Capitulo 39

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Pasaron algunos días después de lo ocurrido ese viernes con Claire, para nada fue reconfortante recordar lo sucedido, pero ahora trata de asimilar de mejor manera mis acciones, aunque hayan sido un accidente, al fin de cuentas, fue mi culpa por no haber revisado el contenido de la bolsa de regalo antes de dárselo, no es que me pase muy a menudo, pero me servirá de lección.

Pero cuando creía que nada podía empeorar o tener una secuela de aquel día, me llevé la sopresa de que si la hubo.
Todo empezó el lunes por la mañana, asistí a mi oficina como naturalmente lo hacía, no obstante, antes de entrar decidí ir poco un café para sobrellevar la mañana, llegando a la recepción, mis oídos comenzaron a escuchar un sin fin de palabras y comentarios hacía mí, por supuesto no comprendía la razón, tal vez tenía algo en la cara o había pisado algo repugnante de camino aquí, pero no era el caso.

Las miradas acusadoras y los comentarios a mis espaldas, incautaron una sensación de desánimo en mí. Tenía la impresión de que iban directamente hacia lo que hacía, y la razón había sido por aquel día.

No salí de mi oficina en toda la tarde, me sentía avergonzado y un tanto deprimido, tenía la intención de hablar con Claire, pero temía que solo empeoraría las cosas si lo hacía en el edificio, quería encontrar una manera de hacerlo fuera de aquí, pero seguramente ya había rumores de lo que había pasado.

Desafortunadamente no pude encontrarla, supe había asistido al trabajo, pero se había marchado minutos antes que yo.

Odiaba está situación, mi reputación estaba siendo tomaba y pisoteada por todos ,y aunque esto fuera solo superficial, debía hacer entender a todos que fue un mal entendido y nada más, no era un pervertido.

...

Al llegar a casa lo último que quería era tener una discusión o tener una larga charla con Jill, solo quería despejar mi mente, pensar lo más mínimo para así postergar mi ausencia de felicidad, si tenía suerte mis deseos se harían realidad.

Tan solo cierro la puerta y dejo mi sacó aún lado,  lo primero que mis ojos ven al darme vuelta, es la imagen de Jill sentada en medio del pasillo con las piernas y los brazos cruzados aparentemente esperándome.

Me asusté ligeramente, ella no solía replicar el rostro que tenía en ese momento, más bien tenía la sensación de que quería exponer cierta situación.

—Hola...

Levanté mi mano con astucia, conociendo a esa mujer me podría estar metiendo en la boca del lobo, por lo que tratar de averiguar la razón de su estado era como lanzar un volado al aire.

Tras un álgido suspiró, llevó su mano a una pequeña bolsa de color bastante colorido que yacía debajo de su brazo.
Aún no sabía que había dentro, pero de solo verlo, me revolvió el estómago e hizo que mi pulso cardíaco se disparara como nunca antes lo había hecho.

Tragué saliva, tenía un mal presentimiento.
Ella miró antes de abrirla, podía ver aún su maquillaje en su rostro, pero iba vestida de forma casual como lo hace cuando está en casa, una clara señal que tenía tiempo de haber llegado del trabajo.

Pero cuando tomó la bolsa por ambas manos, se detuvo, miró a la nada y después dijo—¿Qué tanto me quieres León? ¿Poco?... o ¿Mucho?

«¡Por un demonio! ¿Por qué actuaba así?»

Balbuceó unos instantes y respondo—¿A qué va ésto?

Jill levantó su mirada directo hacia mí—Es curiosidad, las mujeres como yo necesitamos estar seguras que estamos con el hombre correcto.

—Oh...

—¿Y bien?—Exclamo un tanto ansiosa.

—¿Y bien qué?—Añadí.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora