cierro los ojos y me digo a mí misma que, ahora que sé dónde están, puedo encontrar la forma de liberarlos.
—Callum, tenemos que irnos ahora.
—¿Puedo despedirme? —pronuncia bajito.
¿Cómo decirle que no a esa voz?
Asiento.
Sale corriendo hacia un grupo de niños que juegan entusiasmados. Dice un par de palabras y choca sus manos con cada uno antes de regresar trotando y tenderme su mano. Agarro con firmeza su pequeña mano entre la mía, la miro pasando mis dedos sobre la suavidad de su piel. Alzo la mirada para dedicarle una pequeña sonrisa antes de partir.
...
—¿Dónde estás? —le digo a Chad sin dejar de correr junto a Callum. La puerta exclusa se cierra justo detrás de nuestra espalda con un golpe seco y un pequeño pitido se escucha.
—Casi llego a las escaleras —pronuncia con la voz agitada por estar corriendo.
—Bien, vamos para allá.
Sostengo con mayor firmeza la mano de Callum y corremos a través del pasillo. Mis zapatos tienden a resbalar de nuevo, pero no puedo detenerme. Doblamos hacia la derecha y luego a la izquierda.
Otro pitido me hace sobresaltarme y las puertas del elevador frente a nosotros se abren dejándome ver la silueta de dos personas. Pero no alcanzo a ver si se trata de guardias o del personal médico porque con toda la rapidez que mis reflejos me permiten halo a Callum y nos ocultamos tras una pared.
Pego mi espalda contra la pared blanca y sostengo a Callum con un brazo enroscado en sus hombros mientras le hago un gesto para que guarde silencio.
—Demonios —murmuro y llevo una mano hacia el auricular justo cuando varias pisadas comienzan a escucharse—. Hay gente en la entrada de las escaleras —siseo.
—Hay otra salida, al otro lado del piso. Cruza el pasillo central y dobla hacia la izquierda dos veces antes de llegar al final. Te veo ahí —pronuncia rápido.
—Entendido.
Bajo la mirada hacia Callum y presiono mi mano contra su hombro en un gesto consolador.
—¿Estás bien? —pregunto y él asiente.
Doy un ligero vistazo por encima de mi hombro sin despegarme de la pared. No veo a nadie en el corredor, por lo que sin perder ni un segundo cruzamos hacia el otro lado.
Tratando de ser lo más cautelosos posibles, corremos en línea recta hasta el final del corredor con la respiración agitada y los nervios de punta. Estoy a punto de llegar a la escalera, cuando algo me hace detenerme de golpe haciendo que mis pulmones se colapsen.
Una luz roja aparece iluminando cada parte del lugar, seguido de una irritante sirena de alarma que me hace querer gritar y entonces, todo se remueve.
ESTÁS LEYENDO
PERDIDA EN TINTA ROJA ✓
Science FictionVENINT I La regla principal para sobrevivir en Venint es huir. Esconderse de los monstruos que viven en las montañas es crucial; sin embargo, cuando sus padres mueren y el gobierno recluta a su hermano pequeño, Perla no solo deberá emprender un peli...