2. ESPERANZA

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Hi! Antes de iniciar con el capítulo de hoy, quería agradecerte por haberte quedado en la historia. Sé que vas a querer tanto a los personajes como yo lo hago <3 

Sigue mi perfil de Wattpad para no perderte de ningún detalle <3 Genangel9Gp

¡Gracias por leer!

...

—¡Vamos, Callum! Tenemos que llegar antes del mediodía—Tiro con fuerza del mango del carrito que usamos para transportar las botellas de agua para evitar que las ruedas se atasquen en la tierra, luego giro la cabeza sin dejar de caminar—. Callum, por favor —lo riño, pero él no parece escucharme. Está más concentrado en agarrar del suelo cualquier piedra que se le atraviese.

Resopló y miró la hora en mi reloj de muñeca. O al menos eso intento, porque la caligrafía grabada en el borde del círculo me distrae por un segundo.

«Para mi pequeña perla».

Mi padre me lo dio como regalo de cumpleaños un año antes de morir. Es lo único que conservo de él, así como el anillo de bodas de mi madre que, al igual que el reloj, siempre lo llevo puesto.

Son las diez y quince de la mañana, hemos caminado al menos unos veinte minutos y aún nos falta un par de metros para llegar al riachuelo. Debemos de estar de vuelta en casa antes de las doce del mediodía o podríamos toparnos con un vigilante.

Cada día, sin falta, cientos de tropas se despliegan por la ciudad a la misma hora de siempre: a las seis de la mañana, a las doce del medido día, a las siete de la noche —justo después del toque de queda—, y a las once de la noche. Cualquiera que viole el toque de queda es penalizado, cualquiera que consigan rondando por ahí sin una razón en específico es penalizado, cualquiera que esconda a un niño huérfano... Es penalizado.

El susurro del bosque nos acompaña durante el resto del camino junto con el aroma a pino, a leña y a tierra húmeda característico de la zona.

Cuando llegamos al riachuelo, Callum se acerca a la orilla y saca las rocas de los bolsillos de su pantalón para comenzar a arrojarlas mientras yo lo observo desde mi posición. Tomo una respiración profunda y agarro la primera botella para llenarla. El ritmo y el sonido del agua son relajante, pero no puedo bajar la guardia cuando él está tan cerca de la orilla. No puedo negar que soy bastante sobreprotectora con él. Callum es lo único que tengo, no puedo darme el lujo de relajarme cuando estamos rodeados de un peligro que ni siquiera alcanzamos a ver del todo.

Me toma alrededor de diez minutos llenar todas las botellas y acomodarlas en el carrito para que no se caigan a medio camino. Sostengo la manija con intención de regresar por el auto, pero algo me detiene.

Callum.

Lo veo sentarse sobre el tronco de un árbol y clavar la mirada en el agua. Espero a que se levante, pero cuando no lo hace, camino hacia él.

—Callum, tenemos que irnos —Inclino mi cuerpo hacia el suyo y agito una mano frente a sus ojos cuando no se inmuta—: ¿Te pasa algo?

Permanece callado por un momento sin siquiera mirarme. Me da la impresión de que trata de grabar en su memoria el paisaje.

—¿Nuestros padres murieron por ellos? ¿Por los vigilantes?

Me quedo muda por unos segundos. Es la primera vez que me pregunta sobre la muerte de nuestros padres de forma directa, antes tan solo hacía pequeños comentarios.

Doy un paso para posicionarme frente a él y flexiono mis rodillas hasta quedar a su altura.

—No, Callum, ellos murieron por una enfermedad. Eran... —Trago con fuerza—: Ellos te amaban, nos amaban.

PERDIDA EN TINTA ROJA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora