21. ANCLAS

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Me pregunto qué hicimos para tener que escondernos bajo tierra para poder sobrevivir, para tener que refugiarnos y camuflarnos como los animales durante la temporada de invierno y esperar a que con suerte podamos conseguir alimento durante los próximos meses.

Después de ver el ala de entrenamiento y todas aquellas armas que nos dan un pequeño destello de protección, no he logrado quitarme esas preguntas de la cabeza. Hemos hecho locuras para sobrevivir, he hecho locuras para poder seguir respirando un día más por más perturbadoras que hayan sido y aún así no parece suficiente. Aún así, las bestias siguen sueltas, siguen detrás de nosotros como si su hambre nunca se pudiera saciar.

—Creo que por fin terminamos, no hay mucho más que ver —dice Linna mientras caminamos de regreso hacía donde están las habitaciones—: Tengo que ir a terminar unas cosas en el almacen, deberías descansar.

—¿Sabes dónde voy a quedarme?

—Oh, ¡sí! Ven —No sé en qué momento lo supo, pero cuando nos detenemos frente a una de las puertas enumeradas y Linna la abre, descubro que mi mochila está encima de una de las literas—: En esa caja de ahí —Señala con su dedo índice derecho la caja de cartón que hay justo al lado de la mochila—: Encontrarás tus productos personales y ropa. Recuerda que hay horarios para ir al baño y... creo que ya está todo.

Asiento.

—Gracias, Linna.

Ella sonríe con amabilidad.

—Espero que puedas descansar.

Cuando se marcha, lo primero que hago es revisar el horario de los baños para tomar una ducha. El agua caliente relaja los musculos de mi espalda y la tensión acumulada en mi cuello rigido. El jabón que estaba dentro de la caja tiene un ligero aroma a menta y es tan rasposo que me irrita la piel cuando lo froto con fuerza. Según lo me dijo Linna, los productos de aseo personal y otras cosas las preparan aquí mismo a base de plantas y otros compuestos que desconozco. Me visto con los pantalones y la camiseta gris que estaban dentro de la caja y regreso a la habitación. Las dos chicas con las que comparto el lugar me observan con curiosidad, pero no le presto mucha atención. No me apetece entablar conversación, no cuando mis parpados pesan debido al cansancio.

Me subo sobre el colchón de mi litera y me recuesto boca arriba. A pesar del sueño, me cuesta trabajo cerra los ojos porque solo puedo verlo a él, a Callum. Quién sabe qué clase de cosas pueda estar viviendo y el solo pensamiento de ello me provoca escalofríos.

«Estará bien, Callum estará bien».

Repito esa frase en mi mente todas las noches para motivarme, porque esa es la única razón que tengo para no derrumbarme por completo. Así que voy a aferrarme a ella como si mi vida estuviera en juego, porque esa es lo única que logra calmarme, la única que me hace querer levantarme cada mañana.

«Estará bien, Callum estará bien».

...

Algo está asfixiándome.

Una capa de sudor me cubre el rostro y cuello y puedo sentir las fuertes palpitaciones de mi corazón detrás de mis orejas. Intento moverme, pero mis piernas y brazos pesan.

Intento llevar el oxígeno a mis pulmones, pero estos no ceden, cada inhalación se hace más difícil que la anterior y necesito de todo mi control para no gritar, aunque creo que tampoco podría hacerlo, porque siento una fuerte presión sobre mis cuerdas vocales que me deja sin aliento.

Abro los ojos y me incorporo de golpe. Mi mente se convierte en un horrible golpeteo de palabras, de pensamientos que no atino a callarlos.

Quiero llorar, quiero gritar, quiero salir corriendo, pero no puedo realizar ningún otro movimiento más que llevarme una mano al pecho, a la altura del corazón intentando en vano calmarme.

La ansiedad inunda mi sistema y me agobia hasta el punto de no saber qué hacer. Estoy hecha un desastre. Tomo varias respiraciones profundas y evito pensar en cualquier cosa. Entonces, la punzada de dolor que me recorre el abdomen logra sacarme del trance.

«No».

Busco entre la penumbra de la habitación la caja que dejé al ras de la cama y remuevo el interior en busca del paquete de toallas femeninas que vi justo esa noche. Este no es cuento de hadas, es la vida real y en la vida real el periodo existe, llega cuando quiere, duele y molesta como el infierno.

Justo como en este momento.

Tomo una respiración profunda antes de abrir la puerta para encaminarme al baño más cercano. Una vez de regreso a la habitación debo forzar mucho la vista para poder ver a través de la oscuridad del túnel. Doy un par de pasos más antes de cruzar en una esquina hacia el extremo que me llevará de vuelta a las habitaciones. Voy casi a la mitad cuando lo escucho.

El eco de unas pisadas retumba hasta llegar a mis oídos, hay alguien cerca y se supone que no debería estar aquí. Linna me dijo no se podía andar de noche por ahí, que va contra las reglas, pero... ¡Era necesario que saliera de la habitación!

Apresuro el paso, pero para mí mala suerte, choco con alguien un par de metros más adelante.

Genial, acabo de llegar y ya van a echarme de aquí.

—Sabes que no puedes estar a... —se detiene a media frase, el túnel se ilumina un poco con la luz de una linterna—. ¿Perla?

Esa voz...

Alzo la mirada. Unos intensos ojos azules me reciben con confusión.

Julian.

...

Por acá los team Julian

WattpadGenangel9Gp

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