Capitulo 8

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Tras regresar a mi puesto, me fue sumamente difícil volver a pensar en el trabajo.
Ahora que lo pienso, la imagen de Claire se había anclado en mi mente durante toda la tarde, no fue hasta que salí, que aquellos pensamientos recurrentes cesaron por unos minutos.

Ojalá no haya salido, porque sino me veré por la nefasta situación de haber fallado en lo que había prometido.
Arreglé un poco mi cabello, y esperé aún lado de la entrada donde en teoría, ella trabaja.

Con el pasar de los minutos, me entró la duda, y el hecho de que los demás salieran incremento aún más aquella ansiedad que literalmente me había invadido, no obstante, al fondo del pasillo, logró ver su cabellera roja tan singular que sin duda resaltaba de todas las demás a su alrededor.

Extendí mi brazo para llamar su atención, movimiento que ella vio con soltura e inmediatamente después hizo un ademán con su mano, indicando que le diera un momento mientras hablaba por teléfono.

Caminó a mi dirección, pero guardando cierta distancia, intenté no inmiscuirme y esperar a que terminara.
Pero la reacción tan cambiante de ella, me dio curiosidad por saber con quién hablaba.
Mis ojos no me mentían, se veía molesta y hasta cierto punto, un tanto fastidiada, casi como si lo que fuese que estuviera tratando, ya la tuviera hasta la coronilla.

Después algunos minutos algo incómodos, ella colgó olvidando y cambiando cualquier expresión ajena a la de alegría en su rostro, aparentando como si nada hubiera pasado.

—Veo que al final si sabías donde trabajaba.

Se colocó justo enfrente de mí, mirando fervientemente mis ojos, era difícil leer el lenguaje corporal de las personas, sobre todo de aquellas que están tan acostumbradas a soportar lo peor, pero podía jurar casi con seguridad, que la mirada de Claire estaba sonriendo.

—¿Supongo que iremos aún lugar más tranquilo?—Dijo cambiándose de lado, y avanzando al ascensor que yacía a un par de metros de los dos.

Le seguí desde atrás—Eh, si... bueno, no conozco del todo la ciudad pero...

—Genial—Exclamo con fiereza tomando mi brazo y jalándome hasta al ascensor—Conozco varios lugares donde suelo ir cuando tengo tiempo libre, estoy segura que serán de tu agrado.

Asentí un poco pletórico a la situación, la cercanía entre ella y yo en el elevador era muy escasa. Tanto así, que podía olfatear con claridad el aroma de su cabello desde mi lugar.
Tomaría unos momentos llegar hasta el primer piso, nadie de los dos dijo nada, nuestro silencio era tranquilizador, al menos para mí, que no se me ocurría nada para decir.

Por suerte, lo demás fue rápido y cuando menos lo esperaba, ya nos encontrábamos en el estacionamiento en busca de mi auto, aunado a eso, fue algo extraño apreciar las miradas de la gente hacia los dos, no es que no me hubiera arreglado ese día en particular, pero podía sentir el bullicio de todos cuando pasamos por la recepción, Claire lo ignoró, incluso podría decirse que ni cuenta se dio.

—Bonito Audi—Comento esperando a que le diera el visto bueno para subirse.

—Gracias, fue un regalo de la casa blanca.

La miré, pero me fue difícil agregar algo más—Porque no entramos.

Esperé primero a qué ella lo hiciera, y enseguida entrar con el estilo que tanto me caracteriza.

—¿Desdé cuándo no limpias este auto?—Recrimino a medida que se quitaba su abrigo.

Hice una sonrisa falsa, intentando disimular el oso que estaba haciendo.

—Ah, no lo sé, tal vez... la semana pasada.

—Ajam...—Manifestó con cierto sarcasmo—León, sigues siendo bastante descuido en algunos aspectos, pero tranquilo, si quieres al final te puedo ayudar a... ordenar esté chiquero.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora