Capitulo 23

275 23 18
                                    

Después de casi 40 minutos conduciendo, pudimos llegar al restaurante.
Era la primera vez desde que la conocía, que Jill parecía estar más o menos entusiasmada.

Bajé primero, pensando que si le abría la puerta antes de que ella lo hiciera, tendría más posibilidades de tener otra oportunidad más adelante, sin embargo, no me dejó hacerlo y salió del auto al mismo tiempo que yo lo hice.

—Me gusta que me traten como una reina León, pero no soy una invalida sabes—A continuación, agarró su diminuto bolso para después terminar de acomodar un poco su vestido, el cual se había arrugado ligeramente en el camino.

Tras acercarme, levantó su cabeza, me sonrió sutilmente y se acercó a mí con la extraña intención de acomodar mi saco.
Sus suaves manos sintieron el liso de la tela, se había detenido para examinar cualquier desperfecto, si es que tenía alguno en mi atuendo.

—Listo, creó que estás perfecto—Se giró para posar su mirada frente.

—Bien León, es ahora o nunca, tu oportunidad de llegar lejos conmigo depende de está cena, no me voy a tocar el corazón si algo sale mal... soy muy exigente.

La miré con sutileza, esa mujer era tan directa y ajena a los sentimientos de los demás, que me temía pensar que solo hacia esto para satisfacer sus deseos más triviales, a que en verdad sienta algo por mí, ahora que lo pienso en retrospectiva, cualquiera de las dos me agradaría.

Fue así que gradualmente mi visión se fue a la entrada, a dónde debíamos caminar—Será mejor que entremos.

—Buena idea—Comento de inmediato, y de forma inesperada, toma mi brazo derecho para abrazarlo con flagrancia, provocando que tuviera la facultad de poder estar relativamente cerca de mi.

Mi sobresaltó fue instantáneo, ella lo notó, cada vello de mi cuerpo se había erizado al sentir su fina piel rozando mi brazo, incluso con tela de por medio.

Literalmente me había quedado estático, impávido por el contacto que estábamos teniendo.

—Ey, León... León, ¡Oye!

Tras haber chasqueado sus dedos, pude reaccionar a los pocos segundos, seguía incrédulo, pero la extenuante voz de la mujer me había orientado.

—Perdón... no dormí muy bien anoche, había grillo enorme cerca de mí ventana.

—León, no me interesan tus problemas de insomnio, se nos hace tarde, ¿Podemos entrar de una vez?

Asentí un poco distraído, por no decir desorientado.

Al llegar, hablé con el encargado sobre la reservación, Jill se quedó detrás de mí, esperaba que tal vez, el sujeto se confundiera y pensara que éramos un matrimonio joven que buscaba nuevas experiencias, así como pasan en las películas o series de televisión, desafortunadamente, no lo hizo, y siempre mantuvo el cordial respeto ajeno, y aunque lo deseará, tampoco estaba preparado para tanta insolencia.

Caminamos hacia nuestra mesa, está vez Jill se había separado de mi brazo, me apresure y le ofrecí el asiento en un acto caballeroso, por supuesto su reacción fue una extraña combinación entre agradecimiento y pena, cualquiera de las dos pudo ser.
Poco después replique la acción, y ordenamos los platillos.

De camino aquí, le había mencionado a Jill que yo pagaría todo, ella en un principio negó rotundamente, pero después de tanta insistencia, y porque me había cansado de ponerle gorro, accedió, había sido una sabía decisión, aunque no para mí bolsillo.

—¿Te gusta el vino?—Pregunte con curiosidad, quería saber sus gustos.

—No mucho, prefiero otro tipo de bebidas, en realidad prefiero emborracharme como la gente normal.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora