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/Sukuna/

Lilith respira despacio, abraza la ropa de la cama aunque gran parte de su piel desnuda queda expuesta, esta llena de mordidas y tiene mis uñas marcadas. El pelo que se le apegaba a la piel por el sudor ahora esta sobre la almohada y la cama desparramado ligeramente, tiene los labios entreabiertos y vuelvo a resistir el impulso de despertarla para hacerselo nuevamente, sólo me detuve porque ella estaba cansada.

Antes de dejarla dormir tuve que acomodar bien la cama porque se partió a la mitad así que terminé por dejar el colchón en el suelo, Lilith ni siquiera tenía la fuerza para reclamar. Sólo se acomodó y le tomó un segundo dormirse profundamente.

*Sukuna-suspira y yo sonrío, no es primera vez que la escucho hablar mientras duerme pero es primera vez que dice mi nombre y me gusta demasiado.

Su maldita voz suena tan confiada y tranquila cada vez que me llama y al mismo tiempo lo acaricia de una forma que me vuelve a provocar.

*Deja de tentarme-susurro divertido y le hago a un lado un mechón de pelo sobre su cara.

Una sensación extraña aparece de pronto, frunzo el ceño y me levanto de la cama con cuidado, abro la puerta de su habitación, al principio todo es oscuro pero segundos después las luces en las murallas se encienden de un color naranjo como el fuego.

¿Serán sus dioses?

Se encienden lentamente mostrando el camino, miro a Lilith una última vez y sigo la luz, ésta se sigue encendiendo hasta llegar a la puerta donde Lilith hizo su ritual de sacerdotisa, sonrío y abro la puerta.

Es un buen momento para hacerles frentes...

Las murallas se encienden del mismo color anaranjado y el centro se llena de agua, con el color de las murallas pareciera que el agua arde.

Vamos a saldar cuentas.

Suspiro y entro al agua, está muy helado pero sigo hasta que el agua cubre mi cuerpo por completo, cierro los ojos y él agua ya no está. Estoy en un escenario bastante gris pero que deja el color cuando el fuego se hace presente.

El fuego se extiende a mi alrededor formando un círculo y el viejo que entrenó a Lilith aparece frente a mi y me mira serio. ¿Cuál era su nombre?

*Sukuna-dice serio-el rey de las maldiciones.

*¿Y tú eres?-digo en el mismo tono-olvidé tu nombre.

*¿Eso importa?-niego-bien porque te llamé para otra cosa.

*Tú diras-digo aburrido.

*Supongo que ya conoces la situación.

*No tengo interés en problemas familiares-aclaro rápido-solo seguí las lucesitas porque pensé que eran sus dioses-reconozco.

*Entiendo que no te importen los problemas familiares pero este incluye a Lilith-aprieto los labios-creí que el hechizo sólo la protegería pero veo que tiene la misma escencia que su madre.

Que molestia...

*Hiro-digo recordandolo e intentando cambiar el tema. No quiero hablar con él sobre lo que Lilith hace conmigo.

*Concéntrate, Sukuna-dice serio-o ella morirá.

*Ella no tendrá el mismo final que las otras sacerdotisas-aviso molesto.

*Eso espero-dice sin mostrar molestia por mi comentario-aunque debes saber que ahora no sólo las maldiciones están tras de ella, lo que han hecho no será perdonado, ellos no lo pasarán por alto.

Libres (Sukuna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora