51. ARDOR

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Con toda seguridad, puedo decir que el oxígeno dentro de los muros que rodean la capital es completamente diferente al del resto del país e incluso al que se respira más allá de las montañas y todo el lugar desprende un aroma a mente, a cítricos frescos y a césped recién cortado que resulta embriagador.

Supongo que aquí es donde los cuentos de hadras cobran vida desde las raíces de los cerezos y manzanos que se esparcen por el perímetro de los parques, en cuyas cúspides se posan pájaros cantarines que sobrevuelan los aires. Sus vuelos más altos se pierden entre las nubes al igual que la punta de los rascacielos bañados en cristales tornasolados que reflejan el brillo de la luz solar.

Con cada estructura combinada a la perfección, la capital de Venint es una ciudad de cristal que sobresale de las cenizas.

El bullicio de la gente y el suave arrullo de las fuentes de agua mineral no se hace esperar. Mis ojos bailan de un lado a otro, contemplando la belleza oculta a simple vista para todo aquel que no pertenece a la elite del país.

El ronroneo de los autos, las bocinas de las bicicletas con cestas llenas de cosas y el murmuro de la gente se siente tan extraño para mí que casi creo estar en otro planeta, porque todo va en armonía; el vestuario de los habitantes, los colores sobrios que adornan cada rincón de las calles, la sensación del aire y la ligereza de la atmosfera es...

Creo que no tengo palabras exactas para describirlas, pero debe parecerse al cielo.

Aunque se trate del infierno.

No debo olvidarme de eso.

—Vaya que saben en cómo gastarse la fortuna del país es esto —puntualiza Isaac y yo no podría estar más de acuerdo.

El resto del país está cayéndose a pedazos, pero tal parece que a ellos se les da muy bien gastar cientos de miles de monedas para complacer cada uno de sus caprichos por más ridículos que sean. A ojos del sol no parece significativo, pero en boca de la luna, es milagro contenido.

—Nos vamos —Me toma un segundo comprender que Julian me habla a mí—: Ahora, el refugio no está muy lejos de aquí.

Asiento, sin pronunciar palabra alguna.

—Bueno —Rosette chasquea los dedos de su mano derecha—: Si necesitan ayuda, ya saben dónde encontrarnos —Le dice directamente a Julian y este asiente, ¿acaso me he perdido de algo?

—Gracias por traernos —les dice y da media vuelta para comenzar a caminar.

Entonces, siento algo en mi mano. Miro de reojo el pequeño rectángulo que Chad me entrega.

—Nos vemos luego —susurra antes de marcharse.

Miro el rectángulo de cristal sin saber qué hacer con ello, pero termino guardandomelo en el bolsillo cuando Julian se gira al notar que no lo sigo. No dice nada de forma verbal, pero su mirada me lo indica todo.

Suspiro y camino detrás de él.

...

Caminamos dos calles, escabulléndonos por la parte trasera de los edificios para evadir las cámaras de seguridad, que, gracias al cielo y al increíble trabajo de Arik y el resto de personas que manejan el centro de control, sabemos dónde están posicionadas.

—¡Por Dios Santo! —exclama Nesly en cuanto nos ve llegar al hangar que usaremos de refugido durante el tiempo que estemos aquí. Esta en una zona de carga de la capital donde no hay mucha población ni enormes edificios y que tan solo se usa para almacenar alimentos enlatados para los meses de invierno o par cualquier emergencia—. ¿Qué pasó con ustedes dos? ¡Los buscamos durante horas! —Se acerca con prisa. El resto del equipo deja de hacer lo que estaban haciendo para enfocar la mirada en el alboroto y en cuanto ven a Julian, la tensión de sus cuerpos se relaja a simple vista.

—Control nos informó que venían de camino hacia acá —comenta Kallum—: Así que seguimos el plan.

Julian asiente, conforme.

—Hicieron lo correcto.

—¿Cómo llegaron hasta aquí? —pregunta alguien del grupo. A continuación, Julian procede a relatarle de manera resumida la historia. Nesly asiente conforme va comprendiendo la situación.

—¿Cuál es nuestro siguiente paso? —pregunta Nesly.

Julian clava su mirada en mí por tan solo un segundo.

—Tengo que hablar con el comandante primero —Kallum asiente—: Esperen aquí —nos comunica, luego, desparece por algún lado.

...

Una de las esquinas del rectángulo transparente se me clava en la piel de la pierna cuando me siento sobre unas cajas de plástico al final del hangar. Necesito un momento para pensar, necesito un minuto a solas sin escuchar ni una pregunta más acerca de nuestra travesía hasta aquí y sobre la explosión. De la cual nadie sabe aún cómo ocurrió. De todas maneras, no van a extrañarme, puesto que ya no me dejarán intervenir en la misión. Al menos no desde el exterior.

Saco el rectángulo de mi bolsillo y lo coloco sobre mi mano, es un poco más grande que esta, pero es tan ligero que temo que pueda partirse con un poco de presión. Tan solo parece un trozo de vidrio; sin embargo, cuando paso mi dedo por la superficie de este, se ilumina.

«¿Qué demonios?»

Algo me lleva a dar dos toques sobre el vidrio y entonces, la luz parece salir del aparato y forma una imagen tridimensional frente a mis ojos. Me toma un momento acostumbrar mis ojos a ella y cuando lo hago, veo el mapa de una ciudad.

De esta ciudad.

Lo reconozco porque ya la he visto antes, tanto físicamente como en las imágenes que nos enseñaron en el centro de control del escuadrón; no obstante, hay un pequeño punto marcado al suroeste del mapa. Llevo mi dedo índice hacia esa zona y una imagen más ampliada aparece.

De pronto, comienzo a hiperventilar.

No sé cómo, pero al ver el edificio, sé que es ahí.

Ahí, en ese punto de cristal azul, está mi hermano.

...

¡Gracias por leer! 


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