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/Sukuna/

Tomo el dedo y una sonrisa se forma en mi cara.

Ya sólo faltan 5.

Ella esta de pie ante mi y me mira preocupada.

Han pasado dos meses desde que salimos del templo con Lilith y el mocoso para "conocer" otros lugares y aunque me sorprende, las cosas han salido mejor de lo que pensaba. Creí que tener que compartirla con Itadori iba a ser más irritante pero no me molesta, él y yo nos turnamos para pasar los días o noche con ella. 

-Sukuna-llama el mocoso, Lilith esta dormida en la carpa desde hace un rato y el mocoso acaba de apagar la fogata.

-¿Qué quieres?-digo en su mejilla aburrido.

-¿No crees que es peligroso dejarla sola?-pregunta serio.

-Ya hablé esto con ella-respondo serio-no intentes cruzar los limites de nuestro acuerdo.

-No es lo que intento-aclara-pero me asusta que algo pueda pasarle mientras vas a buscar tus dedos.

-La idea no me hace mucha gracia-reconozco serio-pero es necesario avanzar para poder separarnos pronto. No te preocupes ella estará bien.

Eso fue unas semanas después de que nos fuimos del templo y aunque intenté volver lo más pronto posible con Lilith, ella parecía tan tranquila y bien como siempre. Pero así funcionamos, el mocoso se encarga más de la parte cursi y romántica, le toma la mano constantemente, acaricia su cara y brazos, generalmente la esta abrazando pero lo que más hace es darle flores. Siempre le da una flor en la mañana que ella luego luce en el cabello feliz, Lilith le devuelve el cariño y también se comporta muy tierna con él.

Yo me encargo más de la parte sexual y fuerte, hago el campo que nos protege quedando junto al que ella también crea. Además entrenamos juntos, la ayudo a invocar con mayor rapidez sus poderes y a que generen un mayor daño, Lilith también me recompensa con algo de cariño pero sobre todo con el entrenamiento que tenemos juntos y la parte sexual. Y aunque yo no soy el cariñoso de la relación también me acostumbré a darle flores porque me gusta el cuidado que pone sobre ellas sólo por el hecho de que es algo que nosotros le damos.

Además con el mocoso quedamos en el acuerdo que ninguno iba a interferir en el tiempo del otro, yo no puedo espiarlos y ninguno puede criticar lo que él otro hace con ella, a no ser que este en peligro. 

*Estoy lista-dice y se cierra con fuerza el kimono blanco que cubre su desnudez.

*No tengas miedo-le advierto-y no vuelvas a dudar-asiente.

Pongo el dedo en mi boca y siento como el corazón se me acelera con fuerza. Cierro los ojos y siento como el cuerpo me arde, caigo de rodillas y abro los ojos, la vista me tiembla y veo las venas en mis brazos marcarse en la piel como si fueran a romperla. 

Suelto una risa que me raspa la garganta y mis dedos se entierran en la tierra, las uñas comienzan a crecer. Puedo sentir la presencia de otras maldiciones y sé que están sobre mi pero no puedo moverme por la euforia que me recorre el cuerpo.

Los relámpagos suenan y al levantar la vista veo una figura borrosa frente a mi, tiene la mano en el cielo y de un segundo a otro la presencia de las maldiciones desaparecen. La figura es de color blanco y no logro enfocar su rostro.

*Sukuna-llama.

Es una chica.

Sonrío y en un rápido movimiento me pongo frente a ella pero antes de poder enfocarla, su imagen se desvanece y mis ojos enfocan el paisaje ante mi. La noche es oscura, la luna brilla con fuerza, estoy en una especie de montaña y a los pies de esta se presenta un enorme bosque lleno de arboles de hojas verdes.

Libres (Sukuna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora