Capitulo 1

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León Kennedy

Temprano por la mañana, recibí la llamada inconfundible por parte de ella.
Sonaba fría y nerviosa, creó que Incluso culpable por lo que había pasado, aún así, traté de tranquilizarla y serenar su poca calma, después de todo, ambos éramos culpables de esto.

—León... Quiero que me hagas un gran favor, estoy en Nueva York, y por lo visto, me necesitan aquí al menos, hasta el lunes de la próxima semana...

Con pesadez en su voz, continuo—Así que te lo pido, no como tú novia, esposa o lo que seamos actualmente, olvida nuestras diferencias del pasado, y tráeme a los niños a casa... es momento en que Ian y Kelly vean a su madre, y que por supuesto... yo los vea.

Al terminar de hablar, se estremeció por completo, y a pesar de que no podía verla físicamente, si podía oírla, tanto sus lamentos como sus sollozos, eran totalmente elegibles desde el teléfono.

—Cuenta conmigo—Afirme con sutileza, mi voz hasta ese punto la tranquilizó, como solía hacerlo en un pasado no muy lejano.

Colgué sin antes despedirme con cierta gentileza, acto seguido más pálido que de costumbre, tragué saliva y miré mi retrato en el tocador de la habitación.
Tenia justo 38 años en ese momento, la edad perfecta, al menos eso creía, no era un jovenzuelo pero tampoco un hombre completamente maduro.

Cerré profundamente mis ojos mientras me repetía una y otra vez, las siguientes palabras:

—Tranquilo, tranquilo León... Son solo niños, inocentes e infantiles, apuesto a que pondrán grandes objeciones al verme, quizás hasta me abrasen y rían conmigo... Si, eso debe ser.

Mi autoconvenciendo me mantuvo de pie, pero gradualmente esa seguridad al intentar predecir la reacción de mis hijos, disminuía dejándome sólo con la temible sensación de desconfianza.

...

Sali del garaje nervioso mientras conducía mi Audi A7 negro, era otoño, por lo cual los tiempos fríos y lúgubres comenzaban a posarse en el ambiente, para mi mala suerte, esa día en particular había lloviznado bastante y cesado tan solo algunos minutos antes de salir. El asfalto esta mojado, resbaladizo y sumamente peligroso, debia conducir al rededor de hora y media hasta llegar a la casa hogar de la Sra. Hammer dónde por supuesto, se encontraban ambos niños.

A lo largo del camino, encendí los faros del auto, la noche caía y la llovizna que ahora era un lluvia un poco más intensa hacia todo esto más difícil.
Prendí la radio, quería escuchar algo que no fueran mis pensamientos sobre Ian y Kelly, si es posible, relajarme aunque esto último sonará casi imposible.

Había baches en el calle, lagunas que al pasar los minutos se convertían en socavones que dañaban no solo las defensas de mi auto, sino también que sacudían cada artículo suelto del tablero.

—¡Diablos!—Grite al momento en que se abriera el compartimento cerca de la puerta.

Miré de reojo, porque se había que debía mantener la mirada al frente y más aún, con el clima así.

Miré de reojo, porque se había que debía mantener la mirada al frente y más aún, con el clima así

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