Las instalaciones de la resistencia son unas viejas estaciones de tren, un subterráneo que ellos mismos remodelaron para construir el cuartel. Me impresiona como lograron reparar todo y convertirlo en lo que es ahora; un lugar totalmente funcional para albergar a muchas personas.
Varios túneles se extienden desde el centro de la cuidad. Creando un laberinto oculto de los vigilantes y de cualquier punto de rastreo con una tecnología de camuflaje que no puedo comprender del todo. Tienen electricidad gracias a paneles solares y agua potable, es como un pequeño paraíso entre cenizas.
Hay varias estaciones, varias zonas, pero todas se unen entre sí para crear una sola pieza.
Linna camina un paso por delante de mí, hablando sin parar. Cruzamos la zona de las habitaciones, hay muchas tanto ocupadas como vacías y estás se extienden hasta los túneles.
Mi corazón se encoge cuanto nos detenemos en el ala médica.
—Drew es el médico —Linna camina alrededor de una mesa con instrumentos médicos. Esta parte es muy diferente al resto, o al menos a lo que he logrado ver. Mientras que, los otros sectores tienen una iluminación muy tenue. El ala médica está tan limpia e iluminada que por un momento me parece estar en un hospital antes de la llegada de Gogh al poder —aunque nunca vi uno en persona—. Hay un par de camillas, sillas, lámparas y de todo tipo de equipos médicos.
—Espera a ver el sector de entrenamiento, hay varios traga luces en el techo.
—Es que... todo esto... siempre me ha gustado, la medicina en general —hablo con pausa. Creo, que ha sido mi gran pasión de vida y si las cosas fueran diferentes, quizá...
Quizá...
Aprieto los dientes y me trago mis pensamientos.
—¿Para qué entrenan? —pregunto para llenar el silencio.
—Bueno... tenemos guardias y gente que se encarga de proteger a todos aquí, además de otras cosas. A mucha gente le gusta ir ahí, les sirve para distraerse, ya sabes —explica con simpleza.
—Vale.
Al salir de ahí, atravesamos los túneles mientras Linna me explica las reglas. Al principio no le presto mucha atención, me distrae el sonido de eco que hay en este lugar. Cada paso, cada palabra, incluso el sonido de cada chasquido se extiende por metros retumbando en cada orificio.
—Otra cosa, todos trabajamos en algo. Incluso los más pequeños, porque así es como funciona este lugar, con la cooperación de todos —se detiene un segundo antes de añadir—. Mi trabajo es controlar los suministros, hacer inventario todos los días. Cualquiera que necesite algo debe acudir al almancen y Amelia o yo entregamos las cosas... —se encoge de hombros.
Me mantengo callada, caminando detrás de ella. La luz fluorescente le da un aspecto un tanto terrorífico a cada pasillo. Doblamos en una esquina y luego seguimos derecho hasta llegar a unas puertas dobles.
—Y este es el comedor —dicho esto empuja ambas puertas. Nos recibe un enorme salón, con muchas mesas largas una al lado de la otra con sus respectivas sillas. A diferencia del resto del lugar, las paredes parecen estar hechas de piedras y arena. El techo es muy alto y de este cuelgan unas simples lámparas con un solo bombillo cada una.
Hay mucha gente.
No sé qué hora es, pero al parecer es hora de la comida porque el lugar está abarrotado de personas.
—No pensé que fueran tantos... —murmuro más para mí que nada.
—Somos alrededor de quinientas personas provenientes de varias partes del país —comenta—. Ven te presentaré a Gabrielle, ella es la encargada de la cocina —da media vuelta y comienza a caminar por costado hay un pasillo en uno de los laterales del lugar. Camino un paso detrás, varias personas se me quedan viendo cuando paso junto a ellas y opto por ignorarlos. Distingo una mesa en un rincón, con una cesta llena de dulces. Incluso, llego a ver varias cajas de una golosina que hace años no veía; un cereal relleno con caramelo o chocolate llamado Fliphs que hace que mi boca de derrita. Me pregunto cómo harían para conseguirlas, porque la última vez que vi una era una niña y si por casualidad de la vida las venden en una tienda del gobierno, cuestan un ojo de la cara.
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PERDIDA EN TINTA ROJA ✓
Science FictionVENINT I La regla principal para sobrevivir en Venint es huir. Esconderse de los monstruos que viven en las montañas es crucial; sin embargo, cuando sus padres mueren y el gobierno recluta a su hermano pequeño, Perla no solo deberá emprender un peli...