50. ALIANZA

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Hi! Espero que todos tengan una linda semana<3 Quería comentar que ya estamos en la recta final de la historia. Continuaré subiendo dos capítulos semanales y los últimos tres los subiré el mismo día junto con el epílogo <3 

¡Gracias por leer!

...

Las montañas se alzan frente a nosotros, frías, imponentes, casi como guardianes que intentan impedirnos continuar, que intentan advertirnos del peligro en el que nos estamos metiendo. El viento frío me corta la piel del rostro cuando nos bajamos de la camioneta.

—Iremos caminando desde aquí —dice Julian a todo el grupo en general. No me ha dirigido ni una sola mirada desde que comenzó el día y, a decir verdad, lo prefiero de esa forma.

Me engancho la mochila en los hombros y meto las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta.

—Tengan cuidado por donde pisan, hay trampas eléctricas por el suelo —comenta Chad.

De espaldas a ellos, me llevo las manos a la cadera y por inercia, exhalado con lentitud antes de ponerme en marcha. Rosette, Chad y Julian van a la cabeza del camino, mientras que Isaac y yo vamos hasta atrás. Sé que Julian sigue receloso con respecto a confiar en Rosette y los demás, pero de momento continuaremos juntos hasta la capital.

Siento los músculos de mis piernas tensarse con cada paso. El terreno comienza a inclinarse y tendremos que escalar un par de metros. La superficie es rocosa, hay partes que están cubiertas de césped y una ligera neblina cubre los picos. El ambiente es tan lúgubre y deprimente que provoca salir corriendo. El clima tiene la valentía de advertirnos sobre los peligros que se nos vienen encima.

—Ahí —Chad apunta con la mano hacia una zona del borde—: Continuemos por esa pendiente, hay un camino que lleva a una cueva. Tiene salida del otro lado, es mejor que seguir caminando a campo abierto.

—¿Qué hay del túnel? —pregunta Julian. Volteo a verlo en cuanto lo escucho. Se me olvida que trabajó para el gobierno y que probablemente conozca bien estos lados.

—El túnel lo cerraron hace meses —responde Rosette—: Encontraron a un vigilante muerto dentro.

Durante un segundo, nos quedamos mirándonos la cara entre sí de hito en hito. Al final, Rosette levanta ambas manos en señal de inocencia.

—No fuimos nosotros, solo diré eso —Eleva un hombro y da media vuelta para continuar caminando.

Llegamos a la pendiente y avanzamos varios metros más por el este de la montaña hasta que vemos al final del camino una abertura de no más de tres metros de ancho y dos de largo.

Nadie dice nada y tan solo nos limitamos a encender unas linternas para poder ver el camino.

Varios minutos después, camino dejando un pie delante del otro sin levantar la mirada. El camino rocoso tiene incrustadas unos carriles de tren sin terminar que se extienden por todo el túnel. El interior de la cueva es mucho más grande de lo que lo es la entrada. Alzo la mirada en cuanto escucho un aleteo, los murciélagos han estado velando nuestro camino desde que entramos. La luz del día no llega hasta este lugar y tal como lo comentó Chad hace rato, cada vez el terreno comienza a volverse más húmedo. La suela de mis botas se entierra en la arena y tengo que pasarme hacia el otro lado para caminar con mayor agilidad.

Me sobresalto cuando un murciélago pasa volando sobre mí, mis pies se enredan y casi caigo hacia atrás de no ser porque choqué con el lateral del brazo de Julian. Regreso a mi postura de inmediato y le doy un rápido vistazo antes de continuar mi camino como si nada hubiera pasado.

«Vas por el camino equivocado, Perla».

Recorremos un buen tramo antes de que una pequeña punzada aparezca en mi brazo derecho. Con rapidez, me subo la manga de la chaqueta y de la camiseta solo para ver un ligero punto rojo en mi muñeca. ¿Acaso es el rastreador? ¿Por qué ahora se ve de esa forma? Kallum me dijo que navegaba por la sangre, pero no pensé que iba a alojarse en un punto especifico. Sacudo la cabeza, restándole importancia y regreso la mirada al camino; sin embargo, no veo a nadie.

¿Dónde están? Tan solo me distraje un segundo.

Sin perder la calma, continúo caminando a paso firme sin demorarme a pensar mucho. Cruzo con rapidez el tramo de las vías de tren siguiendo la curvatura que estas forman en un sitio especifico; entonces, veo luz solar.

Me apresuro a llegar hasta la abertura donde comienzo a distinguir las siluetas de los exploradores perdidos —Aunque creo que la perdida era yo—. Llego junto a ellos al tiempo que escucho a Chad pronunciar:

—Damas y caballeros —Eleva ambos brazos en el aire—. Bienvenidos a la gran capital de Venint. 

 

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PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora