35. LUNA: PARTE II

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¡Gracias por leer! <3

Tamborileo mis dedos sobre el pilar de una de las literas con impaciencia. Linna está sentada a mi lado y algunos se han quedado dormidos o hablan tan bajo que ni ellos mismos pueden escucharse o al menos eso creo porque, considerando la circunstancias, hay demasiado silencio...

Las puertas del refugio se cerraron hace al menos veinte minutos, la alarma dejó de escucharse y nadie ha dicho absolutamente nada sobre ello en los últimos quince minutos. No me permitieron ir a ningún otro lugar y no me quedó más remedio que meterme en esta especie de jaula protectora sin tener idea de qué es lo que ocurre; sin embargo, tengo una especie de desaociego que no me deja quedarme tranquila.

Muevo mi pierna sobre el piso al ritmo de un compás inexistente que martillea mi cabeza una y otra vez.

—Ya, basta —Linna me detiene colocando su mano en mi muñeca—. Vas a hacerle un hueco al metal —Hace ademán hacia a la barra de metal con la que no he dejado de jugar desde hace rato mientras se ríe.

—Lo siento, es que... esto es muy raro —Froto las palmas de mis manos sobre el material del pantalón que llevo puesto.

—¿Qué cosa? —Mira alrededor confusa.

—Esto... —gesticulo con los brazos en el aire—. Este silencio no es normal, se supone que algo muy mal debe de estar ocurriendo como para que nos empujen aquí, al refugio.

—No te confíes, al menor indicio de amenaza las alarmas suenan y nos envían aquí. Es una forma de tener más protección y control sobre la gente —Eleva un hombro, restándole importancia—: Si pasara algo grave, ya nos habríamos enterado.

Por inercia, miró hacia el techo.

—¿Crees que...? —comienza a decir, pero guarda silencio de pronto. Bajo mi vista hacia ella, incitándola a que continúe—: Sé que la razón principal por la que estás aquí es por tu hermano, pero... ¿Crees que habrías podido continuar sobreviviendo sola? Digo... No quiero decir que necesariamente tendrían que habérselo llevado para que vinieras aquí, pero...

Asiento, comprendiendo a qué se refiere.

Junto las manos sobre mi regazo y me recuesto contra la pared a mi espalda, meditando sus palabras.

¿Habría podido continuar sola?

—No lo sé, Linna. Es... —Hago una pausa—: Había días en los que estaba tan ahogada que sentía que no podía continuar, pero él... Callum, me daba ese pequeño empujon que necesitaba para ponerme de pie de nuevo. Supongo que de eso se trata... —Tragué con fuerza—: Encontrar algo por lo que valga la pena continuar.

Linna sonrié de lado.

—Es muy extraño que se llame casi igual que Kallum.

Enarco una ceja.

—Algo pasa entre ustedes, ¿cierto?

Linna me observa de golpe, luego, parece relajarse un poco.

—Es... bueno... salimos hace un tiempo, pero... —Pasea la mirada por todo el lugar, como si buscara algo en especifico—: Mi padre...

Lo comprendo de inmediato y coloco una de mis manos sobre su hombro derecho.

—Bien, lo entiendo. Papá no quiere que salgas con alguien que trabaja para él.

Linna me dedica una sonrisa triste.

—No quiere que salga con alquien a quién podría perder en cualquier momento.

No sé qué responder a eso.

Linna es una de las personas más dulces que he conocido y después de conocer su historia y lo que pasó luego de la muerte de su madre y hermana, no puedo imaginármela sufriendo por amor. No es justo, pero la realidad es que en esté país el amor del tipo romántico está más que sobrevalorado. La gente suele preocuparse más por sí misma que por alguien más, es más común toparse con un amor maternal, de madre a hijo o de hermano a hermano que encontrar a tu alma gemela y esa clase de cosas por el simple hecho de que el escenario en el que vivimos te obliga a pensar día y noche en si al siguiente día podrás comer algo, o si conseguirás agua, o si podrás encontrar las medicinas si te enfermas; son cosas que invaden tu mente de una manera tan profunda y obsesiva que no puedes darte el lujo de pensar en algo más.

PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora