Capitulo 47

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4 días después

Tal vez si cerraba mis ojos por un largo periodo podía descansar y permanecer tranquilo, mi alma lo necesitaba, a veces es ese tipo de situaciones en los que puedes tomarte un momento para poder respirar y doblegar dicha problemática.

Desperté en el hospital con un terrible dolor de cabeza acompañado de un brazo totalmente inmovilizado, hacía frío y la habitación estaba bastante oscura, lo único que podía ver era la imagen de televisión en una esquina con un volumen muy pero muy bajo, apenas escuchaba al locutor hablar.

No intente levantarme, sabía que algo había pasado, el accidente, el choque, tal vez estaba muerto y me encontraba en un limbo el cual no podía describir del todo.
Pero sentía dolor, molestias en mi cuerpo, si estaba muerto ¿Por qué sentía dolor?

Tenía la boca seca, los labios partidos y una vista bastante nublada, tal vez estaba semi sedado. Había una terrible sensación de medicina en boca, eso no era una buena señal, pero no podía hacer mucho, no podía mover mi extremidades, apenas mis dedos reaccionaban, pero estaba lucido, vivo, haya sido un milagro lo que pasó, pero la muerte por más que se haya asomado a verme, no se molestó en llevarme aún.

En eso moví mis ojos hacia un costado y con la escasa visión que conservaba, me di cuenta de varios obsequios encima de la repisa con el mensaje de «Mejorarete pronto»

Intenté levantarme, pero tan solo hacerlo provocó que todo mi torso sintiera un dolor abismal, seguido de un montón de pulsaciones en todo mi brazo.

Mi respiración estaba agitada debido eso, incluso mi mirada se inclinó hacia abajo, fue en ese instante, que me percate de un bolso de mujer aún lado de mi.
Debido a lo oscuro de la habitación no lo reconocí de inmediato, no obstante, al momento en que ví a detalle el bolso deduje que le pertenecía a Jill, recordando un día de campo como ejemplo de que lo había usado antes.

Pero no había rastro de ella, y de nadie, la puerta era hermética, por lo que no lograba escuchar nada proveniente de afuera.
Cerré mis ojos un momento, había un completo silencio, no estaba claro si me habían abandonada a mi suerte en el hospital, lo cierto es que la presencia de Jill seguía ahí, aunque no estuviera físicamente, podía sentir su aura junto a mi.

Pasó un largo rato hasta que volví a abrir lentamente los ojos, probablemente me quedé dormido, y más, al darme cuenta que era de día, a pesar de una estruendosa lluvia que caía afuera.
El dolor de cabeza había disminuido ligeramente, pero en lo demás seguía igual, sin embargo, a diferencia de la primera vez que desperté, en esta ocasión mi presencia estaba acompañada.

La ví al momento en que moví mis ojos a la entrada, era Jill, estaba pendiente revisando unos papeles, se veía muy concentrada, incluso podría decir que ignoraba que estuviera en la camilla.
Remoje mis labios e intenté decir algo, pero la voz no me daba para hacerlo, mientras ella seguía muy pendiente de aquellos papeles.

No tuve más remedio que resignarme y permanecer despierto hasta que ella notará que había despertado, y así fue, algunos minutos después, ella se volteó a mi dirección y me vió con los ojos muy abiertos observandola.

Se veía preocupada, despeinada y estresada, un claro indicio de que mi estado la había perturbado.

—¡Díos mío! León... estás, estás...

No dijo nada más y corrió abrazarme como si su vida dependiera de ello.
No pude evitar sentir dolor, mi cuerpo estaba quebrado, adolorido en cada rincón, a pesar de que todo en ella era suave, al sentir el contacto físico de su cuerpo una explosión de dolor me invadió.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora