Capitulo 12

337 29 10
                                    

Al llegar a casa ordene todo los artículos que había comprado en la tienda, la mayoría se había estropeado, especialmente las que no venían en latas o envolturas herméticas.

Por supuesto había llegado totalmente empapado, por lo cual me tomé un tiempo para darme una ducha y estar listo para la cena.
Comida en lata o quizás algo a domicilio sería el menú, ahora que lo pienso, el probé sujeto que reparte debe en lugar de usar motocicleta, debería tener un remo y un bote a la mano.

Posteriormente hice mis deberes y decidí ir temprano a la cama, había sido un día largo y bastante anticlimático, por tercer día consecutivo, había sido víctima de las circunstancias.

...

La mañana siguiente, me di cuenta mientras intentaba afeitarme, que los rasguños habían sido más profundos de los que yo hubiera pensado.
Eran 3 para ser exactos, uno en mi mejilla derecha, otra debajo del mentón y una última cerca de mi labio, está era la más grande y más visible, tardaría unos días en sanar y verse normal, para mí mala suerte, ese día se veía todo menos agradable.

«Bonito recuerdo de Jill...»

Dejé aún lado el rastrillo y limpié mi rostro de la crema para afeitar que ya me había aplicado con anterioridad.
Ya me había cambiado, incluso arreglado para ir a trabajar, pero cuando ya me encontraba debajo del marco de la puerta, detuve mi andar y una profunda pesadez se apoderó de mí.

Miré al cielo, había demasiada nubosidad y viento, si bien no estaba lloviendo, más tarde en el día si lo estará.
Tras pensarlo algunos segundos, cerré la puerta y me quite el abrigo, acto seguido me dirigí a la cocina olvidando completamente que hoy debía ir a trabajar.

...

Al día siguiente

—Temprano es mi segundo nombre—Dije a la secretaria de Barry que me había esperado todo el día anterior, por suerte mi excusa de fuertes espasmo sonaron bastante convincentes para al menos no tener problemas.

Ese día llegué al trabajo a primera hora del día, oculte los rasguños con algunas curitas y me autoconvencí de ser indiferente si alguien preguntaba al respecto.
Llegué a mi oficina y nadie más me molestó durante toda la mañana, de hecho, en la hora del almuerzo no me atreví a salir por la vergüenza de que Claire me viera en este estado, ojalá y no piense nada fuera de lugar, y aunque fuera así, ¿Acaso pensará que me peleó a arañazos como si fuera gato?

Pero creó que al final, una parte de mí latía ante la verdad que se asomaba al sonido de un golpeteo en la puerta.

—Adelante—Exclame con viveza al escuchar alguien llamando desde fuera.

Naturalmente esperaría que fuera Barry o su secretaria, pero no, nada me prepararía para que la persona que intentaba entrar, fuera mi pelirroja favorita.

—¡Claire!

Al verla entrando, mis ojos se abrieron por completo, a medida que subía mi mano derecha a mi mentón, queriendo en un principio ocultar los rasguños, pero estaba claro que aquello era una obviedad.

—León, ¿Dónde te has metido? Barry me dijo que ayer no viniste a trabajar, y...—Justo en esa última palabra, ella se detuvo.

Encogió un poco sus ojos y se inclinó ligeramente a mi escritorio, su acción fue un poco invasiva pero me límite a guardar silencio, moví mi cabeza hacia un costado tratando de disimular y ocultar lo más posible las heridas, pero aquello sería imposible, a menos claro, que ella tuviera la vision de un topo.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora