/Narrador omnisciente/
Caleb humeaba de puro odio, sus seguidores estaban algo tensos al ver la cara de su líder. Habían viajado por semanas para poder presentarse ante el rey de las maldiciones, el camino no había sido del todo tranquilo, varias maldiciones y algunos demonios se habían cruzado, pero nada de eso había enojado ni de cerca a Caleb como hoy.
*¿Me estás diciendo que él no está para recibirme?-suelta entre dientes el demonio a la humana que asiente sin inmutarse al enojo del demonio.
Había vivido toda su vida junto al rey de las maldiciones y por eso solía estar muy tranquila ante el enojo de las maldiciones, demonios o de cualquier ser. Su madre le había servido a la reina toda su vida, y la madre de ella antes.
Vivir bajo el mismo techo que Sukuna como humana antes, muchos siglos atrás, era considerado una locura, un peligro. Pero pronto el nombre de la reina se esparció entre su comunidad y la única que se atrevió a presentarse ante la reina fue su ancestro y con eso la vida se volvió completamente distinta. Porque si bien la reina era letal y aterradora enojada, con sus acompañantes y humanos se mostraba siempre gentil y respetuosa.
*Mi señor ofrece su hogar para que pueda descansar y comer, también ordenó que fuera bien atendido-dice ella con tranquilidad-pero dejó en claro que la reunión se realizará cuando vuelva.
Antes de que el rey se fuera, ella había escuchado parte de la conversación entre el rey de las maldiciones y Fuji. Él le sugería a Sukuna permanecer en su hogar para recibir a Caleb, a quien se le conocía por su extraño poder y su poca paciencia. Pero todos sabían que aunque Sukuna era inteligente y sabía crear buenas alianzas, también era orgulloso y no cedía ante los berrinches ni deseos nadie.
Bueno, excepto de una persona.
*¿Y puedo saber por qué?-pregunta bajo.
*Recibió noticias de la reina-contesta con simpleza viendo como poco a poco la cara de Caleb se vuelve roja.
*¿Me estás diciendo que Sukuna me ha dejado para irse por una de sus esposas?-la chica frunce el ceño.
No sabe quién comenzó ese rumor sobre Sukuna y "sus esposas", pero sabe cómo lidia su señor con aquellos que hablan así. El rey de las maldiciones se había encargado de desmentir ese rumor matando a cada que lo menciona y lo cree, no porque a él le importa lo que la gente crea o porque a la reina le molestara. Lo hace porque jamás dejaría que ella se vea humillada o tomada como una más de un montón inexistente.
Y funcionó, habían pasado años desde la última vez que escuchó a otro mencionar algo como "las esposas de Sukuna".
*Mi reina es una-aclara ella educadamente-y le sugiero no volver a mencionar eso.
Caleb no soporta más la cara de la humana que lo mira sin una expresión de miedo, logrando provocar más su ira.
No es el hecho de que el camino estuvo lleno de peleas, eso lo puso de buen humor como a cualquiera que le gusta demostrar su fuerza...es lo que Sukuna le hace ahora. Al rechazarlo por una cualquiera lo esta humillando, no sólo golpea su ego, lo hace frente a sus hombres.
Y ¿Qué clase de líder puede mantenerse firme si lo humillan así?
Lejos del reino de Sukuna, el último ser oscuro se arrastraba de forma patética por el charco de sangre mientras escuchaba los pasos del rey de las maldiciones acercarse. Los restos de sus compañeros se esparcían a su alrededor aumentando el terror.
*¿Quieres seguir viviendo?-el pie del rey se posiciona justo sobre su cuello provocándole un quejido de dolor-si te arrastras como gusano asumo que quieres vivir-la mano del rey toma su cuello y levanta su cuerpo sin un esfuerzo.

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Libres (Sukuna)
Fantasy*¿Y qué de interés podrías ofrecerle a alguien que ni siquiera está interesada en su vida? *Libertad-ofrece con un tono bajo y el sonido de esa palabra hace eco en mi cabeza-ser sacerdotisa toda una vida sin ser capaz de escoger tu propia vida segur...