Capitulo 51

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A media de noche de ese día desperté a mitad de sueño, me encontraba sudando, tenso, la mano de Jill recorría mi pecho suavemente hasta llegar a mi brazo, su calidez era palpable, pero no era suficiente para calentar mi alma.

Me incorporé tímidamente de la cama y salí de la casa para dar un largo paseo y despejar, si es posible, mis pensamientos.

Regresé antes de que el sol saliera, me introduje debajo de la sábana y aparente despertar casi al mismo tiempo que Jill, está última parecía bastante descansada y alegré.

—¿Qué tal dormiste León? ¿Descansaste bien? Hoy será un día muy largo.

Y en efecto, seria un día largo y espeso, el resto de la mañana fue gris, llegué a mi trabajo de manera desganada, me senté en mi silla y pensé un sin fin opciones respecto a lo que pensaba hacer. La tarde llegó rápido, pero fue un calvario la espera, conduje un largo camino por la autopista principal e incluso me detuve en una tienda de conveniencia para comprar un poco de licor, la etiqueta con la leyenda "Evita el exceso" era ampliamente ignorado por mi persona semanas atrás, no había bebido en días y moría por hacerlo.

Antes del salir del vehículo, apagué mi teléfono y lo deje aún lado del asiento, aislándome de cualquier intento de comunicación de la próxima señora Kennedy, posteriormente me olvidé de todo por un par horas.

...

«Riiiinnnng»

Toqué 3 veces antes de que mis nervios y la ansiedad se apoderarán de mí, a los 40 segundos de haberlo hecho, Claire abrió la puerta de su apartamento.

—Oh... ¡Santo cielo!

Súbitamente abrió los ojos al verme, era evidente que no me esperaba a estás horas de la noche, de hecho, había sido tal mi inoportuna mi visita, que incluso parecía haber salido de la ducha en ese preciso instante de atender la puerta.

Rápidamente cubrió su pecho con ambos brazos evitando que pudiera ver más de la toalla rosa con bordes tejidos que cubría parte de su torso y tres cuartas partes de sus bellas piernas.

—León... ¿Qué... Qué haces aquí? no deberías estar...

—Tenia la urgente necesidad de venir a verte—Interrumpí con impetuosidad.

—Pero nos vimos apenas ayer, y... ¿Por qué no hacerlo mañana? Trabajamos en el mismo edificio.

—No es lo mismo, además, traje un poco licor... de la marca que te gusta.

Pero mi comentario poco le agradó.

—Me prometiste que ya no beberías, lo juraste, casi mueres la ultima vez que lo hiciste.

En ese instante, un sutil resoplido helado llego a mi cabeza alterando y objetándome lo cerca que estuve de morir—No lo beberé, es... cortesía.

—¿Cortesía?—Replico Claire a nada de cerrarme la puerta en la cara.

—Si, pensé que podríamos no sé, ver una película, limar asperezas... algo por estilo.

Contrario a lo que esperaba, ella bajó su mirada un tanto decepcionada, atareada y abrumada, no le agradó ni un poco mi propuesta.

—León, esto, esto no está bien, tu, yo ... no puede seguir así, deberíamos parar, por el bien ambos, por el bien de Jill y de Gleen, evitemos que esto se nos salga de las manos ¿Sí?

Mis ojos hablaban por si solos, y eran suficientes para que ella lo notará.

—León...—Con agilidad tomé el borde de la puerta mucho antes de que ella la cerrara con brusquedad, y fue aquel movimiento que provoco de su parte una me mirada punzante y acusadora—Por el bien de ambos y de la gente que nos rodea, no debemos estar juntos, lo lamento.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora