Capitulo 36

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De camino a casa tuve una extraña combinación de nostalgia y letargo al recordar lo vivido aquella tarde.

Durante la cena me costó algo de trabajo concentrarme, tomando en cuenta que Jill se había ofrecido a ayudarme para facilitarme un poco más la vida.
En ocasiones ella me hacía una pregunta y cuando no la respondía o me tardaba demasiado, me miraba y preguntaba que pasaba, ésto había pasado muchas ocasiones esa noche, Jill me conocía demasiado bien para no darse cuenta que mi mente se situaba en otro lugar.

Por supuesto no mencioné a Claire, Jill estaba de buen humor, y no quería irritarla con nombrar a aquella pelirroja que aparentemente ya no veía.

Más tarde cerca de la media noche, bebimos un poco de whisky importado justo enfrente de la chimenea, a ella le encantaba este tipo de actividad y más, si era el más costoso que podía beber.
Nos cobijamos hasta el pecho y permanecimos juntos ahí un largo rato mientras el alcohol hacía lo suyo.
Jill no había tocado el tema del embarazo en casi 3 días y para mí, eso ya era una victoria, o eso creía.

Tras acurrucar delicadamente su cabeza en mi hombro, dijo—No creas que se me ha olvidado León, aún no hemos terminado con el asunto del bebé.

—¿A no?—Replique con desánimo.

—No, está semana lo intentaremos al menos 2 veces, quería hoy... pero te veías cansado, no quería fatigar más de la cuenta tu cuerpo... ¿Mañana te parece?

Balbuceó unos instantes antes de responder—Mañana... probablemente me quedé hasta tarde en el trabajo, quizás... otro día, otra ocasión.

Rápidamente ella retiro su cabeza de mi hombro y se separó de mí, y en un acto de hostilidad tomó la sabana que nos cubría y la arrojo fuertemente a la esquina de la sala.

—¡De acuerdo!—Exclamo molesta—Me cuesta creer que no quieras tener sexo, esto no es nuevo, pero tú excusa barata no funcionará conmigo entiendes, no soy una estúpida.

—¿Qué? ¿De que hablas Jill?—Por un segundo creí que se trataba de Claire.

—¡Por favor León! En las mañanas parecemos estar en la luna de miel y por las tardes y noches parecemos una pareja de 80 años.

—Eso no es cierto Jill.

—¡Santo cielo León! ¿Cuando fue la última vez que lo hicimos?

—Eso no viene al caso Jill.

—¡Responde la pregunta..!

Su mirada estaba más que potenciada por un impulso de cólera e impotencia, tanto que sentía un poco de temor.

—No lo sé, hace unos días... supongo.

A decir verdad, no estaba completamente convencido cuando fue la última vez que logramos intimar.

—Eres el colmo—Espeto ella con frustración—No me has tocado desde hace 2 semanas.

—...

—¿Qué? No... juraría que lo hici...—Y haciendo memoria, me di cuenta que ella tenía razón.

Tras unos segundos en silencio en los que estaba perdiendo la discusión, Jill se incorporó, acomodó su cabello y añadió—Antes eramos una pareja sexualmente muy activa, pero desde que te mencioné que deseó y anhelo tener un bebé, has evitado a toda costa tener sexo.

—No, Jill te equivocas...

—Claro que no me equivoco, que acaso no los haz notado.

—¿Notado qué?

—Dios—Irritada se dió vuelta y se puso la blusa que cubriría su torso desnudo.

—Esta semana compré lencería nueva, de la que te gusta que use León, pero ni siquiera te molestaste en hacer un cumplido de como se me veía puesta, o si quiera en darme un pequeño detalle al respecto, tengo la impresión de que me has evitado cuando uso lencería porque sabes que si me ves de esa manera, no habrá vuelta atrás, ¿No es así?

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora