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/Lilith/

Despierto de golpe asustada por un sueño que ya no puedo recordar pero con un nudo en el pecho y garganta.

Me levanto y salgo de la habitación, todo parece muy silencioso.

*Ara-llamo pero no hay respuesta, sonrío.

Ara cada cierto tiempo se aleja para buscar comida, a veces no lo veo por dos o tres días y aunque podría ponerme nerviosa o molestarme, estos días sólo me relajan.

Me siento más libre cuando él no está porque su constante miedo al peligro me pone tensa, casi no puedo respirar porque él cree que nos verán.

Salgo del edificio llevando la daga pequeña en mis manos, es la única arma que tengo.

Camino hasta el bosque que se ha abierto paso a una ciudad destruida. Los ruidos del lugar son agradables, se puede oír el susurro de algunos pájaros. El aire es fresco pero eso debe ser por la cantidad de árboles que hay.

Todos son grandes y frondosos, el sonido que hacen las hojas cuando el viento las mueve me genera paz y unas ganas de tomar aire hasta que mis pulmones exploten.

Mientras más me adentro, mejor se siente. El ruido del agua cayendo atrae mi atención y me dirijo al lugar. Hay una pequeña cascada formando un lago.

¿Dónde estoy?

Creí que por este lugar ya no quedaba nada así. Sin pensarlo me quito los zapatos y pantalones para entrar al agua, el agua no es tan limpia como antes pero es mejor de la que he encontrado hace mucho, así que cierro los ojos para relajarme.

Un extraño zumbido y sonido me pone alerta y cuando abro los ojos veo a una pequeña maldición alada. Tomo la daga y la levanto.

La maldición tiene enorme mejillas y no hace más que mirarme con atención. Suelta ruidos extraños pero no se acerca.

-Las maldiciones mataron a tus papás.

Afirmo la daga con fuerza pero antes de poder hacer algo, la maldición se aleja volando.

-Las maldiciones son violentas.

Ara siempre lo decía pero esta maldición no hizo nada, ni siquiera intento atacarme.

Cierro los ojos pero segundos después escucho a la maldición. Lo miro y trae en sus manos una flor, se acerca y levanto la daga pero él no se detiene y deja la flor en la orilla del lago justo a un lado de mi.

*¿Qué haces?-suelto insegura pero él se mantiene mirando de forma intercalada a mi y a la flor-gracias-suelto insegura y la maldición se va de nuevo.

Tomo la flor con cuidado y sonrío levemente.

Recibí mi primera flor de una maldición.

Pienso divertida. Me quedo en el lago mucho tiempo, realmente disfruto de estar sin Ara y eso no puedo ocultarlo. Cuando estoy a punto de salir del lago, vuelvo a escuchar a la maldición pero esta ves trae una tela blanca y larga entre sus manos.

La tira en el mismo lugar que la flor y me mira.

*¿Qué es eso?-pregunto desconfiada, salgo del agua y tomo la tela. Al abrirse veo que es un kimono blanco-¿De dónde sacaste esto?-pregunto sorprendida y siendo consciente de que la maldición no va a responderme.

La tela es muy suave y lo suficientemente grusa para ser cálida. Sonrío y me quito la ropa mojada, al menos si uso esto podré lavar mi ropa.

Me queda larga y grande pero sólo la usaré el tiempo en que mi ropa se seca.

Libres (Sukuna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora