Capitulo 53

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Tomé el camino largo a casa pensando que todo podría salir mal respecto a lo que había pasado, tenía exactamente 4 llamadas perdidas de Jill, pareció insistir en un principio, pero la última llamada entró a las 2:30 de la mañana, me causo mala espina el hecho de que no haya intentado llamar a la mañana siguiente.

Al llegar casa noté que las luces estaban apagas y había un silencio innerte en el lugar, entré un poco temeroso de como se tomaria Jill todo ésto, pero no había rastro ella, no al menos recientemente.

Entonces ví una pequeña nota cerca del comedor que decía:

«No me esperes, llegaré tarde... Jill»

Mi garganta se volvió rígida y áspera, sentía que había una connotación más profunda en aquellas 5 escuetas palabras. Estás resultaban frías y con una vibra sepulcral.

Por lo que no tuve más remedio que esperar, me di un baño, desayuné e incluso perdí el tiempo en mi estudio, por supuesto estaba tensó, su llegada precipitaria mi angustia pero no hubo rastro de Jill en toda la mañana y el resto de la tarde.

Pensé que tal vez fue a casa de su mamá por la mañana, lo hacía seguido, pero me parecía extraño que lo haya hecho precisamente hoy.
Le envié un mensaje de texto a Claire al medio día, aún no me contestaba,  debe estar ocupada, ojalá esto terminé pronto.

La espera fue larga, la noche comenzaba a caer, todo se volvió más helado y serio a mi perspectiva, solo la sala y el pasillo a la entrada obtenía la luz de la lámpara, y continuó así, hasta que los faros de un auto impactaron los bordes de la ventana, ahí supe al instante que era de Jill de quién se trataba.

Enseguida cerré mis ojos e intenté darme ánimos, a medida que la puerta se abría y de ahí se asomaba la imagen de la supuesta nueva señora Kennedy.

En ese momento bebía un poco de vino para matar el tiempo, por lo que disimule su aparición en la habitación, pero aquello poco duró.

Con el rabillo del ojo noté que ella llevaba puesto un abrigo grueso que le había regalado en navidad, jamás se lo había puesto antes, juraría que había escuchado que lo odiaba porque era demasiado voluminoso para su torso, sea cual sea el caso, la cuestión era que lo llevaba puesto.

—¿Quieres un poco de vino?—Dije de forma amable y con la copa en la mano.

No obstante, ella apenas se enteró de mis palabras. Y es que con algo de irritación en su mirada se dió vuelta para quedar de espaldas y quitarse el grueso abrigo que la cubría del amenazante clima de afuera.

Entonces, antes de arrojarlo en el apoyo del sofá, dijo muy fríamente—¿Qué te pasó en el labio?

«¿El labio? ¿Qué tengo en el labio?»

No indiferente a su pregunta, llevé mis dedos a mi labio inferior para darme cuenta de que esté se encontraba ligeramente lacerado, seguramente mi larga interacción con la boca de Claire llevó a ésto.
Era evidente que no lo había notado al momento en que me ví al espejo, quizás la tensión y la emoción nublaban mi condición de ver cómo mi físico se encontraba.

Así que en respuesta bajé mi cabeza un tanto abrumado, intentando que ella no viera más de la cuenta, pero ya era tarde.

Ella no dijo nada, pero juro que sentí exactamente los que sus adentros pensaban.

De forma abrupta se dió vuelta y me observó, yo apenas pude mantener mi cabeza mirando al frente, algo muy dentro de mi me decía que no lo hiciera, que si lo hacía, ella me leería como un libro por la mañana.

Así que inesperadamente, ella acepto la copa de vino que le había ofrecido anteriormente.
La tomó con sutileza y bebió de forma muy gradual, y eso era una mala señal, había algo en sus movimientos, una tensión, era extraño de explicar.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora