ERA 23 - AÑO 2049
Ahora sé que no voy a morir tan fácilmente.
El fuego en mis piernas se incrementa conforme avanzo y me es casi imposible seguir por el terreno vacío al lado de la carretera principal sin tropezarme o sentir que se me desgarran los tobillos, pero tengo que llegar a casa antes del anochecer, antes del toque de queda; Callum está solo.
No me gusta dejarlo solo, no hasta tan tarde, pero hay días en los que no tengo otra opción.
Hace alrededor de seis meses nos mudamos a un vecindario abandonado en las afueras del centro de la ciudad de Zoll. Tuvimos que salir del centro debido a los bombardeos y, la verdad, prefiero vivir alejada de la oscuridad en la que se suma la ciudad cuando cae la noche. No sé si soportaría vivir alrededor del temor que se esparce por cada rincón de ésta y del peligro que se desata bajo el firmamento nocturno.
Obligo a mis piernas a moverse con mayor rapidez, jadeo e intento ignorar la quemazón en la parte posterior de mis rodillas hasta que llego al estacionamiento donde dejé el vehículo que usé para llegar hasta aquí. Lo encontré dentro de la casa en la que vivimos. Está tan destruido que es peligroso usarlo, además de que corro el riesgo de que alguno de los vigilantes que rondan las calles lo escuche, pero lo necesito para poder escapar de la ciudad lo más rápido posible. Junto con el auto encontré una gran reversa de gasolina que guardo solo para este tipo de ocasiones.
Sacudo la cabeza; es tan descabellado pensar que de pequeña soñaba con tener aventuras donde tuviera que saltar desde el punto más alto de un edificio a otro, subir hasta la cima de una montaña o volar en un dragón llamado Groot, pero nunca, nunca imaginé que mi vida se convirtiera en esto. En este sube y baja de peligros, de muerte...
«¡Bienvenidos a Venint!
Un lugar donde las historias de terror que te contaban cuando eras niño se vuelven reales. Aquel del que es el imposible salir ileso porque el peligro se convierte en tu sombra desde que pones un pie afuera del refugio de tu hogar.
¡El lugar donde las pesadillas se vuelven realidad!
¡Disfruta tu estadía!»
Me enferma el solo hecho de pensar en todo lo que nos ha hecho el gobierno. Me enferma que las cosas cotidianas como ir a playa o comer un helado se hayan convertido en una leyenda urbana para los niños. En cuentos de fantasía que sirven para ahuyentar a las pesadillas que se ciernen sobre nosotros.
Quito de un jalón la polvorienta lona con la que cubrí el auto hace un par de horas, no sin antes asegurarme de que no hay nadie alrededor y lanzó la caja de cartón en los asientos traseros. Acto seguido, me apresuro hacia el lado del conductor. El motor ruge cuando lo enciendo y formo una mueca de pánico. Apenas está cayendo la tarde, por lo que decido no encender las luces del auto aún. Observo que todo esté bien, piso el acelerador y salgo de ahí.
No me toma más de cuarenta minutos en llegar al vecindario en penumbras. No tenemos electricidad la mayor parte del tiempo, así que todo lo que comamos debe poder conservarse a temperatura ambiente, eso, mezclado con el hecho de tener que escondernos va a acabar conmigo un día de estos. No voy a mentirme, he llorado más de lo que me gusta admitir. Comprendo a la perfección lo que se siente que se te desgarre el alma como si enormes garras filosas hicieran el trabajo.
Mis padres murieron hace dos años a causa de una bacteria letal que ataca las membranas de las células, devorándolas hasta provocar una lesión irreversible. Una bacteria que, según la ONSV (Organización Nacional de Salud Venintiana) acabó con el sesenta y cinco por ciento de la población adulta del país. Muchos niños también murieron, pero en comparación con los adultos la tasa de mortalidad infantil fue insignificante. Estuve pérdida, no sabía qué hacer, la ansiedad y el miedo estaban consumiendo célula por célula tal como la bacteria había hecho con ellos; sin embargo, al escuchar a mi hermano de cuatro años llorar porque tenía hambre, entendí que me necesitaba y que debía aprender a sobrevivir si quería que él permaneciera a mi lado.
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PERDIDA EN TINTA ROJA ✓
Bilim KurguVENINT I La regla principal para sobrevivir en Venint es huir. Esconderse de los monstruos que viven en las montañas es crucial; sin embargo, cuando sus padres mueren y el gobierno recluta a su hermano pequeño, Perla no solo deberá emprender un peli...