Capitulo 37

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Un par de días más tarde mi disputa con Jill había cesado poco a poco, era bochornoso para mí tocar el tema de hace unos días por lo que me mantuve flexible en ese aspecto.
Ella se mantuvo sin mencionar lo del bebé, aunque si existía cierta amargura hacia mí, creó que Jill entendió mi mensaje y no me exigirá a nada por las próximos semanas.

Por otro lado, respecto Claire, fue agradable verla más seguido por la oficina, o bueno, por el pasillo mejor dicho. Ella mostraba una increíble madurez respecto a lo sucedido hace 2 años, parecía un reinicio y no manifestaba residuos de nuestras discusiones hace ya un tiempo. Ahora era una mujer diferente, más sólida, segura y podría decirse que alegré, siempre que tenía la suerte de interceptarla por el pasillo me saludaba y nos deteníamos para charlar aunque sea unos minutos.

Su cambio había sido notorio, pero sutil en cuanto su apariencia y forma de vestir. Ahora usaba los anteojos y por lo que veía, ya era algo que usaba un 80% del día, su cabello cortó a la altura de sus hombros, irradiaba una frescura y brillo escarlata tan característico de su cabello rojo.
Su apariencia y su vestimenta la hacía lucirse a cada paso que daba, en pocas palabras, ya era toda una mujer de oficina, con criterio y elegancia, puesto que Claire estaba llegando a la mejor etapa de su vida, una dónde no es ni muy joven, pero tampoco tan muy mayor.

Esperaba que con el pasar de las semanas, mi amistad con ella se fuese tejiendo y así parchar todas las diferencias que tuvimos.

...

Después de un largo día de trabajo, llegué a casa un tanto fastidiado, quería sentarme en mi sofá y relajarme un rato, esperaba que Jill estuviera en casa, esa mañana me había comentado que hoy no trabajaría por situaciones externas.

De cualquier forma, mis deseos fueron ampliamente interrumpidos al ver 2 autos sedan afuera de la casa, reconocía uno en particular, pues era de Julia, una de las amigas de las amigas de Jill.

Cuando entré, ví a Julia sentada en el comedor con un montón de bolsas para regaló, la otra amiga parecía estar en el baño del primer de piso, pero no veía rastro de Jill.

La mujer me saludo con entusiasmo, y se disculpó por tener todo este chequero, por supuesto respondí que no se preocupará y añadiendo a la charla, pregunté dónde se encontraba Jill, me respondió que arriba en su alcoba, según se estaba midiendo un par accesorios y ropa que se había comprado ese día.

Sin entretenerme, subió a la habitación para ver qué tanto hacía esa mujer.
De solo ver el montón de bolsas de regalo regadas por el suelo me hacía sentir que estaba en navidad.

Antes de entrar, toqué la puerta y cuando escuchó la voz de Jill diciendo que adelante, decido entrar.

—linda quisiera saber que...

Quedé pasmado algunos segundos al borde de la puerta, y no por la sexy imagen de Jill en lencería azúl, si no porque la habitación era un total desastre y por lo que veía, llevaba así desde la mañana.

—Jill ¿Y ésto?

Ella miró el reflejo del espejo, tal vez pensó que se trataba de unas de sus amigas, de todas formas se giró para poder responder.

—Oh León, que sopresa... llegaste temprano.

—Si, hubo una fumigación en el piso donde trabajo y... ¿Qué es todo esto?

—Algunas cosas que compre, Julia me está ayudando a ver cuál me queda mejor...

—Por cierto, ¿Te gusta azúl o rojo? tengo ambos colores.

Despeje mi mente unos segundos, cerré la puerta y me acerque para entender mejor que estaba pasando.
Jill me miró, a medida que levantaba algunas bolsas del suelo.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora