25. DELIRIO

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Me toma al menos media semana adaptarme al ambiente dentro de las instalaciones del Escuadrón de Justicia o por lo menos a no querer salir corriendo cada que lo pienso; sin embargo, debo recordarme a mí misma que estoy aquí por mi hermano y que si quiero encontrarlo debo seguir las normas del lugar. No hay discusión en eso. Quizá adaptarme hubiera sido más sencillo si no lo tuviera todo el día en la cabeza, susurrándome que debo darme prisa, que está en peligro.

Estoy convencida de que necesito unirme a uno de los equipos del Escuadrón para poder averiguar a dónde se lo han llevado, pero todavía no sé mucho sobre cómo entrar en uno de ellos. Lo único que sé es que hay que pasar por un par de pruebas, hay que destacar en algo, hay que tener una habilidad inata para ello y no estoy segura de si cumplo con alguno de esos requisitos.

Sé disparar, sé escabullirme y quizá otro par de cosas que ahora mismo no recuerdo, pero... ¿Será suficiente?

Durante la tarde del sexto día, veo a Julian pasar por una esquina del comedor. No he hablado con él desde aquella vez y algo me lleva a pensar que es la única persona que puede ayudarme para lograr mi objetivo dentro del Escuadrón, el problema es que no tengo la suficiente confianza como para preguntarle qué debo hacer. No cuando... cuando...

—Kallum —digo sin pensarlo mucho cuando el tipo se sienta frente a mí. Él levanta la vista de la bandeja con comida y enarca una ceja—: ¿Estás en el equipo de guardias no?

Asiente sin quitar la expresión.

Noto como Linna intercala la mirada entre ambos, curiosa. Aunque debe imaginarse por qué le estoy preguntando, es la única además de Julian que sabe la razón por la que estoy aquí.

—¿Cómo alguien puede ser parte de uno? Quiero decir, ¿qué hay que hacer para que te escojan?

—¿Para qué quieres saber?

Le doy un rápido vistazo a Linna, preguntándole con la mirada si puedo confiar en él. Nunca me había pasado esto con nadie, tampoco es que haya conocido a muchas personas en mi vida, pero ambas hemos notado que tenemos una especie de conexión fraternal ya que no hace falta que digamos mucho para saber lo que la otra está pensando o quiere expresar.

Es extraño, pero a la vez es agradable poder sentirse tan cercano a otra persona en tan poco tiempo.

—Kallum —dice ella—: Perla vino...

Linna corta la frase de golpe en cuanto una sirena retumba y ahoga cualquier otro sonido. Apenas tengo tiempo de prestarle atención al irritante sonido cuando veo que Kallum se pone de pie de golpe seguido por Linna.

—¿Qué sucede? —pregunto, confundida. También me levanto al ver que todos los demás lo hacen, algunos con tanta rapidez que varios taburetes caen al suelo debido al movimiento bruscos.

—Debemos ir al refugio —grita Linna por encima de la alarma.

Kallum nos empuja hacia la salida del comedor y desaparece entre la gente un momento después.

—Va a reunirse con el equipo, vamos —Linna tira de mi brazo y yo me dejo arrastrar porque el sonido es tan irritante que no puedo pensar en nada más. Trotamos entre la gente que también abandona el comedor hasta que, de pronto, alguien choca conmigo. Me tambaleo a un poco debido a la sorpresa y cuando alzo la vista, Linna ya no está a mi lado.

No me queda más remedio que seguir a la gente, porque no tengo idea de dónde queda el refugio. La electricidad se corta mientras camino por los túneles y una lluvia de polvo cae sobre mi cabeza. Tropiezo con algo y debo agarrarme de la pared para no caer. Entonces, las luces de unas linternas me encandilan la vista. Acto seguido, un grupo de personas pasan a toda velocidad por mi lado y doblan hacia la derecha.

PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora