Capitulo 26

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A este punto, me faltarían las palabras para describir lo afortunado y dichoso que me sentía. Ya había pasado más de 1 semana desde la velada con Jill, y naturalmente nuestra relación, a pesar de no ser oficial o formal, iba por el camino correcto.

Ella había cambiado en todos los aspectos la forma en como convivía conmigo, si bien es cierto que seguía siendo bastante insolente y un poco insensible, la mayor parte del día, o mejor dicho, los momentos en que la pasaba junto a ella, era mucho más ameno y lo último que podríamos hacer, era discutir por algo, era una especie de tregua y tiempo para tomarnos más confianza mutua.

No sé exactamente el momento en que pasó a menospreciar lo que hacía, a estar complacida por la mayoría de cosas que hacía, por más insignificante que fuese, por ejemplo, hace 5 días que la acompañe al súper, me pidió que tomará los artículos de una lista ya predeterminada, lo cual hice sin objeción, me tarde un rato y la hice esperar demasiado, creó que incluso se desesperó e irritó, pero cuando me vio llegando, simplemente sonrió como si tuviera la obligación de hacerlo, agradeció la ayuda y cambio el tema.

Esa apenas había sido la primera vez que nos veíamos desde la cena, ya que el día siguiente, nos desvelamos sabe cuánto tiempo hablando por teléfono, parecíamos un par chiquillos conversando sobre nuestro día y resultaba tan inmersivo como cautivador, sin importar que al día siguiente teníamos trabajo y obligaciones, todo eso quedaba a segundo plano cuando nuestra voz coincidía en la misma sinfonía.

Podría decir que a partir de esa noche, hablábamos por teléfono todos días, si es que no nos veíamos, o en el menor de los casos, nos enviábamos mensajes texto con mensajes cortos, pero viciosos, ninguno de los dos le daba el buenos días al otro, creó que existía una barrera imaginaria llamada pena y temor de dar el primer paso, y tropezar en el intento.
Por supuesto yo intentaba ser más evidente, sobre todo cuando insinuaba atracción hacia Jill, y bueno, no es algo a lo que ella estuviera ajena, literalmente Jill sabía muy bien mí interés por su persona, y no era algo que había ocultado, simplemente evitaba ser demasiado quejumbroso.

También había notado cómo ella había cesado las menciones de otros hombres, pretendientes para ser más específicos.
Era lógico pensarlo, pero era más llamativo saberlo, eso me daba ánimos a que iba por buen camino.
Si bien Jill evitaba ser demasiado transparente sobre si en verdad le interesaba, no lo veía como una mala señal, creó que ella no era exactamente una mujer que tuviera esa virtud.

De hecho, el tercer día fue aún más interesante respecto a cómo avanzaba nuestra relación no oficial, puesto que le había pedido que me acompañará por algunas refacciones para mi auto.
Ella nunca manifestó sentirse interesada en cuestiones mecánicas, por lo cual, lo ví como una gran oportunidad de ver qué tan interesada estaba en pasar tiempo conmigo, sin importar que fuese algo que odiara, o por lo menos considerará poco interesante.

Se lo pedí mientras desayunábamos en un restaurante, para mí sorpresa, Jill accedió, no lo pensó más de un segundo, e incluso expresó su deseó de aprender acerca del tema, su entusiasmo avivó mis esperanzas de poder tener una relación oficial y tradicional.
De cualquier forma, ambos fuimos y resultó ser bastante gratificante, estoy seguro que ella aprendió cosas nuevas acerca del tema, y tal vez en un futuro no necesite un mecánico.

Pero no todo era miel sobre hojuelas, ya que por tercera ocasión, solo un escueto adiós fue la manera en como nos despedimos, sin un abrazo o una palmadita, yo quería acercarme para darle un abrazo como despedida, y viendo su mirada me hacía pensar que ella también lo deseaba, la cuestión era, ¿Quién de los dos daría ese paso? realmente dudaba que Jill lo diera, pero no me quejaba en lo absoluto.

El cuarto día tuvo mucho menos actividad entre los dos, me quedé tiempo extra en el trabajo, por lo cual no pude verla en persona ese día, por suerte existe el teléfono, y la llamé para saber cómo le había ido en el transcurso del día.
Por su tono voz, podría pensar que sentía cierta decepción por no haberla ido a ver ese día, por supuesto, le expliqué que hice horas extra y que el tiempo se me había pasado volando, al final entendió, pero desafortunadamente esa noche le dije que estaba tan cansado que me resultaría imposible desvelarme por 4 noche seguida.

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