Capitulo 10

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Era sábado por la mañana en mi departamento, tras haberme levantado caminé a la cocina por un poco de agua, ese día en particular no trabajaría, por consecuencia tendría todo la jornada para desempacar lo que restaba de mis cosas, sería un arduo trabajo, pero al menos me mantendría ocupado un rato.

También iría de compras al supermercado, porque si continuaba ordenando comida a domicilio, en unas semanas subiría indudablemente de peso.
No era exactamente un chef, pero haría lo más cercano a mis posibilidades.

Había esperado más de media hora para que la lluvia bajara su intensidad, y en ciertos intervalos fue así, no obstante, la cruda precipitación provocaba una brisa fresca y casi otoñal al clima.
Cuando mi reloj marco casi el medió día, supe que debía ir al supermercado o morir de hambre este fin de semana.
Tomé una sombrilla y aunque iría en mi auto, estar empapado no era una opción para mí.

Al menos, el tema de Claire había tomado pausa dejándome respirar aunque sea una mañana.
Conduje un rato hasta llegar a mi destino.
Me coloqué un abrigo, tomé mis llaves y salí para comprar algunas cosas.

Por suerte se encontraba medio concurrido el lugar, a pesar del clima, pero no en exceso, tal vez me llevaría un poco más de 20 minutos.
Llené mi carrito de víveres para sobrevivir una semana, no era exactamente la comida que compraría una madre de familia, ya que gran parte de mis compras eran en lata, congelada y que no necesitará necesariamente una gran mano en la cocina para realizarse.

—Mm... Hojuelas de maíz caramelizadas, suenan bien para la cena.

Tras pagar lo adquirido y con unas cuantas bolsas que apenas podía sostener, salí de lugar para guardar las compras en mi auto.
Ya en ese momento, el mal clima pareció haber vuelto y no tener piedad alguna en los pobres ingenuos que no tenían un lugar donde resguardarse, y que, evidentemente, me incluía.

Faltando pocos metros para llegar a mi auto, aceleré el paso y justo cuando ya me veía abriendo la cajuela, la primera bolsa que contenía mis compras se rompe de forma sorpresiva.

Los pequeños charcos de agua mancharon una que otra compra que había hecho.
Exasperado, abrí la cajuela y lancé todas las bolsas para poner toda mi atención en la que se había roto, si podía rescatar algo sería bueno.
Pero la maldita lluvia parecía estar limitada a solo hacerme el día imposible a mí.

—No, esto no sirve...

—Diablos, ¿Por qué compré esto?

Continúe descartando artículos que ya eran prácticamente imposibles de consumir, Y justo cuando estaba casi al final, escucho un fuerte grito ensordecedor, seguido de un abrumador golpe metálico al otro lado del estacionamiento.
De inmediato me incorporé, poniendo toda mi atención en aquellos extraños sonidos.

Segundos después, la voz de una mujer aparentemente furiosa y molesta hace eco en mis oídos.
Dejó caer los artículos al suelo y me precipito directo al origen de las quejas, pensando que podría estar pasando algo.

Más allá de mi auto, yacía una camioneta familiar inerte y aún lado, una persona encapuchada pateando fervientemente el neumático.
Supe de inmediato que era una mujer, más allá de haber escuchado la voz, su complexión física delataba su género.

De pronto, cesó su ataque al auto, se dio vuelta y me observo con cierta fiereza en sus ojos, tanto así, que di un par de pasos hacia atrás.

Ambos quedamos inmóviles sin decir o hacer algo, todo eso mientras con el pasar de los segundos, el agua de la lluvia mojaba nuestra ropa.

No podía apreciar 100% su rostro, apenas era visible su mirada y parte de sus mejillas, pero eso fue suficiente para darme cuenta de su hostil semblante.

La elección de LeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora