Capitulo 50

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Después de algunos días en observación, el médico en turno me dió de alta y por consecuencia pude irme a casa, o lo que aparentaba ser.

Jill se quedó esa noche a dormir aún lado de mí, se veía tan cansada y estresada, que tuve que decirle al día siguiente que se fuera a descansar, tardó demasiado pero al final la convencí, facil no fue.

Eso me dió pie para que pudiera tener tiempo a solas, algunos momentos de soledad era justo lo que necesitaba, debía pensar, ser sensato, el embarazo de Jill, la paternidad era una responsabilidad de proporciones colosales, no estaba seguro.

4 días más tarde Jill me llevó a casa, nuestra relación se había enfriado un poco, resultaba un tanto insípida de mi parte, quizás ella resultaba ser el sueño de cualquier hombre con neuronas al 100%, pero es aquí cuando mis deseos más primitivos no resultaban suficientes para satisfacer cada pieza de mi alma.

Cuando llegaba la hora de dormír, Jill se acurrucaba sutilmente en mi brazo, mientras ponía su pierna derecha encima de mí, está práctica solía hacerla cuando se encontraba ansiosa por tener relaciones íntimas, dado mi vulnerable estado físico, aquella actividad resultaría poco ortodoxa, jamás creí llegar a pensarlo, pero no deseaba hacerlo, llegado un punto en el que estás aquí, pero no eres feliz.

Le pregunté a Jill acerca del bebé días más tarde, me comentó que iría al médico en unas semanas, que pensaba hacerse un diagnóstico de la situación, le sugerí acompañarla, pero ella declinó mi oferta y me mantuvo en casa un par de días más, aún debía permanecer en reposo.

Por supuesto los días eran largos y trágicos, poco a poco me iba recuperando y los obsequios de mis conocidos a menos reconfortaron mi mente, ninguno era de Claire, había tantos y de una gran variedad de estilos, pero ninguno de ella, al parecer se había olvidado de mí.

Y creí ese cuento, hasta que un sábado por la mañana decidí levantarme más temprano de lo habitual, salí a correr, mi piernas lo agradecieron, recorrí el vecindario e incluso anduve un largo rato en el parque adyacente, la cuestión fue que cuando volví a casa, decidí parar al ver un par paquetes afuera de mi puerta, generalmente era Jill la que se encargaba de esto, pero esa ocasión fui yo, quizás una parte de mi saltó de emoción o tal vez, fue de decepción e impotencia.

«León, se que ésto no es algo con demasiado valor, pero se que tiene el aprecio de ambos, ojalá mi obsequio te llegue y lo aceptas está vez, mejórate pronto... Claire»

Tras haber leído la nota, un montón de sentimientos encontrados me invadió, era ella, por supuesto que no se había olvidado de mí, pero ¿Por qué hasta ahora? No lo entiendo.

Abrí el obsequio y descubrí que se trataba de un álbum de fotos, los cuales eran de bastante tiempo atrás, algunas incluso ni siquiera recordaba haberlas tomado.
Había muchas de Claire y yo, también una que otra de Sherry e incluso de Chris, pero sobretodo de ella y yo, no podía negar la nostalgia que me llegaba al verla tan cerca de mí, compartimos habitación 3 veces en muchos de nuestros viajes, hoy eso sería un lujo.

—¿León?

La voz de Jill bajando las escaleras alertó todos mis sentidos y de inmediato oculte el álbum debajo de mi sudadera.

Al entrar, ella ya me esperaba al borde de la cocina con un vaso con agua en su mano.

—Saliste a correr...—Indico dándome el agua—Pudiste habermelo dicho, te hubiera acompañado.

—Lo iba a hacer, pero te ví muy cómoda en la cama y no quise interrumpir tu sueño.

Bebí el agua pero mientras lo hacía pasaba de largo por el pasillo, evitando demorarme más de la cuenta para así esconder el álbum en mi estudio.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora