La elección de Leon

Capitulo 49

Me sacudí el fango y me incorporé con soltura, Claire yacía aún lado de mi, pendiente a que pudiéramos entrar, su silencio era contagioso hasta cierto punto.

Seguidamente pude darme cuenta que ella estaba temblando de frío teniendo la piel chinita debido a ésto, pero no había mencionado nada en absoluto, se había propuesto aguantar el clima adverso que estábamos sintiendo, pero aquello no era un impedimento para sugerir salir de la lluvia.

—Hay que entrar, secarnos y calentarnos... está un poco fresco aquí afuera.

Asentí brevemente mientras seguía su paso justo detrás, no había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí, de hecho lo sentía como si hubiera sido ayer, pero habían pasado casi 6 meses, en los cuales el único contacto que tuvimos fue haber realizado unas cuantas llamadas y mensajes de texto.

Ya adentro, me quité los zapatos y en seguida Claire me ofreció una toalla y un nuevo cambio de ropa, por un momento me sorprendió saber que ella tenía guardada ropa de hombre en su casa, a lo que segundos después vino a mí mente que dichas prendas eran mías, pero las había dejado aquí hace tiempo, supongo que las conservó para una situación como está, o tal vez las olvidado quemar en la hoguera.

El suelo estaba bastante cálido por lo que me cambié rápidamente mientras ella y los niños me esperaban en la otra habitación, en la sala para ser específicos.

Seque mi cabello y me remojó el rostro con agua tibia, obviamente fue inevitable mirar mi reflejo en el espejo.
Me quedé expectante ante el poco brillo de mis ojos, a las sutiles arrugas detrás de las aletas de mi nariz y las pequeñas pero visibles bolsas que denotaban que no había podido dormir de forma continua estos últimos días.

Cuando salí de aquella habitación y me dirigí a dónde ellos se encontraban, percibí en el camino lo pulcro que estaba cada mueble, rincón y habitación de la casa, literalmente estaba perfecta, tenía un relajante aroma a canela acompañado de una amena temperatura en el ambiente.

«Que lugar más reconfortante»

Claire había hecho grandes cambios desde la última vez que pasé la noche aquí, me duele pensar que hizo un mejor acabo sin mis ideas.

Al momento en que pise la habitación donde se encontraban, tanto Ian como Kelly dejaron ver la televisión y enfocaron toda su atención en mí por unos segundos, Claire que posaba a unos dos metros de ambos, dejó de organizar la maleta de los niños y dijo sin antes desvelar una breve sonrisa ante mí presencia.

—La cena aún no está lista, así que te pediré que esperes un poco, pero para matar el tiempo ¿por qué no te nos unes a nosotros?

De manera súbita una ráfaga helada recorrió detrás de mí cuello, la piel se me puso de gallina, ahora ella parecía tener otra actitud, su humor era como el de antes y eso me alegró.

No añadí nada a la oración y me acerque con un poco de interés, Claire volvió a lo que estaba haciendo y los niños ya estaban pendientes a la televisión.
Me senté en la esquina del sofá, estando lo más alejado posible de Claire, ella en un principio no me prestó atención y seguía en lo suyo, por lo que me quedé viendo los dibujos animados que los niños veían en ese momento.

No tardó demasiado tiempo para que Claire terminara de ordenar la ropa de ambos, la deposito en un cesto y la dejó aún lado de un montón de juguetes que sabe Dios de donde habrán salido.
Seguidamente suspiró con profundidad, cruzo sus piernas una arriba de la otra, y acomodo su suéter grueso color caramelo para que la cubriera de aquella sensación térmica tan baja.

Mis ojos se iban de ves en cuando en ella, no podía mentir en lo absoluto, tampoco podía ser un degenerado en hacerlo, pero no podía ocultar lo bella y reluciente que se veía hasta ese punto de su vida, si mis matemáticas no me fallan, Claire debía tener unos 39 años, por lo que se encontraba en aquella línea de madurez y una abundante sensación de belleza, experiencia y sensatez.