10. DOLOR

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«¿Qué se hace para poder creer?» Porque todo puede ser posible y no todo puede ser posible. La gente suele crear mitos para no sentirse tan solos y esto me parece uno de ellos.

E.D.J.V.

«Escuadrón de Justicia Venintiana».

No, no puede ser cierto. El gobierno no se quedaría tan tranquilo como lo está, ya habrían acabado con ellos públicamente para que todo el país lo vea. Nadie... Nadie tiene el valor como para hacer algo así...

«Pero tú lo viste, Perla».

—Eso no... —mi voz se corta—. No es posible...

El nombre se repite en ciclo en mi cabeza como si alguien continuara diciendo una y otra vez.

Julian ríe con amargura.

—Tú misma los viste anoche —puntualiza, como si me hubiera leído la mente—: Te has puesto en riesgo por dos de ellos sin siquiera darte cuenta.

Clavo mis ojos en los suyos cuando me pongo de pie y no encuentro de una pizca de mentira en sus palabras. ¿Cabe tanto rencor en el cuerpo humano como para hacer lo que ellos estaban haciendo? Sé que el dolor que causa el solo hecho de respirar en este lugar es lo bastante fuerte como para que se consiga perder la cordura, pero de ahí a enfrentarse de esa forma con el arma del propio monstruo en sí...

Estamos condenados desde nuestro primer aliento por el simple hecho de haber nacido aquí, en este caldero del infierno y tratar de comprender que hay personas que logran desafiarlos... Es más liberador de lo que imaginé.

—Tú eres parte de ellos —afirmo.

Él no lo niega. Por supuesto que no lo hace, no puede hacerlo.

—Por eso estabas ahí, por eso me viste —continúo hablando—: Por eso asesinaste a un vigilante.

—Los vigilantes son más débiles de lo que en realidad parecen, Perla —La forma en la que pronuncia mi nombre me provoca un revoltijo en el estómago.

—¿A qué te refieres?

Me observa por un par de segundos antes de sacudir la cabeza, negango.

—No puedo andar divulgando cosas por ahí, lo siento.

Me molesto. Me molesta que sea de esa forma tan reservada y a la vez, no puedo evitar pensar me gustaría mucho poder llevar las cosas de esa forma tan calmada en la que él parece hacerlo.

—¿Al menos puedes decirme qué demonios fue lo que pasó? ¿por qué se desataron las cosas asi anoche?

Da un par de pasos hacía su costado derecho, sigo sus movimientos con mis ojos mientras espero la respuesta con más paciencia de la que pretendo.

—Se han reportado desapariciones de civiles por varias zonas del país, muchas más de lo normal —explica con calma—: Esta noche, cuando nos separamos me dirigí al centro y fue entonces cuando los ví. Cinco convoys, en dos de ellos repletos de gente fuera del gobierno, de civiles, de niños, Perla.

Algo dentro de mí se remueve al escuchar sus palabras. Sé que no es para ningún fin bueno. No quiero ni imaginarme lo que les estarán haciendo. No comprendo cómo alguien puede hacerle daño a un niño que lo único que hace es traerle un poco de alegría a la vida de cualquiera. No sé qué sería de mi si Callum no estuviera conmigo mi vida se convertiría en un agujero negro.

Callum.

Callum.

«¡Maldita sea! ¡Callum está solo!»

PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora