Capitulo 45

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—Oye Claire, ¿Qué te parece si nos tomamos un café mañana? ... no, mejor porque no te invito el desayuno, yo pago... no, eso suena muy pretencioso...

—No quiero aparentar algo que no soy, ella me conoce demasiado, sabrá cuando estoy actuando... ¡Oh! ¿Por qué esto es tan difícil?

Tras ordenar mis pensamientos, me detuve aún lado del pasillo que llevaba directo a su oficina, la secretaria adjunta me miró a detalle, posiblemente me reconoció, pero mi saludo la contuvo y se alejó tras ser llamada por alguien más.

Suspiré, básicamente era el 3 día consecutivo en que pensaba invitar a Claire a tomar un café, penosamente todo había sido un fracaso, y lo más cerca que estuve fue ofrecerle una soda antes de entrar, que decepción.

Más tarde tuve que convivir con aquel fiasco, me dirigí a la terraza y reflexioné muy profundamente lo que estaba y pretendía hacer.

Había tantas variables en juego como; el embarazo de Jill, la misma Jill, Claire, ¿Qué pasa si todo se va al carajo? y la que más me aterraba era el pensar que todo iba a salir mal, muy mal. No tenía nombre lo que hacía, pero no me importa al parecer.

Anoche me quedé hablando por teléfono con Claire en mi estudio, Jill dormía plácidamente en ese momento, por lo que pude expresarme un largo rato sin pensar en nada más, al parecer Claire necesitaba hablar con alguien, pues se mostró muy dispuesta a conversar independientemente de que fuera yo.

No hablamos de Jill, ni siquiera la mencioné, por supuesto ella sabía de su existencia aún en mí vida, supongo que no quería insinuar nada, más bien nuestra charla fue escueta respecto a términos personales, ella no pudo barreras ante mis preguntas, la cuestión fue yo no me animé a preguntar.
De cualquier forma terminamos de hablar cerca de las 3 de la mañana, ella ya se estaba durmiendo en ese instante y yo estaba entrando en mi quinto sueño.

Era apremiante saber el cambio que había tenido este último tiempo, siendo sincero Jill siempre fue mi tipo, incluso antes de que en verdad la conociera, creó que en el primer momento en que la ví supe debía intentarlo y ver qué pasaba, ella puso muchos prejuicios en un principio, pero mientras más convivía y más cerca estaba de su vida, aquella barrera invisible se fue mermando, hasta que no pudimos ocultar lo que sentíamos, a la vez que Claire y yo cesabamos nuestra larga amistad, todo iba a la par uno de la otra.

Anoche no pude dormir, antier  tampoco, igual que los últimos 3 días en fila, por mi mente pasaba una y otra vez la pregunta ¿Tomé la decisión correcta? La respuesta era vaga, insípida, hace unos meses habría respondido con un contundente SÍ, pero ahora el panorama había cambiado, era diferente, ajeno a lo que Jill deseaba.

Su embarazo... es complicado, no quiero pensarlo, pero la voz se correra y al final, Claire sabrá que seré padre de un bebé que no llevará su sangre, no se hasta que punto a Claire le hubiera gustado ser mamá, supongo que le habría agradado, se lleva bastante bien con los niños, mucho mejor yo, su lado juguetón y sensible es perfecto para los niños, quizás esas facetas hubieran sumado a mis no tan relucientes virtudes con los infantes.

Me levanté del asiento y camine con prontitud al elevador, acomodé mi reloj y detuve mi mirada en las manecillas de este último, acto seguido mi teléfono comenzó a sonar y la imagen de mi querida Jill emergió en la pantalla.

Por primera en vez en mi vida, no sentí ningún tipo de emoción al respecto, ni una pizca de dulzura o afecto, la preciaba, pero la gratitud que sentía era diferente, no era la misma que sentí cuando la ví por primera vez, no, era diferente, más, lejana, desconocida hasta cierto punto.

Su llamada fue para decirme con alegoría que tenía grandes sorpresas sobre su embarazo, que estaba feliz, que la emoción la había invadido a tal punto que no pensaba en otra cosa que no fuera la boda y el día en que su retoño naciera. Mi mente se sentía culpable, porque más allá de la inconfundible atracción física que sentía hacía Jill, no podía compartir esa emoción y convicción que la poseía, seguramente me iría al infierno después de haber dado mi último respiro en este mundo, pero si ese fuera el caso, al menos sabré muy en el fondo que valió la pena la razón de haber estado allí.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora