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/Lilith/

Despierto de golpe antes de que la mano con garras pudiera tomarme, me siento en la cama suspirando y sabiendo que sólo fue una pesadilla, aún sabiendo eso el corazón me choca contra el pecho con fuerza y tengo la respiración acelerada. 

Miro el bolso y sé que los libros están ahí, Itadori está dormido y respira muy despacio, ayer tomé los libros sin pensar en nada más que salir del lugar con ellos. ¿Por qué? ¿por qué tenía esos libros si no podemos leerlos? ¿Cómo pudo él? ¿los mensajeros lo permitieron? ¿lo castigaron por eso? ¿si los leo podrían castigarme también? ¿dónde los consiguió? ¿para qué?.

Hiro no hablaba nada sobre si mismo, ni cómo se sentía, ni sobre sus días como guardián, ni como fue el o la sacerdotisa que le enseñó, realmente no sabia nada de él y la idea me asusta sólo después de encontrar esos libros. ¿Por qué?

-Sólo son libros.

Un chillido se me escapa cuando escucho su voz, miro a Itadori que sigue dormido pero en su cara se abre la boca que sonríe, frunzo el ceño molesta.

*No lo entiendes-digo acostándome nuevamente-esos libros...

-No debería tenerlos un sacerdote, eso lo sé.

*Es más que eso-lo miro, aunque es extraño-Hiro...

-Tenia un castigo-asiento-lo sé, no podía salir del templo, fue una razón para no curarlo 

*Si el castigo se lo dieron tiene que haber sido por esos libros o por cómo los consiguió-aseguro. 

-¿Y para qué los tomaste?

*No deben estar en el templo-pero fue más que eso, la curiosidad que sentí por su interior, lo que podría salir ahí, lo que podría aprender....cierro los ojos molesta.

-¿Sólo fue por eso?-su voz como siempre parece muy seductora y eso me molesta.

*No tengo ánimos para discutir contigo-digo cansada, detesto no dormir.

-La solución es simple, sólo deshazte de ellos-me tiro el labio molesta, hasta el rey de las maldiciones sabe lo que debo hacer.

*¿Y si lo que busco está ahí?-susurro, abro los ojos y fijo mi vista en el ojo que me mira, la sonrisa que tiene me molesta-eres una real molestia.

-Y tu eres una sacerdotisa muy extraña-dice divertido-si la solución está ahí entonces toma los libros y búscala, por ahora no podrán castigarte de la misma forma que a Hiro porque tenemos un trato-suspiro y miro el techo de la habitación.

Hiro no podía dejar el templo y aunque yo estaba lista para seguir sus pasos sabia que el día que fuera sacerdotisa sería muy distinto a cómo el lo hizo o vivió. Yo podría salir, dejar el templo y ayudar a las personas por mi cuenta, no iba a depender de un guardián para que lo hiciera. Siempre admiré la fuerza que tuvo para aceptar su castigo, incluso si yo no conocía el  porqué fue castigado, él estaba amarrado al templo, no podía alejarse de ese lugar y él se mantuvo cuerdo con esa idea, hizo un buen trabajo enseñándome y haciéndose cargo del templo; y aunque quisiera decir que aprendí bien de él sé que yo jamás podría mantenerme cuerda si soy obligada a quedarme dentro de un espacio tan pequeño.

-Dime sacerdotisa-lo miro molesta.

*Tengo un nombre, llámame por el o voy a ignorarte.

-Realmente no respetas tu vida-aunque su voz sigue siendo coqueta detecto la amenaza en ella y aunque no quiero siento el frio en la nuca-¿crees que soy cualquiera para hablarme así?-cierro los ojos cansada y sin querer guiar mi vista a él-¿vas a ignorarme?

*Sólo si no me llamas por mi nombre-digo comenzando a molestarme nuevamente, ni siquiera puedo estar serena con mis pensamientos si él está aquí.

-Nunca te presentaste conmigo-

*Lilith-digo bajo.

-Lilith-dice y puedo sentir su sonrisa, me sonrojo y vuelvo a sentarme para mirar por la ventana, la noche parece estar en su punto más oscuro.

*¿Qué quieres?

-Sabes porqué el viejo tenía un castigo-niego-¿nunca dijo nada?-vuelvo a negar.

*Hiro no compartía mucho de sí mismo, era muy difícil saber cómo se sentía o dónde estaba su cabeza-respondo bajo-bueno, había algo que era fácil de ver-sus ojos críticos vienen a mi cabeza.

Tú debes llegar más allá, no seas mediocre, no te conformes con un par de poderes.

Palabras que podrían haber sonado tan alentadoras con un tono y rostro tan critico me estrujan el pecho, ¡qué patética sacerdotisa acabé siendo!. ¿Qué pensaría de mi si me viera ahora? acostada a un lado de un chico al que le tomé cariño y que se comió una maldición a la que voy a darle la dirección de sus dedos. Llevo mis manos a mi cabeza que empieza a latir con fuerza, esto es muy confuso, ¿Qué debo sentir?, en teoría nada, yo debería mantenerme serena y tranquila pero estoy llena de sentimientos por dentro que no logro controlar, antes era tan fácil.

-¿Por qué te torturas?-su voz es seria y molesta-eres una sacerdotisa bastante decente en cuanto  a poder respecta.

*No entiendes-digo entre dientes-si hubieras visto a Hiro antes...-mi voz decae-no llego a los talones del peor sacerdote.

-¿Y vas a lamentarte para siempre por eso?-lo miro y aunque la imagen es extraña, su ojo parece muy serio y al mismo tiempo tranquilo-si quieres ser mejor puedes entrenar.

*No es lo más importante ahora-mis ojos recorren la cara dormida de Itadori, esto es tan bizarro-tengo que encontrar la forma de separarlos-respiro hondo y me acomodo en la cama despacio-para eso necesito dormir-cierro los ojos.

-Una última cosa-abro los ojos despacio y veo su sonrisa-¿por qué parece que te molestas tanto al hablar conmigo? siguiendo la lógica de tu razonamiento y de que no dejas de repetir que eres una sacerdotisa y blablabla, ¿no deberías mostrarte más neutral?

*Debería-concuerdo-pero tienes una habilidad increíble para ponerme de malas-eso lo hace sonreír aún más.

-¿Intentas seducirme?-aunque estoy cansada siento las mejillas arder y eso me molesta.

*Sólo alguien cómo tu puede tomar eso como un cumplido-cierro los ojos-por cierto, ¿estás despierto toda la noche?

-No-dice enojado, sonrío de escucharlo y abro los ojos.

*¿También tienes pesadillas?-digo con burla-¿quieres que te cuente un cuento?

-Mejor ponte tu traje de sacerdotisa, eso me animaría mucho.

*Buenas noches-digo y me tapo hasta la cabeza escuchando su risa, poco a poco pierdo la consciencia.

Libres (Sukuna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora