Capitulo 40

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Estos últimos días han sido más apremiantes que nunca.
El embarazo de Jill, la miradas en el trabajo y por supuesto la presión que nuestros conocidos nos daban de alguna u otra forma sobre por qué ella aún no estaba comprometida conmigo.

Era tempestuoso tener que lidiar con con esta situación, incluso intenté despejar mi mente emborrachándome días después pero no lo conseguí, terminé en la sala urgencias y con un largo pero sutil sermón de Jill.
En el tema Claire decidí darle su espacio, sería lo mejor, debía ponerme al corriente con mis cosas.

Penosamente un par de semanas más tarde, se corrió un rumor que me veía con Claire en secreto, obviamente eso no era cierto, ni siquiera había interactuado con ella, bueno, no de manera directa. La cuestión era que la mayoría sabía sobre mi relación que llevaba con otra mujer, es decir Jill, a lo que, por supuesto, no terminó siendo bien visto por todos, básicamente me tachaban de infiel.

Ojalá esto no llegue a Claire, pero lo rápido de como se había corrido la voz era alucinante, temía que no solo llegara a ella, sino también a Jill.

...

Un jueves en la noche llegué a casa y me di cuenta que la madre de Jill se encontraba ahí, nos había visitado, que sopresa.
No era exactamente una oportunidad para hablar conmigo, pero creo que así fue, últimamente las visitas no me parecían tan oportunas.

Justamente Jill se encontraba arriba ordenando algunas cosas, por lo que aprovechamos y hablamos acerca de mi relación con su hija, evidentemente todo era superficial y escueto en algunas cuestiones.

—¿Y cómo va todo?—Pregunto mientras leía una revista en el sofá.

En ese momento le había invitado un poco de té y me disponía a ofrecercelo.

—Bien supongo, no hay mucho que contar últimamente.

—Si, eso me suponía, Jill me habló de los planes de añadir un cuarto extra para sus trabajos de carpintería.

—¿Carpintería?—Replique confundido—Si, ella a ido a un par de talleres estás últimas semanas, supongo que es porque planea hacer algunas cosas para el bebé.

Mi rostro desencajada fue notado por ella, pero no dijo al respecto simplemente lo dejo pasar.

«Jill no me contó nada sobre ese taller»

—Ah...—Exclamo con sumo entusiasmo— ya que estás aquí ¿Ya tienes pensado que sortija le darás a mi hija?

En ese instante mi garganta comenzó a fallar se anuló mi voz, y mi lengua se tensiono—¿Sortija? ...  ¿A qué se refiere?

—A la que el novio le da a su prometida.

—Si, si se que es eso, me refiero ¿por qué piensa voy a casarme con su hija en un futuro cercano?

Enseguida la mujer cerró la revista y me miró con cierta seriedad—León, Jill esta embarazada, ya no son veinteañeros en busca de una vida alocada, deben pensar como gente adulta y sensata.

Se detuvo para beber un poco de té y continuó—¿Te imaginas a mi nieto o nieta corriendo por ahí y que sus padres no estén casados? ... Yo no, y de dónde vengo es muy mal visto, y... no quiero eso para mí hija.

Me quedé con la palabra en la boca, debido a que Jill había bajado para interrumpirnos.
Aquella breve charla fue de las pocas veces en que no disfruté de ninguna manera estar acompañado con la madre de Jill, sentía como si me estuviera obligando a casarme con su hija. Yo sólo quería que todo sucediera a mi ritmo, ¡que es mucho pedir!

Más tarde cenamos al calor de la chimenea y no volvimos a tocar el tema, pero me daba la impresión de que está no sería la última vez que pasaría.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora