Capitulo 42

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Anoche no pude dormir en lo absoluto, ni siquiera un poco, me encontraba muy pensativo, inconforme hasta cierto punto, Jill por su parte se quedó completamente dormida aún lado de mi.
Más allá del característico sonido de las manecillas del reloj, todo estaba en un total silencio sepulcral.

Observé desde la ventana la fina luna que apenas se asomaba, había cierta nubosidad en el cielo, parecía que seguiría lloviendo aunque no estaba seguro.
Después de levantarme con letargo, bajé hasta el primer piso para prepararme un poco de café y no volví a la cama por el resto de la madrugada.

...

Más tarde me encontraba en el estudio, haciendo algunas cosas pendientes que aun tenía. Casi cuando marcaron las 8:10 AM, Jill bajó y al no verme en la sala o en la cocina, se dirigió a mi estudio para ver la razón de mi tan repentina e incomprensible ausencia.

Jill no hacia ruido cuando caminaba, solía plantarse en el suelo con tal sutileza que sus pies denotaban el más mínimo impacto, nuestro suelo de madera apenas soltaba un crujido o rechinido, por lo que pudo escabullirse hasta llegar al marco de la puerta sin que pudiera oír algo segundos antes.

Levanté con prontitud mi visión y la ví cruzada de brazos, con el cabello muy despeinado y descalza, un hábito que solía tener.

—Si no te gusta dormír conmigo puedo cambiar mi habitación a la huéspedes.

—¿Qué? No—Conteste de inmediato—Simplemente tenía algo de insomnio y bueno, aproveche y terminé algunas cosas pendientes que tenía por ahí.

De inmediato rió con picardía y llevó su mano a su pecho—Que alivio, por un momento creí que había una razón para no hacerlo, ya sabes... ronquidos.

Replique su acción, aunque seguía un tanto ansioso e incómodo.

—Voy a preparar el desayuno, ¿Quieres algo en particular?

Negué con seguridad, acto seguido Jill sonrió dándose vuelta y yéndose a la otra habitación dejándome solo en el estudio.

Ya en plena soledad, dejé los papeles aún lado y me recargue pasivamente en el apoyo del asiento.
El cuarto estaba helado, por eso Jill odiaba está habitación.

...

Oficinas de la D.S.O.

Mi respiración iba tan agitada como estimulada por la sensación de adrenalina, hoy particularmente tenía una junta muy importante con los de seguridad nacional y debía ser lo más puntal y presentable posible, pero por irónico que suene, había sucedido todo lo contrario.

Justo antes de llegar, un camión con materiales peligrosos destrozó cientos de cables que afectaron parte de la manzana, incluso dejó algunos semáforos casi inservibles por casi media hora, por suerte llegué al trabajo, pero aquello sería el principio de toda mi odisea.

Después de literalmente correr por la recepción, escabullirme por el pasillo principal e ir directo al elevador, este tardo algunos segundos en abrirse, se me hizo eterno, y la paciencia se me estaba colmando, cuando ambas puertas se abrieron, entre sin pensarlo, presioné el botón y justo cuando mis ojos brillaban por qué lo había logrado, una delgada mano con un lindo manicure incluído se interpuso entre llegar a tiempo a la junta.

—¡Detengalo! ... Disculpa llevó prisa—Espeto la mujer mientras se hacía un lugar en el estrecho espacio—¡León!—Se exaltó inmediatamente al verme—¡Claire!

Por supuesto que nuestros ojos colisionaron al mismo tiempo, más allá de lo sorprendido que estábamos, dijimos al unisono—¿Qué haces aquí?

Sin duda está escena fue completamente inoportuna, y no es que la presencia de Claire me molestará, pero que abrupta irrupción había sucedido.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora